México D.F. Miércoles 21 de mayo de 2003
Pedro de la Hoz
Operación mediática anticubana
La campaña contra Cuba en los medios intelectuales comenzó el pasado 2 de abril en Madrid con una carta abierta, en la que se condenaba al gobierno cubano por la violenta represión contra 78 opositores pacíficos. Un mes más tarde, el primero de mayo, ante más de un millón de personas reunidas en la Plaza de la Revolución habanera, Pablo González Casanova daba a conocer, en nombre de más de 150 intelectuales, el llamamiento A la conciencia del mundo, en el que alertaba acerca de cómo el acoso de que es objeto Cuba pue-de ser el pretexto para una invasión .
Uno y otro documento no sólo difieren en el enfoque de la situación cubana, sino también en el origen y, más aún, en su difusión. El primero nació en el seno de la denominada Asociación Encuentro de la Cultura Cubana, financiada por el gobierno español, según han dicho sus propios directivos, y la National Endowment for Democracy, cuyo papel como institución pantalla de la CIA ha sido denunciado por The New York Times y La Jornada, y que cuenta con un largo expediente como proveedora de fondos a organizaciones terroristas basadas en Miami.
Con la publicación de la carta abierta se inició una operación mediática contra Cu-ba de notables proporciones. Cada nueva adhesión, sobre todo de famosos o gente que han lucido tradicionalmente una aureola de izquierda, contó con la garantía de una repercusión multiplicada. Se hicieron evidentes ciertos vasos comunicantes en-tre los medios que lideraron la arremetida contra la isla, como si hubieran concertado de antemano sus empeños. En esa línea concordaron los diarios españoles El País, La Razón y El Mundo, el miamense El Nuevo Herald y, desde luego, la publicación digital de la Asociación Encuentro.
No es casual que a la carta siguieran en las páginas de opinión de esos medios artículos condenatorios y declaraciones de arrepentimiento por haber compartido alguna vez los sueños y las realizaciones de la sociedad cubana, inmediatamente amplificados por las agencias de prensa y las televisoras hispanas de Estados Unidos. El Nuevo Herald, que como se sabe se halla íntimamente co-nectado a los bastiones de la industria anticastrista que florece en el sur de la Florida, descubrió por primera vez a José Saramago a sus lectores. Fuera de ofrecer en su ocasión la noticia de su proclamación como ga-nador del Premio Nobel, nunca había co-mentado un libro del portugués ni reflejado sus declaraciones políticas.
A todo ello se suma un elemento intimidatorio. Los más conspicuos voceros de la agresión mediática anticubana comenzaron a exigir pronunciamientos a cuanto escritor y artista apareciera ante un micrófono, sobre la base de una lógica implacable: loas y aplausos para quienes unieran sus voces a la campaña, censura y descalificación para quienes dijeran lo contrario.
El caso más notorio de ese despiadado ejercicio tuvo por protagonista a Gabriel García Márquez. A la interpelación de Su-san Sontag en la Feria del Libro de Bogotá -por cierto, bastante diluida hasta ese momento por los órganos de prensa al frente de la campaña- siguió la conocida manipulación de las opiniones del escritor colombiano. Pocas horas después, cuando García Márquez aclaró su postura y La Jornada se hizo eco del pronunciamiento, los medios instigadores minimizaron o silenciaron su respuesta. No podían admitir de una parte que un peso pesado como García Márquez los dejara plantados y menos todavía que denunciara los reales peligros de agresión imperial que se ciernen sobre la isla. Sobrevino, eso sí, un grosero contrataque de Zoe Valdés y Mario Vargas Llosa.
Una brutal expresión de este poder intimidatorio acaba de acontecer en Estados Unidos, donde el popular actor Danny Glover ha recibido amenazas de despido tanto por la actitud de rechazo a la agresión contra Irak como por haber mostrado su solidaridad con Cuba.
ƑQué sucedió, entre tanto, con el llamamiento A la conciencia del mundo, firmado hasta el último fin de semana por más de 3 mil intelectuales, artistas y profesionales de 69 países, entre ellos cuatro premios Nobel? ƑSe sabe que en el origen del llamamiento intervinieron intelectuales mexicanos de incuestionable prestigio y absoluta independencia de pensamiento?
ƑSe ha divulgado que entre sus firmantes se hallan personajes estadunidenses de notable relieve público como la escritora Alice Walker, el historiador Howard Zinn, el lingüista y politólogo Noam Chomsky y el actor Harry Belafonte? ƑSe han reflejado las declaraciones de Ernesto Cardenal en la Feria del Libro de Santo Domingo, y las de Augusto Roa Bastos y Mario Benedetti en favor de la libre determinación del pueblo cubano y contra los planes de invasión a Cuba? Ahora lo ha mencionado The New York Times, en un artículo de Larry Rohter, de-sinformado y plagado de errores de toda índole, sólo para restarle importancia.
Parece que la lucidez, la honestidad y la cordura no tienen cabida en medios de prensa supuestamente objetivos, los cuales en realidad responden de manera orquestada a la campaña anticubana. No es noticia el apoyo a Cuba por parte de la vanguardia del pensamiento renovador y crítico de este continente y de tanta gente en el mundo que tiene un alto sentido de la dignidad. Periodista cubano
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