.. |
México D.F. Lunes 26 de mayo de 2003
ARGENTINA: DISCURSO DE ESPERANZA
Al
tomar posesión de la presidencia de Argentina, ayer, Néstor
Kirchner trazó un programa de gobierno notoriamente alejado de los
dogmas neoliberales que imperaron en ese país durante la década
pasada y que dejaron, allí y en otras naciones latinoamericanas,
incluida la nuestra, un saldo de catástrofe social, económica
y política.
Ante 13 jefes de Estado de América Latina, incluidos
Fidel Castro, Vicente Fox, Luiz Inacio Lula da Silva, Hugo Chávez
y Ricardo Lagos, el nuevo mandatario argentino delineó una política
económica centrada en la reactivación del mercado interno,
la movilidad social, la realización de obras públicas, la
generación de empleos y la recuperación salarial. El pago
de la deuda externa -que asciende a 150 mil millones de dólares-
será posible, dijo Kirchner, sólo en la medida en que haya
crecimiento económico, y no se realizará "a costa del sufrimiento
del pueblo argentino" ni en detrimento de la educación y la salud.
Asimismo, el nuevo ocupante de la Casa Rosada prometió emprender
un combate frontal contra la corrupción y evasión de impuestos.
En lo internacional, Kirchner se manifestó por un modelo de desarrollo
en el marco de la integración con los otros miembros del Mercosur
y con las restantes naciones de América Latina, así como
por un fortalecimiento de Naciones Unidas "en pro de la paz".
Para una nación que ha perdido casi 20 por ciento
de su PIB en los meses recientes, cuya mayoría demográfica
ha caído bruscamente por debajo del nivel de pobreza y en la que
el desempleo oscila entre 18 y 25 por ciento de la PEA -todo ello a consecuencia
de la necedad neoliberal de Carlos Menem y la patética ineptitud
de Fernando de la Rúa-, resultaba obligado un deslinde inequívoco
ante estrategias gubernamentales cuyo éxito, como dijo Kirchner,
se medía "a partir de las ganancias de los grandes consorcios empresariales
que condenaron a millones de ciudadanos a la exclusión social".
Pero los buenos propósitos no necesariamente garantizan que las
nuevas autoridades argentinas lograrán cumplirlos a cabalidad. La
mafia menemista, si bien reducida a sus núcleos duros en lo electoral,
permanece enquistada en importantes posiciones de la administración
pública, y la mafia a secas ha ganado, en la caída del país
al abismo económico, un enorme margen de acción.
De cualquier forma, en el contexto continental la llegada
al poder político de una propuesta novedosa, con sensibilidad ante
el drama social y con una abierta convicción contraria al neoliberalismo,
contribuye al aislamiento de los gobernantes neoliberales latinoamericanos
que aún se empeñan en llevar a sus países a la catástrofe
y modifica en forma significativa las tendencias en la región. Aun
tomando en cuenta las profundas diferencias entre Hugo Chávez, Lula
da Silva, Lucio Gutiérrez y Néstor Kirchner, con el argentino
suman ya cuatro los estadistas en la región que se declaran contrarios
al neoliberalismo y dispuestos a buscar caminos alternativos para el desarrollo
económico, la reducción de las desigualdades y el combate
a la miseria y la marginación. De esos cuatro, tres -Chávez,
Lula y Kirchner- ejercen su mandato en países con un peso económico
decisivo, por más que las economías venezolana y argentina
se encuentren sumidas en sendos -aunque diferentes- trances críticos.
Por el bien de los argentinos y de todos los latinoamericanos,
cabe esperar que el nuevo gobierno argentino logre concretar sus propósitos
y que pueda establecerse entre Buenos Aires y Brasilia un eje de racionalidad
política y de sensibilidad social que influya positivamente en las
otras naciones de América Latina.
|