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México D.F. Lunes 12 de mayo de 2003

Es leitmotiv de La noche del jabalí, de José Angel Leyva

''Me reconforta aparecer en libros'': Leonel Maciel

CESAR GÜEMES ENVIADO

Cuernavaca, Mor., 11 de mayo. La afinidad amistosa y la necesidad técnica de vincular la historia oral con la escrita a partir de los hechos narrados a José Angel Leyva por el pintor Leonel Maciel dieron por resultado la novela del primero, La noche del jabalí, bajo el sello editorial de Praxis, que en realidad contiene la vida del segundo.

Si bien es completamente insólito entrevistar al personaje de una novela, Maciel, reconocido en México y fuera de él por su cuantiosa y valorada obra, no se inmuta: ha sido personaje de otros libros, algunos de feliz memoria y otros que prefiere no mencionar. Acerca de su necesidad de la narrativa oral, que se suma a sus capacidades de artista plástico, dice: ''Provengo de una población rural en la que la oralidad es constante. Hasta hace no muchos años se practicaba a diario. Además de eso, tuve un padre que fue un excelente narrador, quien por cierto contaba muy bien la primera historia que aparece en La noche del jabalí. Lo importante para todo esto, me parece, es diferenciar cómo se vive y cómo se cuenta. Es posible que alguien tenga la suerte de vivir un hecho muy interesante pero que no sabe decirlo. Así que esto no tiene relación con viajar mucho o poco, porque hay personas que salen de su comunidad una sola vez y con esa escasísima experiencia arman una historia interesante, colorida y recordable. Mi vida está más relacionada, al menos en la primera formación, con gente que narraba más que con personas que pintaran.

-De modo que bien pudiste ser escritor.

-Esa es otra variante. Es posible que alcance a contar con decoro, verbalmente, un acontecimiento o una vivencia, y otra dejarla por escrito. Dar el tono literario preciso ya es una virtud técnica de la que carezco. Recuerdo que cierta ocasión quise escribir la historia de un personaje muy joven al cual nunca conseguí hacer que creciera. Lo abandoné. Ni hablar.

-Debe de ser extraño saberse personaje de un libro. Equivale a vivir varias vidas: la cotidiana y la que se da cuando alguien acude a la novela.

-Lo es, en efecto, aunque ya no me sorprende tanto, porque el padre de Poli Délano, que es buen amigo mío, había incluido en un libro suyo cierta historia narrada por mí. En todo caso me sorprende que Leyva se haya interesado por novelar mis historias. Me siento halagado, desde luego. Luego, si bien las anécdotas aparecidas en La noche del jabalí son mías, no todas me han sucedido como las cuento, también les di una buena dosis de invención o de subjetividad. Además de que, según leo, José Angel mantiene muy bien mi manera de hablar. Me reconozco, pues. Y aunque soy un personaje muy humilde, el hecho de caminar en algunos libros me reconforta mucho.

-Desde siempre cuentas historias, entonces.

-Así es, desde niño. Claro, muy pronto me di cuenta que había algún tipo de hechos, noticias o interpretaciones de algunos sucesos que más me hubiera valido no contar ni siquiera escudado en la inocencia de mis primeros años. Por fortuna aprendí rápido cuáles historias merecerían quedarse en el silencio. Ahora, ya un hombre maduro, sé cuáles capítulos no están en La noche del jabalí porque tampoco se trata de echarme la soga al cuello. Cuando sienta que me falta muy poco tiempo para morir, revelaré algunas historias que por el momento es mejor que permanezcan en el olvido.

-¿Qué tanto te reconoces en La noche del jabalí, que finalmente es una novela, no una entrevista sobre tu vida?

-Me pareció sorprendente que José Angel Leyva pudiera entrar en mi personaje, que me hiciera hablar y entender la vida de una manera muy cercana a como me ha venido ocurriendo a lo largo de los años. La manera en que el autor ubica la situación con todo su clima, flora y fauna, da muy buen marco a los relatos que hice. Me siento bien y sé que como personaje dentro de la novela estoy recreado sin perder la autenticidad. De algún modo es como un retrato: el personaje se parece mucho al ser de carne y hueso pero por más similar que sea la imagen al modelo, habrá siempre una intencionalidad artística por parte de quien lo realiza. En esta novela ocurre un fenómeno análogo.

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