México D.F. Lunes 19 de mayo de 2003
Sus montajes van de la ortodoxia a la vanguardia
Thalia Theater, síntesis del panorama escénico alemán
La compañía presenta cuatro producciones distintas en el 40 aniversario del Theatertreffen, celebrado en Berlín
PABLO ESPINOSA ENVIADO
Berlin, 18 de mayo. La compañía Thalia Theater de Hamburgo presenta cuatro producciones distintas en la edición conmemorativa del 40 aniversario del Theatertreffen, que reúne lo mejor de las artes escénicas alemanas de producción más reciente. Puestas por cuatro directores diferentes, estas puestas en escena ofrecen contrastes sorprendentes tratándose de la misma compañía. El mayor contraste ocurre entre la versión de una obra de Arthur Schnitzler, Libelei, ejecutada por este agrupamiento y su muy particular lectura de una obra de Henrik Ibsen, Nora, con una diferencia abismal entre el vanguardismo del montaje de Schnitzler y el conservadurismo en el caso de la obra de Ibsen.
En manos del director hamburgués Stephan Kimmig, el clásico de Ibsen, Nora, resulta de una planicie rayana en lo plomizo. Densa, lenta, sobrecargada de intenciones de un pretendido teatro sicológico, la versión del grupo Thalia Theater contrasta a su vez con la muy radical lectura que hace en estos mismos días el director berlinés Thomas Ostermeier con la compañía Schaubuhe am Lehniner Platz.
Tales contrastes abismales dibujan un panorama muy completo de la realidad teatral de la Alemania actual: conviven en distintos teatros y a la misma hora puestas en escena cuyas características pendulan desde la ortodoxia más formal hasta las propuestas más audaces y atrevidas.
La Nora del grupo Thalia Theater de Hamburgo por lo pronto peca de excesos en su convencionalismo. Teatro de gran altura, de mucha calidad, pero demasiado ortodoxo. Ubicada, al igual que la versión de Ostermeier de la misma obra, en los tiempos actuales, lanza las mismas preguntas que formuló Ibsen hace cien años buscando un objetivo claro: retratar las limitaciones morales de la sociedad actual y en particular los conflictos de pareja.
Durante dos horas y media entonces, los actores de Hamburgo cumplen una larga planicie de parlamentos dichos con calculados tonos medios, sin picos ni alteraciones en el tono. Pero todo da al traste. Para colmo, una musiquilla de fondo sin ton ni son suena ad nauseum como en las películas de misterio y en este caso tratando de dar la impresión de un supuesto "terror sicológico". Lástima.
Además de la estupenda Libelei, de Arthur Schnitzler, y esta fallida Nora, de Henrik Ibsen, Thalia Theater presenta otra producción mayor: Tiempo para amar tiempo para morir (Zeit zu lieben Zeit zu sterben), de Fritz Kater, basado libremente en algunos temas de la película Time stands still, de Peter Gothar y que encara, con un lenguaje osado en prosodia, temática y amplitud, uno de los temas, junto al fascismo, las heridas de la guerra, la culpa social y la crisis económica de un país rico, que mayormente ocupan las mentes de los berlineses: la reunificación alemana.
La última de las producciones de Thalia Theater en el Theatertreffen se titula Thalia Vista Social Club y es una fábula humorística de la vida juvenil que retoma el célebre documental cubano de Wim Wenders, Buena Vista Social Club y una buena parte de la cultura pop actual, para culminar en una sátira social condimentada siempre con música, desde Madonna hasta el tecno.
La incesante actividad teatral en lengua alemana no tiene fin en estos días. En Viena, por ejemplo, se estrenó anoche la más reciente obra del gran maestro Peter Handke: Odipus in Kolonos, con un elenco formidable encabezado por Bruno Ganz, mayormente conocido por el filme de Wim Wenders que ocurre en Berlín, Las alas del deseo (Der Himmel uber Berlin) y recientemente presentó también su obra más reciente el otro gran maestro del teatro en lengua alemana: Peter Stein: Fausto. Teatro de primerísimo nivel.
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