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México D.F. Jueves 22 de mayo de 2003
Margo Glantz
ƑEs todavía posible el humanismo?
Me gustaría esbozar en este espacio algunas de las tesis del sociólogo francés Jean Claude Guillebaud, enunciadas en un libro publicado este año con el significativo título de El principio de humanidad, que empieza con estas palabras:
''Estamos delante de una paradoja desconcertante: una lógica invisible nos hace caer en el vacío; sin saberlo, nuestras sociedades se confunden y nuestras ideas se ofuscan, como si fueran ejércitos perdidos en la bruma. Los valores, los conceptos, los objetivos democráticos, nuestras premisas esenciales, han sido transgredidos. Vivimos y pensamos como suspendidos sobre el vacío, pero el vacío nos espera. Una especie de ontología esquizofrénica nos amenaza en lo que respecta a las cosas y a las palabras. Veámoslo de más cerca. ƑCuál es el anverso y cuál el reverso de esta moneda?"
Su libro abre un espacio para examinar algunas de las situaciones en las que está colocado actualmente el hombre y, reiterándolo, el principio de humanidad que parecería en vías de extinción, como muchas de las especies vegetales y animales. ƑCómo promover los derechos del hombre si la definición misma de lo que es el hombre se ha puesto científicamente en cuestión?, se pregunta Guillebaud. O, Ƒde qué manera conjurar los crímenes contra la humanidad cuando la definición misma de humanidad está en entredicho? En este contexto es prioritario revisar de nuevo el paradigma del campo de concentración como lo demuestra la proliferación de textos sobre este asunto en todas las librerías del mundo. De nuevo los testimonios de Primo Levi en Si esto es un hombre, y de Robert Antelme en La especie humana, se sitúan en un umbral insoslayable.
''Después de la SHOA -comenta Guillebaud- hemos roto con lo que pudiera tener de cortés, casi de travieso en los siglos XVII y XVIII (Descartes, La Mettrie), las reflexiones sobre la animalidad o humanidad de la creatura. El sistema concentracionario nazi fabricó en el sentido estricto del término una subhumanidad."
Y es que el Holocausto reaparece como uno de los primeros momentos en que se perfeccionan ciertos experimentos científicos en los que lo biológico, en sus aspectos genético y filosófico, construye territorios que junto con la informática y la economía dominan y alteran de raíz el mundo contemporáneo y, obviamente, el concepto de humanismo, sometido a un escrutinio inquietante.
ƑSe han producido entonces tres grandes revoluciones en el mundo actual? ƑRevoluciones que se han hecho evidentes sobre todo después de la caída de los regímenes socialistas? En efecto, piensa Guillebaud, la primera sería la revolución económica global que ha acelerado la desaparición de las fronteras (aunque también provocado las guerras intestinas, por ejemplo en la antigua Yugoslavia, en Chechenia y Rusia, en Ruanda), la liberación de las fuerzas del gran mercado internacional con los catastróficos efectos que ello ha ocasionado para el tercer mundo (y como ejemplo flagrante véase Argentina), y una casi desaparición de los estados-naciones en tanto que reguladores del desarrollo económico y también político -algunas consecuencias, el terrorismo y la recientes guerras contra Afganistán e Irak, libradas contra el eje del mal.
La segunda gran revolución sería la de la informática, que modifica profundamente nuestra concepción del tiempo y del espacio, destemporiza y desterritorializa:
''El triunfo de lo numérico, de la Internet, del ciberespacio -explica Guillebaud- hace surgir ante nuestros ojos un 'sexto continente', cuya particularidad no es solamente la desterritorialización, sino el hecho de que está gobernado por lo inmediato. No está en ninguna parte y está en todas partes al mismo tiempo. Es inaprehensible y hasta el momento ingobernable. Y es ahora hacia ese extraño continente que emigran una tras otra todas las actividades humanas: el comercio, las finanzas, la cultura, la comunicación, la economía."
La tercera gran revolución es la genética: ha vuelto a poner sobre el tapete la relación ya mencionada entre el hombre y el animal, uno de los temas más trabajados actualmente. Véase, por ejemplo, el último libro de Agamben, Lo abierto, entre el hombre y el animal; las novelas del sudafricano Coetzee, por ejemplo Desgracia; El zoológico de los filósofos, de Arnelle Le Bras-Chopard, o los estudios etológicos de un Boris Cyrulnik, para sólo mencionar algunos análisis recientes.
''El hombre no se ha vuelto humano rompiendo con el animal, al contrario, es su humanidad la que aumenta haciendo las paces con él. El animal debe ser considerado como invitado en la casa del hombre'', asegura Dominique Lestel en el ensayo Hacer la paz con el animal.
Pero la revolución genética pone de nuevo en entredicho la humanidad del hombre y de refilón el principio mismo del humanismo. ƑNo es ya común la acelerada comercialización de órganos que cambia definitivamente el estatuto de lo vivo?
Aquí es oportuno volver a Agamben:
''Con el surgimiento de la biopolítica, podemos observar un desplazamiento y una gradual expansión más allá de los límites de lo que puede considerarse como vida en estado puro hasta constituir un estado de excepción (...) Si existe una línea en todos los estados modernos que marque el límite donde la decisión sobre la vida se convierta en una decisión sobre la muerte, donde la biopolítica se convierte en tanatopolítica, esta línea ha dejado de ser una frontera nítida que divide dos zonas claramente delimitadas. Sin embargo, esta línea de demarcación es imprecisa y va emigrando gradualmente hacia áreas distintas de las de la vida política, áreas en las que la idea de soberanía penetra de manera cada vez más simbiótica no sólo en lo político sino en lo jurídico, relacionándose con el médico, el científico, el experto y el sacerdote. Me interesa demostrar que ciertos acontecimientos son fundamentales para la historia política de la modernidad (...) (como por ejemplo, la eugenesia nazi y su eliminación de la vida que no merece ser vivida o el debate contemporáneo sobre los criterios normativos de la muerte o eutanasia). Desde esa perspectiva el campo de concentración (...) adquiere su verdadero sentido sólo si se inserta en el contexto biopolítico (o tanatopolítico) al que pertenece -en la medida en que está fundado en el estado de excepción- para convertirse entonces en el paradigma oculto del espacio político de la modernidad cuyas metamorfosis y disfraces tenemos que aprender a descifrar."
Pero me detengo, he sintetizado algunos problemas sobre los que se hace necesario pensar detenidamente. Aunque desmelenadas, inconclusas y apocalípticas, estas ideas pueden servir de punto de partida para una reflexión más detenida y concluyente, es más: ese estado fragmentario y lamentable no es sino el espejo de la realidad.
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