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México D.F. Lunes 19 de mayo de 2003
Leonardo García Tsao
El elefante en la piscina
Cannes, 18 de mayo. En el día más flojo de la competencia hasta ahora, el festival no ha logrado reunir un par de películas de tema común como en anteriores casos. Si hay algún nexo aparente entre Elephant, de Gus Van Sant, y Swimming pool, de François Ozon, es que ambos realizadores son gays.
En su quinto largometraje, el francés Ozon toma como punto de partida la decisión de una escritora de novelas policiacas (Charlotte Rampling, aún guapa a sus 58 años) de aislarse en la casa de campo de su editor para intentar un libro más personal; sin saberlo, la mujer compartirá el lugar con una joven (Ludivine Saigner), hija de su jefe. Aunque la intrusión de la reventada chica molesta en un principio a la escritora, pronto se volverá el objeto de su interés literario. Eso es llevado a un extremo inverosímil cuando aparece el ingrediente del crimen. Claro, queda la posibilidad de que todo haya surgido de la imaginación de la protagonista.
La sutileza nunca ha sido el fuerte del realizador, y aquí hay una obvia artificialidad en el encuentro entre ambas mujeres y su consecuente competencia/ convivencia. Los diálogos, la mayoría hablados en inglés, revelan que no es un idioma que le resulte natural a Ozon. Por su parte, la joven Sagnier -actriz fetiche del director- sólo convence cuando se quita la ropa. Realmente la escritora es muy mediocre, como insinúa el editor, si la pedestre intriga de Swimming pool ha sido creación suya.
Mucho más grave fue la decepción de Elephant, telefilme producido por HBO y dirigido por Van Sant, quien desde hace tiempo ha perdido la respetabilidad que consiguió al inicio de su carrera. En teoría es una recreación ficticia de una matanza como la ocurrida en la preparatoria de Columbine. Cámara en mano, el cineasta sigue a varios estudiantes en uno de esos días fatídicos y muestra cómo se entrecruzan y repiten diversos hechos banales antes de la masacre. Sin un punto de vista o siquiera una postura moral ante lo descrito, la película queda como un gratuito ejercicio de estilo que toma esa tragedia como pretexto. La única explicación de los hechos es que el par de jóvenes multihomicidas son aficionados a las armas, los juegos de video violentos y los documentales nazis. Esa superficialidad es aún más insultante.
Según ha declarado Van Sant, el título se explica en la parábola hindú de los ciegos que definen a un elefante a partir de un solo elemento de su anatomía. En realidad, uno se siente al final de la cinta como el ciego a quien le ha tocado el excremento del paquidermo.
Después de ese par de traspiés, vamos a ver si el festival logra sacar al elefante de la piscina. Muchos críticos hemos hecho conjeturas sobre lo que pudo haber sido la competencia, si realizadores como Altman, Angelópulos, Bertolucci, los hermanos Coen, Tarantino y Wong, entre otros pesos completos, hubieran terminado sus realizaciones a tiempo para Cannes. Ahora le tocará quizás a Venecia cosechar ese retraso. Lo que sí sorprende es que la selección francesa haya rechazado las más recientes propuestas del portugués Manoel de Oliveira y el israelí Amos Gitai. Se supone que son de los consentidos de la directiva y, por lo tanto, merecedores de un pase automático. Estos días nada está garantizado.
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