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México D.F. Viernes 30 de mayo de 2003
Luis Javier Garrido
La cuestión
La cuestión que subyace en el proceso electoral mexicano de 2003 es definir si el país quiere que Vicente Fox siga en la ruta de Salinas y de Zedillo: entregar México a los intereses del extranjero.
1. Las elecciones intermedias, que en apariencia no tienen trascendencia, pues las encuestas predicen que a) se producirá un abstencionismo significativo, y b) ningún partido alcanzará más de 40 por ciento de la votación, por lo que la composición de la Cámara de Diputados no variará y Fox no alcanzará la "mayoría presidencial" que anhela y las leyes seguirán siendo objeto de acuerdos en esa cámara al igual que en el Senado, tienen una importancia que no se quiere advertir: de la nueva "representación nacional" dependerá en buena medida que prosiga el desmantelamiento de la nación y el gobierno foxista continué entregando las riquezas estratégicas de México al capital privado extranjero.
2. Vicente Fox no tiene más que una obsesión que Ramón Muñoz, su sicoanalista de cabecera, responsable de hacerle salir de la depresión por el fracaso de su gobierno, no le ha podido quitar en el curso de sus sesiones diarias: privatizar el sector energético como le exige su ex amigo George W. Bush. Y para alcanzar ese objetivo requiere en la Cámara de Diputados una mayoría, si no foxista (de legisladores del PAN), por lo menos neoliberal, que lo respalden, junto con los panistas, otros diputados neoliberales (de un sector del PRI), algunos perredistas y, de llegar, algunos diputados de "la chiquillada" afines a él, como los de México Posible.
3. Las tesis reales de Fox no pueden ocultarse, por importante que sea el gasto público que se haga. Fox no tiene más programas que los del Banco Mundial y los del FMI, pero el discurso casi sicótico que ha adoptado le hace decir todos los días que no quiere privatizar Pemex ni la CFE, sino sólo un poquito, cuando todo mundo conoce sus verdaderas intenciones, de ahí muchas de las molestias del sector privado y de sus analistas.
4. El escenario de las elecciones no podría ser más antidemocrático, pues está en juego el interés estratégico de Estados Unidos -petróleo, electricidad y recursos naturales de México-, y de su resultado, y de que Fox pueda cumplirle a Washington, depende que el foxismo reciba el respaldo republicano en 2006. No sorprende que el gobierno de Fox utilice con la tolerancia del IFE todo el peso del aparato estatal para apoyar al PAN, recurra a una propaganda oficial en los medios sin precedentes y que haya solicitado el apoyo activo de la Iglesia católica, cuyos prelados se ufanan de la permisividad de la legislación electoral, cuyas sanciones son ridículas, y del papel de comparsa que ha desempeñado Santiago Creel.
5. En el régimen de partido de Estado las elecciones intermedias fueron desdeñadas por el pueblo ciudadano, que entendía que los candidatos priístas eran incondicionales del Ejecutivo (como ahora son los panistas) y que no había condiciones para hacer del Congreso una instancia de freno y control, y se caracterizaron por un abstencionismo mayor que en las presidenciales. En 1997, en las elecciones de mitad del sexenio de Zedillo, se produjo el vuelco y por vez primera desde la 30 Legislatura (1922-1924), opuesta al presidente Obregón, un titular del Ejecutivo tuvo frente a él una Cámara de Diputados que le hacía contrapeso, situación que los panistas elogiaron, incluyendo a Fox, y que hoy le parece un freno a su política entreguista, que él llama "del cambio".
6. Los constituyentes estadunidenses de 1776 creyeron que una de las claves del sistema presidencial la constituía que el Congreso podía ser "un freno" y "un contrapeso" al Ejecutivo, pero en México Fox ha buscado comprar o someter a senadores del PRI, como hoy busca la mayoría entre los diputados, acabando con frenos y contrapesos, lo que cree que le permitirá salvar su sexenio: hacer las políticas que el equipo republicano de la Casa Blanca le exige.
7. La crítica situación por la que atraviesa el país está agravada no sólo porque Acción Nacional carezca de principios doctrinarios y actúe como cualquier partido de derecha en el mundo, haya perdido la capacidad de debate democrático interno, no acepte el derecho a la discrepancia y a sus legisladores el CEN panista les exija absoluta "disciplina de partido", con lo que se tornaron en fanáticos neoliberales y en una masa de maniobra de Fox, reproduciendo el esquema priísta. O porque el PRI, dividido en facciones, tenga una mayoritaria, neoliberal y tecnocrática que encabezará Elba Esther Gordillo, señalada como una de las figuras más corruptas del "sistema". Y ni siquiera porque el PRD no haya tenido jamás una postura clara ante el neoliberalismo y las trasnacionales y aparezca dispuesto a negociar lo que no se tiene derecho a negociar porque es de la nación. Los partidos no se han definido ante la globalización neoliberal, y ahora están ante una ciudadanía confundida y engañada, pero también ante una decisión histórica.
8. Los partidos han sido todos funcionales al modelo neoliberal, y anteponiendo intereses y ambiciones de sus grupos dirigentes, al mismo tiempo que han tenido un discurso nacionalista han apoyado los programas de los organismos financieros, tendientes a desmantelar los derechos de los pueblos para entregar sus recursos a las trasnacionales, por lo que sólo oponen resistencia al foxismo entreguista unos cuantos de sus miembros. El desastre al que ha llevado el neoliberalismo al mundo exige una gran lucha contra las trasnacionales y el sistema que las sustenta, para que dejen de expoliar a los pueblos de la Tierra.
9. La nueva gran tarea de la sociedad es enfrentar esos grandes intereses multinacionales que expolian al planeta. La invasión de Irak hizo comprender mejor el papel de esas enormes empresas en guerra sin cuartel contra los pueblos del mundo. Y el llamado a no votar por ningún candidato neoliberal en 2003 es un acto de autodefensa.
10. Hoy la lucha por la tierra, la tutela de las garantías laborales, el combate por los derechos a la salud y a la seguridad social, la defensa de las universidades públicas, la resistencia de los pueblos indios ante los intentos de destruir su identidad cultural, cualquier lucha social de los desposeídos es una confrontación con los intereses de esas grandes empresas, en cuyo nombre se confiscan los derechos de las mayorías.
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