México D.F. Domingo 11 de mayo de 2003
Obra del francés Guy Foissy dirigida
por Lorena Maza
Destino gritadero muestra el lado oscuro de
las democracias formales
ARTURO JIMENEZ
Una sociedad en un futuro no muy lejano, en la cual la
"democracia" y las "libertades" han avanzado tanto que parecieran haberse
diluido ante las necesidades de control del Estado, es la que se observa
en la puesta Destino gritadero, obra del dramaturgo francés
Guy Foissy y dirigida en México por Lorena Maza.
Destino gritadero, que se estrena este 11 de mayo
en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico, es de muchas maneras
un grito de advertencia ante el supuesto "camino correcto" de las democracias
formales modernas, cuyo lado más oscuro acaba de revidenciarse en
la violencia y la guerra contra Irak.
Sostenida
en un libreto ágil pese a la densidad de los mismos diálogos,
las situaciones, atmósferas y personajes, esta puesta se apoya también
en el trabajo actoral de las tres protagonistas, a su vez antagonistas
recíprocas que hacen, así, avanzar la acción: Verónica
Langer, Montserrat Ontiveros y Emma Dib.
Con una línea cercana al teatro del absurdo y a
la vigilancia orweliana, la anécdota de esta obra es en apariencia
sencilla:
Tres mujeres desconocidas entre sí y con vidas
muy distintas, en espera, a la orilla de una carretera, en despoblado,
de un autobús que no llega y que debería llevarlas a uno
de los "gritaderos" instalados ex profeso como desahogo social.
La espera se hace larga y la urgencia de gritar se acrecienta,
por lo que la tensión y la confrontación, pero también
el conocimiento recíproco, se hacen inevitables. El acto subversivo
de dialogar y de discutir la esperanza lejana de un posible sentido a la
existencia, rompiendo por un momento los guetos individuales.
Fluyen de este modo historias de vacuidad y de aparente
suficiencia, de liberalidades amatorias, de rutinarias filas burocráticas,
de desempleo, de vidas desgastadas en el trabajo doméstico, de celdas
de castigo acolchonadas.
Confesiones distintas aunque mezcladas con un ingrediente
común: la soledad y el aislamiento al que son sometidos los ciudadanos.
Un distanciamiento en el cual la segregación principal es la impuesta
entre las mujeres y los hombres.
¿Por qué gritamos?
La diferencia, la confrontación, llevan también
a la reflexión, como la que hace una de las mujeres cuando cuestiona:
sí, hay que gritar, pero debemos saber por qué lo hacemos.
Ella también observa el riesgo de que se pierdan las palabras, de
que muera su función liberadora.
Por eso quizá es que en la obra se habla de "ver
las imágenes" y no de ver la televisión: el peligro de que
en ese futuro muy cercano se prescinda de la voz, de la palabra, de los
significados, y predomine sólo una masiva inyección visual.
Teatro del absurdo, aunque también de comedia,
de humor, casi siempre negro, ácido. Un tono éste que aligera
las cargas de los personajes, de los diálogos, de las situaciones
y, por supuesto, del espectador.
Y es que Foissy, de quien ya se han puesto en México
obras como Cambio de rumbo, es considerado dentro de un teatro que
si bien se adentra en los problemas de la sociedad contemporánea,
también avala su dramaturgia en la provocación de la risa,
quizá para no causar demasiada angustia.
Destino gritadero se presentará a partir
de hoy en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico (Avenida
Revolución 1500, colonia Guadalupe Inn), de viernes a domingo, en
distintos horarios.
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