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México D.F. Viernes 16 de mayo de 2003
EU: FUEGO AMIGO CONTRA FRANCIA
Ayer
por la mañana el embajador francés en Washington, Jean David
Lavitte, presentó ante el gobierno de George W. Bush, el Capitolio
y la opinión pública del país vecino una carta en
la que señala la existencia de una campaña de desinformación
y de calumnias contra Francia en medios de prensa estadunidenses. En Bruselas,
el canciller galo, Dominique de Villepin, ratificó el señalamiento
y criticó a la Casa Blanca por no desmentir los infundios ni localizar
a sus autores. Entre los ejemplos de las difamaciones, los funcionarios
franceses señalaron las "noticias" sobre la presunta venta de armas
de París al derrocado gobierno de Saddam Hussein; la supuesta posesión,
por parte de Francia, de armamentos biológicos como el virus de
la viruela, y la falsa expedición de pasaportes, por la cancillería
francesa, a funcionarios iraquíes prófugos. Este episodio
diplomático, en el que el Quai d'Orsay prácticamente reclama
a Washington por el fuego amigo de que está siendo objeto, da pie
a diversas reflexiones.
En primer lugar, las acusaciones francesas confirman la
determinación del gobierno de George W. Bush de llevar hasta sus
últimas consecuencias la guerra sucia que anunció tras los
atentados del 11 de septiembre -recurrir a la mentira, la desinformación
y la violación, supresión o severa limitación de garantías
y libertades individuales-, con el supuesto propósito de combatir
el terrorismo internacional. Las últimas consecuencias significan,
en este caso, que Washington ya no sólo fabrica mentiras contra
el extinto régimen de Saddam Hussein, sino también, a manera
de venganza, contra su aliado histórico más firme. Hay que
recordar, a este respecto, que la vinculación franco-estadunidense
es anterior a la existencia de Estados Unidos, toda vez que la ayuda francesa
a los independentistas del país vecino fue determinante para que
éstos pudieran derrotar al imperio inglés.
Si el grupo de Bush se comporta de esa manera hacia un
Estado amigo que es, además, una potencia económica, militar
y diplomática, y uno de los integrantes principales de la Unión
Europea, es claro lo que un país como México -que, al igual
que Francia, se rehusó a participar en la agresión militar
lanzada por la Casa Blanca contra Irak- puede esperar de las orwellianas
oficinas de propaganda y desinformación que por estos tiempos trabajan
a todo vapor en Washington.
A lo que puede verse, el mesianismo gubernamental estadunidense
de la hora presente no tiene ni acepta límites ni discordancias.
Bush se quedó muy lejos de lograr un respaldo unánime para
su incursión criminal en Irak, y ahora sus fabricantes de mentiras,
al apuntar sus baterías contra el gobierno de Jacques Chirac, recuerdan
las palabras del presidente cuando advirtió que quienes no le ofrecieran
un respaldo total, acrítico y sumiso en su "guerra contra el terrorismo"
serían considerados enemigos.
Desde otra perspectiva, la ofensiva desinformadora de
Washington contra París -y la réplica del gobierno de Jacques
Chirac- da cuenta de la profundidad de la grieta que se generó entre
el gobierno de Bush y varios de los históricos aliados occidentales
de Estados Unidos a raíz de la invasión, destrucción
y sometimiento de Irak por las fuerzas armadas estadunidenses. Es posible
que en las semanas y meses por venir la opinión pública internacional
asista a nuevas expresiones de esa fractura, que puede considerarse una
de las "bajas colaterales" de la reciente guerra.
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