.. |
México D.F. Viernes 16 de mayo de 2003
Olga Harmony
Escenarios de los 90
Por extraño que pueda parecer, no existe una historia del teatro mexicano en el siglo XX. Inclusive libros que resultan de consulta imprescindible, como Reseña histórica del teatro en México, de Enrique de Olavarraría y Ferrari, en la edición de Porrúa de 1961, incorpora fichas -algunas con errores- del quehacer teatral hasta el año en que se hace esa edición, prologada por Salvador Novo, sin hacer algún comentario crítico, así fueran los un tanto superficiales que hiciera el historiador original en sus abundantes cuatro tomos que sólo llegan a 1911. Datos dispersos en diversas publicaciones, como los que Margarita Mendoza López dedicara a las primeras vanguardias o al género chico, o los que se pueden encontrar en tomos de crítica teatral que los autores (principalmente Armando de Maria y Campos, Carlos Solórzano o Antonio Magaña Esquivel) escribieran para diarios nacionales, y algunas otras, van dando un mapa de lo ocurrido en los escenarios mexicanos del siglo pasado, tanto de autores nacionales como internacionales. Hace falta un, o unos, volúmenes que sistematicen toda esta dispersión.
Mientras tanto, el doctor Armando Partida sigue publicando su valioso material, pleno de datos y referencias bibliográficas, a las que añade su reflexión crítica. A su amplio estudio acerca de la dramaturgia que abarca los dos decenios que van de 1970 a 1990 (Dramaturgos mexicanos 1970-1990, bibliografía crítica y Se buscan dramaturgos, tomos I y II) publicados los tres volúmenes por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA) y el Centro de Investigación Teatral Rodolfo Usigli (CITRU) -y a los que habría que añadir La vanguardia teatral en México, escrita para el ISSSTE- a los que ya me he referido, añade ahora Escena mexicana de los noventa. En este nuevo volumen, publicado también por el CNCA y el CITRU (y que es remanente de la beca de coproducción que le otorgó el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes para editar Se buscan dramaturgos..., con una ejemplar actitud que deberían seguir otros beneficiarios) Partida, como el investigador que es, ofrece algunos antecedentes de épocas anteriores para llegar a la década estudiada y, a diferencia de sus otros libros, incluye la dirección escénica y sus hacedores. Es, por tanto, el estudio de la escena y no sólo de la escritura dramática y, si algo se puede reprochar a este volumen, es su brevedad, que deja en el lector el deseo de ahondar algo más.
Otra manera de llenar los huecos de esta historia por escribirse es acudir a las muy, desgraciadamente, espaciadas bitácoras de escenificaciones de teatristas importantes que el Instituto Nacional de Bellas Artes y el CNCA ofrecen con seguimiento de diversos autores. Creator Principium, de Héctor Mendoza, dirigida por el autor y con seguimiento de Braulio Peralta fue publicado en 1996, seguida por el recorrido por los ensayos que hiciera Juan Villoro, asimismo el traductor de Cuarteto, de Heiner Müller, dirigida por Ludwik Margules y aparecida en 1997, año del estreno de la versión libérrima que hizo Luis de Tavira de El caballero de Olmedo, de Lope de Vega, cuya bitácora apenas aparece ahora. Esta vez es la asistente de dirección, Alegría Martínez, quien se encarga de un muy puntual apunte de cada sesión durante los largos 122 días que llevó la preparación del espectacular montaje.
Hago un paréntesis. Alegría Martínez, además de coautora de una obra infantil y asistente de De Tavira, es una periodista teatral de altos vuelos que se fue convirtiendo en importante crítica. Es una verdadera desdicha que las crisis de algunos medios impresos nos priven de su voz que deja un hueco en nuestra profesión. Cierro paréntesis.
La bitácora de El caballero de Olmedo nos lleva a la teoría del levantamiento tonal de De Tavira y a las explicaciones que ofrece a sus actores, muy claras y demostradoras de su vastísima cultura, en la primera parte que se refiere a Trabajo de mesa, en que la información de la etapa del convento benedictino de Ahuatepec, Morelos, es ofrecida gracias a las notas de la actriz Concepción Márquez. En la segunda parte, La puesta en escena, se desmenuzan los ensayos y las etapas de producción, inclusive con datos muy importantes en este aspecto y que no suelen aparecer en otros textos, los que dan una visión muy cabal de los entresijos de esta escenificación.
|