México D.F. Domingo 18 de mayo de 2003
Héctor Sosa recupera la época
dorada de ese arte
''Desdeñadas, las grandes voces de la ópera
nacional''
La inadvertida gloria del comprimario, primer
titulo de la iniciativa, que reúne materiales del tenor José
Sosa
ANGEL VARGAS
Uno de las grandes problemas históricos que padece
la ópera mexicana, según el contratenor Héctor Sosa,
es la poca importancia que se le brinda al trabajo de los cantantes nacionales.
Eso, afirma, es algo de lo que no se han salvado incluso
las figuras del género, como lo ejemplifica el hecho de que hoy
día muy pocos recuerden a las grandes voces que fueron parte de
la Epoca de oro, en los años 50 y 60 del siglo pasado.
Resarcir
ese vacío u olvido es el objetivo que dio vida a un proyecto discográfico
emprendido hace año y medio por Sosa, el cual consiste en recuperar
y publicar grabaciones históricas de esos años dorados del
arte operístico nacional.
El proyecto cuenta ya con su primer título: La
inadvertida gloria del comprimario, en el que el cantante recopiló
materiales sonoros de las diversas facetas artísticas que desempeñó
su padre, el tenor José Sosa (1923-1968), desde arias de ópera
y opereta hasta canciones finas, entre ellas una de Agustín Lara,
Clavel sevillano.
"No se trata de reivindicar a nadie ni tampoco de hacer
justicia histórica. Son términos que suenan muy fuerte. Digamos
que se trata más bien de un recordatorio o de un homenaje", precisa
el artista, en su faceta de productor.
"Este disco tiene muchos motivos: es un homenaje a una
de las figura trascendentales. También un recordatorio de que los
grandes cantantes de antaño no tenían desdén por los
papeles sin importar si eran chicos o grandes, lo cual es impensable hoy
entre nuestros grandes divos. Además, representa una especie de
eslabón para que los melómanos actuales sepan cómo
se cantaba y qué producía Bellas Artes en la década
de los 50.
"Tenemos como referencia las grabaciones de la Callas,
todas casi con elenco internacional. Pero hace falta recuperar el trabajo
de los mexicanos. Es una pena que ninguna institución haya querido
colaborar con este proyecto. Discos con grabaciones históricas de
ópera mexicana sólo existen el de Rosa Rimoch y ahora éste.
Nadie se había dado a la tarea de rescatar material de esta índole
y publicarlo. Creo que es necesario que dejemos una memoria de los artistas
que le han dado lustre y gloria al país en el terreno operístico".
De acuerdo con Héctor Sosa --quien ya prepara un
par de álbumes más, con sendos materiales de la soprano Maritza
Alemán y la contralto Belén Amparán--, este tipo de
documentos sonoros, además de su valor artístico e histórico,
dan fe de hasta qué punto la ópera mexicana ha sufrido "una
serie de pérdidas" en décadas recientes, tanto en términos
de montaje como en el desempeño de los cantantes.
Ese decremento en la calidad se debe en gran medida a
la falta de público conocedor, atribuye: "El público de la
ópera sí ha cambiado. Hasta hace no muchos años, estaba
integrado en su mayoría por conocedores y era bastante exigente
y difícil. Eso mantenía un nivel alto, porque eran personas
que estaban acostumbradas a cierto calidad y no perdonaban que un cantante
hiciera una mala interpretación y pretendiera reivindicarse con
una sola nota.
"Lamentablemente, el público de ahora es muy novato,
no tiene suficiente preparación ni criterio para emitir un juicio
y aplaude todo. Se llegó al extremo opuesto (al de antaño)".
Héctor Sosa está seguro de que independientemente
de si el disco La inadvertida gloria del comprimario gusta o no,
"el público se sorprenderá, porque ciertamente hoy no se
canta igual que hace medio siglo" .
Abunda: "Tristemente nos hemos ido por la fuerza, por
el volumen, por el creer que entre más puja el cantante más
difícil y virtuosa es su interpretación. Ese es uno de los
principales errores del público actual, quizá un poco influenciado
por los dibujos animados que han caricaturizado a los cantantes como señores
o señoras gordos que se ponen rojos y sudan para emitir un gorgorito,
y el público los ovaciona. Con la voz de mi padre podremos escuchar
que en aquel entonces (los años 50) se cantaba suavecito y se filaba,
y el volumen era lo de menos".
Con un tiraje de 500 ejemplares -disponibles en Margolín
y las librerías Gandhi-, este primer álbum producido por
Héctor Sosa fue presentado el miércoles pasado en el Palacio
de Bellas Artes.
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