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México D.F. Lunes 26 de mayo de 2003

Jorge Santibáñez Romellón*

Los polleros no son los únicos culpables

La muerte de 18 personas en un contenedor abandonado con más de 70 migrantes indocumentados en el condado de Victoria, Texas, ha conmovido a la opinión pública, sobre todo de México y en menor medida en Estados Unidos. Como sucede cada año los voceros oficiales de las dependencias gubernamentales involucradas han responsabilizado de la tragedia a los polleros, pateros o guías de migrantes, simplificación del problema que a estas alturas resulta inaceptable. Los gobiernos han encontrado como solución fácil cargar toda la culpa a uno de los eslabones de la larga cadena, lo que de paso les permite ignorar la responsabilidad propia y convencer, creen ellos, a las sociedades receptoras de estos mensajes.

Los polleros no hacen más que participar en un proceso que los gobiernos han sido incapaces de ordenar y si a esas vamos, no son los únicos que obtienen jugosas ganancias de este desorden; si lo duda, analice usted las rutas de las compañías aéreas hacia las ciudades del norte del país. De no ser por la migración de mexicanos hacia Estados Unidos, nada explica, por ejemplo, el gran número de vuelos a Tijuana. De hecho, las líneas aéreas son tan sensibles a las rutas de los migrantes que aeropuertos como el de la ciudad de Hermosillo han adquirido importancia sin precedentes a raíz de la instrumentación de mecanismos rígidos de control de la frontera, lo que ha obligado a migrantes y a polleros a intentar nuevas rutas por la frontera con Arizona. Así, las aerolíneas se adaptan a las nuevas rutas, transportando a miles de migrantes sin documentos hacia las zonas de cruce a Estados Unidos, en muchos casos para encontrar la muerte en su intento.

Mientras las autoridades de ambos países se esfuerzan por encontrar a los polleros y las rutas de desplazamiento, y los académicos nos la pasamos en nuestros cubículos analizando los flujos migratorios, Aeroméxico, Aerocalifornia, Mexicana y Azteca -sólo por mencionar algunas- se la pasan generando infraestructura para las nuevas rutas de los polleros, obteniendo cuantiosas ganancias. Estas líneas aéreas hacen en esencia lo mismo que los polleros: adaptarse y lucrar con la migración indocumentada y desordenada de mexicanos hacia Estados Unidos; en esta lógica también tienen su responsabilidad en los dolorosos resultados del proceso.

Siempre me he preguntado cómo es posible que cada año cientos de miles de migrantes encuentren a un pollero para cruzar sin documentos, mientras nuestros cuerpos policiacos especializados y los del poderoso vecino son incapaces de lograrlo. Probablemente si los integrantes de estos sofisticados cuerpos policiacos se disfrazaran de migrantes tendrían más éxito.

El pollerismo se transformó en la década de los 90. La política migratoria estadunidense que incrementó el control de la frontera, en particular en el extremo oeste con la llamada operación Guardián (Gatekeeper), convirtió a un pollero, que cobraba 200 dólares por enseñar al migrante "por dónde correr", en un delincuente del crimen organizado que hoy le cobra 2 mil dólares por recibirlo en la ciudad fronteriza de cruce, alojarlo y transportarlo a zonas alejadas o donde ha encontrado la red de corrupción que sus actividades requieren. Así, un negocio casi familiar se transformó en asunto de mafias. En un extremo simplista, se podría decir que si la frontera no existiera, si se controlara de otra manera o si hubiera un mecanismo ordenador de la migración, los polleros no existirían, porque no tendrían trabajo. Por otro lado, al dificultarse tanto el cruce sin documentos, el migrante que iba y venía, y que utilizaba varias veces al mismo pollero, se ha ido quedando más tiempo en Estados Unidos, propiciando que surjan polleros sin escrúpulos que sin miramientos los arrojan a la muerte en zonas de alto riesgo.

Así las cosas, y los datos así lo demuestran, se podría señalar a la política migratoria de Estados Unidos como principal responsable de la muerte de miles de migrantes, así como de la asociación entre pollerismo y organizaciones criminales. Claro, no espere que el gobierno estadunidense acepte que su política migratoria es la causante de tantas muertes; resulta más sencillo señalar como el "malo de la película" al pollero, siempre "de origen mexicano".

Al gobierno mexicano también le acomoda culpar al pollero, porque así evade confrontar que los programas de protección han sido insuficientes y que los migrantes se desplazan a Estados Unidos en un escenario de desprotección y desorientación que los hace objeto de abusos por parte de casi todos los eslabones de la cadena, entre ellos líneas aéreas, transportistas, polleros, autoridades y empleadores. Y se debe reconocer que tampoco resulta sencillo diseñar e instrumentar estos programas de protección. ƑSe imagina usted a un gobierno aceptando que debe proteger la salida de sus gobernados de territorio nacional, en busca de los empleos que en su país no encuentran, para que además intenten entrar a otro país sin la documentación requerida? ƑSe imagina las reacciones en Estados Unidos ante una actitud como ésa, que sin duda respondería al interés supremo y legítimo de México de proteger a sus ciudadanos, pero que sería fácilmente interpretada como una ayuda para violar leyes de Estados Unidos? ƑSe imagina los costos políticos internos y externos de esos programas de protección?

Sin duda los polleros tienen una responsabilidad importante y quienes pertenecen al crimen organizado deben ser perseguidos y severamente castigados, pero ello no debe servir de escudo o de distracción para que los gobiernos evadan su responsabilidad, ahora que hablamos de responsabilidades compartidas. En este sexenio México ha avanzado en el abordaje del tema migratorio como no lo hizo en muchísimos años, sin embargo, no ayuda caer en el juego de Estados Unidos y debe reclamarle por su política migratoria que vulnera los derechos humanos de los mexicanos. Debe asumir su responsabilidad en el ordenamiento del proceso migratorio, guste o no a nuestros vecinos, diseñando programas de protección eficientes, que disminuyan esos riesgos y, ya que estamos en éstas, hacer congruente estos reclamos con las documentadas violaciones a los derechos humanos de los migrantes centroamericanos en nuestra frontera sur.

* Presidente de El Colegio de la Frontera Norte

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