PELOTA ENCENDIDA
Gráfica tomada del cartel del primer encuentro de juegos prehispánicos. |
Pasárhutakua
En la actualidad se practican, en diferentes estados del país, varios de los deportes que tienen su origen en la época prehispánica. Entre ellos figura el Pasárhutakua, que se juega en Michoacán; a este deporte también se le conoce como pelota encendida.
Por invitación de José Valencia Osegue-ra, asistí en octubre de 1984 al primer Encuentro de Juegos Prehispánicos que se desarrolló con éxito en Aranza, Michoacán. Se contó con la participación de muchos deportistas expertos y con un público conocedor, lo que permitió reunir información muy útil. Estuvo presente, como siempre, la voluntad de los purépechas para fortalecer su cultura.
Recientemente José Luis Aguilera Ortiz, presidente de la Asociación de Juegos y Deportes Autóctonos y Tradicionales de Michoacán, AC, envió a Tradición y cultura nueva información, que nos permite conocer los trabajos para la consolidación y crecimiento de grupos de deportistas organizados de más de 20 comunidades de ese estado, así como saber de la creación de grupos en otras entidades.
Para el juego cada equipo se ha preparado físicamente y ha dispuesto su ánimo para esta ocasión. Los capitanes presentan un juez, entregan dos pelotas que servirán en el encuentro y se ponen de acuerdo en las reglas que regirán el partido; sorprende la cordialidad y alegría con la que se desarrollan los juegos, pues hay gran respeto y orden; los jueces son seleccionados entre los deportistas distinguidos.
Nada de ventaja
Parte del atractivo de este deporte, es su flexibilidad, así un atrio, una calle, una plaza, pueden servir como cancha. Se puede jugar en canchas de tierra, en empedrados o en áreas cubiertas de pasto; es frecuente jugar en una calle, y cuando se decide que el juego se lleve a cabo alrededor de una manzana del poblado, cada equipo trata de avanzar por un lado, hasta llegar a la meta, que se fija en el centro de una de las calles de la manzana. Cuando la cancha es más o menos recta puede medir entre 150 y 220 metros de largo por 6 u 8 metros de ancho; las reglas de detalle se pactan para hacer parejo el encuentro, ya que no es deseable ni honorable una victoria con ventaja.
Culturas para preservar
La asociación trabaja en diferentes campos del deporte y la cultura; sus objetivos son concretos: transmitir a los niños los valores de su propia cultura y buscar que los portadores de las culturas purépecha, nahua, mazahua y otomí de Michoacán, continúen el desarrollo de sus juegos y deportes.
Estela de chispas
El deporte es rudo y requiere de habilidad, preparación y gran condición física; lo juegan varones adolescentes, jóvenes y hombres maduros. Usual-mente los equipos incluyen de cuatro a ocho personas. Las reglas, los jueces y los integrantes de los equipos evitan el daño intencional. Cada participante ha seleccionado la madera y ha tallado su propio bastón; primero con un machete ha dado la forma general a una pieza, después la afina con una navaja. Los bastones tienen un mango de 60 a 90 centímetros de largo y la parte que golpea la pelota es de 15 a 25 centímetros de largo por siete de ancho, tienen diferentes formas y su peso está relacionado con la pieza de madera que se usa para hacerlos; las favoritas son las de capulín, palo blanco, tejocote y encino rojo, pues se busca que sean duras y que no se astillen con facilidad.
Dos días antes del encuentro, las pelotas de madera de colorín se han mantenido sumergidas en recipientes con petróleo diáfano (hasta hace algunos años se impregnaban con trementina); la pelota que tiene unos 15 centímetros de diámetro. Al inicio del partido se enciende; sólo puede golpearse con un bastón de madera y se puede hacer rodar por el piso o desplazarla por el aire. Los jugadores hábiles la impulsan con el bastón antes de que caiga, así la hacen avanzar por el aire lejos del alcance de sus oponentes.
Presenciar una ceremonia en la que se efectúa un encuentro de pelota prendida es una fortuna. Para todos es un gusto ver en la noche una estela de chispas como un rojo cometa que se desplaza velozmente por la población en idas y vueltas, con su ondulante cauda brillante. Su práctica ritual se lleva a cabo entre noviembre y el 1º de febrero (fecha de inicio del año purépecha).
Gracias a Araceli Lopez Valdes por la fotografía y a José Luis Aguilera por su información.
Agradeceremos que nos envíen datos acerca de las celebraciones que se realizan en su comunidad, así como descripciones de sus costumbres y tradiciones. También serán bienvenidos sus comentarios y correspondencia a: La Jornada, Av. Cuauhtémoc #1236, Col. Santa Cruz Atoyac C.P. 03310, sección Cultura, página Tradición y Cultura. |