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México D.F. Viernes 16 de mayo de 2003
Tras 11 años de ausencia, el cantautor
catalán regresó al palacio de mármol
Serrat vivió un rencuentro amoroso en Bellas
Artes, la noche del miércoles
En su repertorio intercaló sus melodías
clásicas con las de su nuevo disco, Versos en la boca
MARIANA NORANDI ESPECIAL
Hacía 11 años que el cantautor catalán
Joan Manuel Serrat no se presentaba en el Palacio de Bellas Artes, y este
miércoles inició el primero de los cinco conciertos que va
a ofrecer en este cálido y distinguido recinto. Estas funciones
son parte de una gira que comenzó el pasado mes de octubre en España
y que acabará a finales de mayo en Venezuela, en la cual presenta
su más reciente producción discográfica titulada Versos
en la boca. Un disco prácticamente acústico, en donde
nos rencontramos con el letrista y músico de los años 70,
un compositor que regresa a la poesía más pura para inmiscuirse
en la naturaleza de sus propios sentimientos, tomando como hilo conductor
el amor.
Pasadas
las ocho de la noche, ante un Bellas Artes repleto, el cantautor salió
al escenario acompañado de cinco músicos. Visiblemente contento,
se paró en el centro del escenario para mirar y disfrutar hasta
el último rincón del teatro, donde el público se puso
de pie para recibirlo con un emotivo aplauso. Vestido de negro y saco gris,
comenzó el concierto con el tema Déjalo todo, con
el que, desde un principio, pudimos ver a un Serrat renovado y pleno. Su
voz, con los años, se ha vuelto más dulce y profunda. Es
un hombre que transporta a un recuerdo pasado y presente a través
de sus canciones. Es un cantante que vive y hace vivir cada una de sus
estrofas.
En esta ocasión presentó un repertorio donde
intercaló equitativamente canciones que ya son himnos de toda una
época, como Penélope o Mediterráneo,
con temas de su más reciente disco, del que interpretó ocho
de las 11 canciones que incluye el mismo, como De cuando estuve loco,
Muñeca rusa, Los caprichos del azar o La mala racha,
entre otras. Serrat se mostró muy comunicativo con el público,
bromeó con él y transmitió su alegría por encontrarse
en México: "señores y señoras, bienvenidos a su casa
y nosotros bienvenidos a ésta que, desde hace años, también
es la nuestra".
En esta gira el cantautor viaja con los mismos músicos
que grabaron el disco, en el que incluye al arreglista Ricardo Miralles.
Este pianista es una pieza fundamental en su carrera, ya que con él
grabó los discos más significativos de su trayectoria. Este
rencuentro con Miralles, después de 12 años, aporta gran
parte de la frescura y calidez que distingue al sonido de Serrat.
Una de las características que ha distinguido a
este compositor a lo largo de los años, es su capacidad para musicalizar
poemas: ''ponerle música a versos ajenos ha sido una sustracción
de la que nunca he podido contenerme. Le he puesto música a poemas
de Antonio Machado, Miguel Hernández o Mario Benedetti, quiénes
han sido estupendos compañeros de camino. Para este concierto hemos
preparado dos, uno que se titula Llanto y coplas, de Antonio Machado,
y Para la libertad, de Miguel Hernández". Este último,
de manera especial, fue recibido por el público con un fuerte aplauso.
Poemas que, en voz de Serrat, marcaron a toda una generación de
españoles y latinoamericanos que lucharon por la libertad. Pero,
aunque fuera un concierto en México, el cantautor no quiso privar
a este encuentro de una parte importantísma de su obra: la canción
en catalán. Para ello escogió Cançó del
lladre (Canción del ladrón), de finales del siglo
XVIII, en que Joan Manuel se muestra seducido por la figura romántica
del bandolero de caminos.
Tras dos horas de concierto, se despidió con uno
de los temas más emblemáticos y alegres de su obra, Fiesta,
en que la tradicional y veraniega noche de San Juan catalana se vuelve
musa del poeta.
Pero como era de esperar, el público no lo dejó
marchar tan fácilmente. A gritos de ¡otra!, ¡guapo!
y ¡cada día estás más bueno!, el cantante tuvo
que volver cuatro veces al escenario para interpretar Qué sería
de mí -perteneciente a su más reciente disco-, Cantares,
de Antonio Machado -cuyo estribillo fue coreado por el público-,
Lucía y La saeta. Para despedirse, el cantautor dijo:
"esta canción que escojo como estribo de este concierto, quiero
que la entiendan como un beso cariñoso a una tierra que quiero"
e interpretó, de manera poco charra pero muy sensible Un mundo
raro, de José Alfredo Jiménez.
Tras esta presentación en México, Serrat
dejó claro que vive un gran momento. Su voz, con los años,
no ha perdido sensibilidad, carisma ni fuerza, y su forma de componer sigue
siendo de una creatividad inagotable. La noche del miércoles vivimos
un rencuentro amoroso entre un compositor que ama Latinoamérica
y un público que corresponde profundamente a ese amor. Un amor que
ha trascendido varias generaciones y que forma parte de toda una leyenda
de la canción de autor.
Joan Manuel Serrat estará presentándose
hasta el 18 de mayo en el Palacio de Bellas Artes, para después
emprender una gira por varias ciudades del país: Guadalajara, 20
y 21; Morelia, 22; Monterrey, 24; Hermosillo, 26; Tijuana, 27; Puebla,
29, y cerrará el 31 de mayo en el Distrito Federal, cantando en
el Zócalo capitalino.
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