México D.F. Viernes 16 de mayo de 2003
Leonardo García Tsao ENVIADO
Cannes 2003
El día del cine europeo se da en la Matrix
Cannes. Ciertamente es una mala señal llegar
a un festival con un día de retraso y escuchar la misma frase por
parte de diversos colegas internacionales: "No te has perdido de nada".
A causa del llamado Martes Negro -el paro general en toda Francia
en protesta por la política sobre los jubilados- uno no ha alcanzado
las primeras proyecciones de prensa, incluyendo la de la película
inaugural, Fanfan la Tulipe. Acertar en los prejuicios no era muy
difícil en este caso. Realmente se podía esperar poco de
una aventura de espadachines, producida por Luc Besson y dirigida por Gérard
Krawzyck. La mayoría de las críticas han sido desfavorables,
comparándola negativamente con la versión de Christian Jacque,
protagonizada por Gérard Philippe.
Otro
tipo de acción fue visto hoy con el estreno de Matrix recargado,
la segunda parte de la creación de los hermanos Wachowski, que también
inicia su corrida comercial en buena parte del mundo (en México
los aficionados deberán esperar una semana nomás). "Sobrecargado"
sería un adjetivo más correcto. Enfrentados a la labor de
crear un segundo acto a lo que fue, en principio, un concepto algo novedoso,
los cineastas han optado por abundar en las limitaciones de la original.
Infectados del síndrome George Lucas, los Wachowski
se han tomado demasiado en serio su propia mitología -a su vez derivada
de numerosas fuentes- y ahora nos someten en los diálogos a una
solemne jerigonza a medio camino entre el curso de computación y
la disertación seudofilosófica, Eso se alterna con secuencias
de acción que parecen interminables. Al querer superar las innovaciones
espectaculares de la primera parte, los realizadores llegan a un exceso
digno de un dolor de cabeza. Una y otra vez, el héroe Neo (el inexpresivo
Keanu Reeves, otra vez disfrazado de seminarista karateca) se enfrentará
a los villanos para derrotarlos en relampagueantes despliegues de artes
marciales, resueltos con tecnología digital. Todo se ve tan artificial
que, en comparación, Shrek se antoja un drama neorrealista.
Apesadumbrado por varias subtramas gratuitas, Matrix
recargado se vuelve incoherente en su propio juego. Si todo ocurre
en un mundo virtual, ¿por qué algunas cosas sí se
sujetan a las reglas de la física y otras no? Asimismo, si se plantea
que Neo ya es como Supermán -es capaz de volar y detener las balas
a medio vuelo- ¿por qué se molesta en darle de golpes a sus
contrincantes? El resultado se compara a ver cómo alguien opera
un juego de video durante más de dos horas, sin poder participar
ni saberse las reglas.
La acción se detiene en el momento crucial de la
lucha entre las máquinas y los humanos. "Continuará" señala
un letrero, apuntando a la tercera parte, a estrenarse a fin de año.
Lo que ya no continúa es nuestro interés.
No deja de parecer inoportuna la exhibición de
Matrix recargado en Cannes, justo el día en que se celebra
al cine europeo. Eso sólo parece apoyar la promoción de un
producto publicitado hasta el hartazgo (¿este mes habrá alguna
publicación, asociada levemente al entretenimiento, que no lo haya
puesto como imagen de portada?). Un prestreno publicitario de esta naturaleza
confirma la idea de quién manda en la cinematografía mundial,
aún en un festival que se supone digno.
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