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México D.F. Lunes 26 de mayo de 2003
La gente, en las calles, está mostrando la actitud del cambio, declara a La Jornada
Entre abrazos y gritos de "švamos Néstor!" llega Kirchner a la Casa Rosada
"Argentina debe dejar atrás los dolores y refundarse, pero nada será de un día a otro", señala
STELLA CALLONI CORRESPONSAL
Buenos Aires 25 de mayo. El hombre que llegó del sur, de la Patagonia, para ocupar la presidencia argentina, rompió este domingo con todos los protocolos, a tal punto que terminó con una leve herida en la frente al traspasar las vallas de seguridad.
Néstor Kirchner hizo el recorrido del Congreso a la Plaza de Mayo, frente a la cual se encuentra la sede del gobierno, en un automóvil propio, rechazando el descapotado que usaron todos los presidentes anteriores. Repentinamente, 200 metros antes de llegar a la Casa Rosada se bajó del automóvil para saludar a miles de personas, muchas de las cuales le gritaban "šFuerza!", o "šVamos, Néstor!" Entonces una nube de fotógrafos lo rodeó, y al parecer lo golpearon con una cámara, pero el nuevo mandatario restó importancia al incidente y continuó abrazando a la gente.
Desde temprana hora se veían banderas argentinas por todas partes, mientras llegaban desde los alrededores de Buenos Aires militantes peronistas para acompañar la llegada de Kirchner y despedir a Eduardo Duhalde. Frente al Congreso pudieron verse pancartas con las figuras de Juan Domingo y Evita Perón, de Duhalde, de Kirchner, pero también algunas que unían a Fidel Castro y Hugo Chávez bajo la leyenda: "Viva la unidad de América Latina", y otras donde se veían los rostros de los presidentes cubano y venezolano con el mensaje de: "Viva la América morena". También el presidente de Brasil, el ex obrero Luiz Inacio Lula Da Silva, estuvo en las pancartas.
Al paso de las horas, la euforia fue creciendo y, como en los tiempos de las manifestaciones de las asambleas de barrio surgidas después del levantamiento popular de diciembre del 2001, muchas familias se volcaron a las calles por donde iba a pasar Kirchner, aunque muchos no eran militantes peronistas. Esa fue una de las sorpresas del día.
Al salir de su casa, Kirchner dialogó brevemente con este diario: aseguró que Argentina "está mostrando, con la actitud de la gente en las calles, el espíritu de cambio. También lo estamos viendo en América Latina". Confesó que le parecía increíble vivir estos momentos, "donde podemos llevar adelante los viejos sueños, que comparto con muchos que ya no están.
"Argentina debe dejar atrás los dolores, refundarse. Tenemos que integrar el país que han desintegrado. Como se necesita integrar a América. En el camino hacia este momento quedaron muchos de aquellos que lo dieron todo para que eso sucediera, yo tengo un compromiso con ellos y con el país. No es fácil y nada se hará de un día para otro", mencionó.
Kirchner vestía con elegancia, pero sin lujo. Atrás quedaron los costosos trajes Armani, las corbatas de 3 mil dólares de los años de gobierno de Carlos Menem (1989-1999), el peronista que se erigió en abanderado del neoliberalismo. La senadora Cristina Fernández de Kirchner, esposa del mandatario, la cual se define no como primera dama, sino como "primera ciudadana", lucía elegante en un traje blanco, pero sin ostentaciones. No acompañó a su esposo en la ceremonia, sino que la observó desde su banca en el Senado. Nada de "farándulas", había dicho Kirchner. A la ceremonia asistió su madre, una telegrafista chilena de origen croata que enamoró al padre del presidente usando el alfabeto Morse.
No faltó el bombo peronista resonando, pero todo transcurrió con tranquilidad este día, que ofreció una imagen tan distante de aquellas horas del 19 y 20 de diciembre de 2001, cuando la multitud en Plaza de Mayo enfrentó una represión brutal que dejó varios muertos.
El mandatario saliente Eduardo Duhalde, elegido por la Asamblea Legislativa tras el desfile de presidentes que siguió a la caída de Fernando de la Rúa, recibió también muchas muestras de simpatía, y recibió abrazos de Lula, Fidel Castro, Hugo Chávez y Alejandro Toledo, entre otros. De los invitados a la toma de posesión, entre los que estuvo también el príncipel Felipe de España, el que pareció más lejano fue el presidente uruguayo, Jorge Batlle, quien nunca ocultó su preferencia por Menem.
Este día, además de la conmemoración de un nuevo aniversario de la revolución de mayo de 1810, tenía otra connotación que Kirchner destacó: "Yo estaba en la Plaza de Mayo cuando hace 30 años llegaba Héctor Cámpora al poder. Y lo vivimos con una gran esperanza, aunque había muchos peligros latentes". Cámpora, peronista progresista y delegado personal de Juan Domingo Perón, asumió el 25 de mayo de 1973, y allí estuvo Salvador Allende, el presidente constitucional chileno derrocado por la dictadura pinochetista, como recordó también el presidente chileno Ricardo Lagos.
En la noche, otra vez un peronista saludó desde la Casa Rosada. Kirchner y su vicepresidente, Daniel Scioli, junto a sus esposas e hijos decidieron salir al balcón de la sede de gobierno, ante miles de manifestantes que los esperaban sin importar el frío, entre ellos muchos no peronistas que sin embargo son parte de ese 70 por ciento de argentinos que según los sondeos cree que este nuevo mandatario puede iniciar otra etapa en este castigado país.
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