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México D.F. Jueves 22 de mayo de 2003
Concluyó el homenaje a la escritora por
sus 45 años de docencia en la institución
Glantz: por más esfuerzos que hacen los políticos,
la UNAM es indestructible
La chelista Ximena Giménez Cacho interpretó
dos partituras de Marcela Rodríguez
El 3 de junio dictará una conferencia por los
450 años de la máxima casa de estudios
CARLOS PAUL
El homenaje a Margo Glantz, en la Facultad de Filosofía
y Letras, ''propicia que mi vanidad se acreciente de manera vergonzosa,
con la consecuencia de que la sola mención de mi nombre genera en
mí una aguda colitis nerviosa y cierta náusea no precisamente
metafísica", expresó sonriente la escritora en la clausura
del reconocimiento -de tres días, que incluyó 10 mesas redondas-
que se le rindió por sus 45 años de quehacer docente en la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), los cuales
''representan, en el contexto de los 450 años de la institución,
una aportación de 10 por ciento de labor humanística".
Luego que la chelista Ximena Giménez Cacho interpretara
las piezas Lumbre 1 y Lumbre 2, compuestas por Marcela Rodríguez,
quien se inspiró en la novela Apariciones, escrita por Glantz,
la autora agradeció a colegas, amigos y familiares y evocó
su paso por la Escuela Nacional Preparatoria, a la que ingresó en
1945, donde ''oía las clases de Agustín Yáñez,
Alberto Escalona, protofascista y maravilloso maestro; del helenista desorbitado
y pintoresco que fue don Erasmo Castellanos Quinto; del pomposo y admirado
José Romano Muñoz, así como del profesor de etimologías
que era coronel, y que cuando llegaba a clases desenfundaba su pistola
y la ponía sobre la mesa''.
Evocación de vivencias
Glantz recordó los paseos diarios con sus compañeros
Mary Christen, José Luis Zambrano y Erika Duhne, ''junto a los frescos
de Orozco, sin saber quién era Orozco"; sus desayunos en los cafés
de chinos de la Plaza del Carmen, ''donde también había una
vieja sinagoga", y los helados Holanda que tomaba en un café griego
de la calle Argentina, donde ''celebraría luego el horror de lo
que fue Hiroshima, porque la guerra había terminado".
Ya en la Facultad de Filosofía Letras, situada
en la calle de Mascarones, Margo Glantz convivió con ''la elegantísima
y bella Ida Rodríguez, que por entonces se casó con el doctor
O'Gorman.
''Veíamos también a Luis Villoro cumplir
con la peripatética tarea de dar vueltas alrededor de la estatua
de fray Alonso de Veracruz, colocada a mitad del hermoso patio del inmueble.
Por los corredores paseaban José Luis Martínez, guapísimo,
de quien estuve enamorada; y los no menos bellos Tomás Segovia,
Luis Rius y Michele Alban. En el café de unas viejas solteronas
y mezquinas conversábamos con Sergio Fernández, mientras
con envidia contemplábamos a Olga Harmony, que fumaba en una larga
boquilla de marfil. Rosario Castellanos y Jaime Sabines pasaban por ahí
sin saber que eran futuras glorias nacionales."
La autora de Las genealogías recordó,
entre otros, a José Gaos, Leopoldo Zea, Emilio Uranga, Alfonso Reyes,
Rodolfo Usigli, Julio Jiménez Rueda, Julio Torri y Francisco López
Cámara, quien ''había de ser mi marido y en ese entonces
coqueteaba con mi hermana Lilly, parecida peligrosamente a Verónica
Lake".
Glantz evocó las clases de historia del teatro
que empezó a impartir en 1959 en Filosofía y Letras, ya en
Ciudad Universitaria.
''Desde entonces he enseñado en esta facultad y
en la UNAM, que por más esfuerzo que hacen los políticos
y hasta algunos estudiantes es indestructible y sigue siendo el lugar primordial
donde se genera la cultura, la investigación y la docencia nacionales."
Para finalizar Margo Glantz, quien ofrecerá una
conferencia sobre los 450 años de la UNAM, el 3 de junio a las 10
horas en el Aula Magna de dicha facultad, leyó tres breves textos
inéditos que formarán parte de su próximo libro de
ficciones, aún sin nombre, titulados Dormirse en sus laureles,
Las cosas simples y De golpe.
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