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México D.F. Domingo 11 de mayo de 2003
Angeles González Gamio
Renace el emperador de los paseos
Sin duda el Paseo de la Reforma constituye una de las avenidas más bellas del mundo. Su creación fue idea del emperador Maximiliano, inspirado por Napoleón III, quien transformó París con un moderno rediseño urbano, en el que destacaban amplios boulevares. El objetivo, además de hacer más bella la capital, era establecer una vía directa al Castillo de Chapultepec, en donde el monarca pensaba fijar su residencia.
La rúa de 12 kilómetros se iniciaba en la glorieta de El Caballito; el breve periodo que gobernó el austriaco sólo le permitió terminar una austera calzada. Durante el gobierno del presidente Sebastián Lerdo de Tejada la avenida se amplió, añadiéndole a los lados generosos espacios que se cubrieron de árboles y jardines. Esto dio a la avenida un aspecto majestuoso, que llevó a las familias más pudientes a edificar grandes mansiones.
Este desarrollo alcanzó su plenitud a lo largo del porfiriato en el que se construyeron el monumento a Cristóbal Colón, el de Cuauhtémoc y la Columna de la Independencia, ahora conocida como El Angel. A fines del siglo XIX se colocaron dos estatuas por cada estado de la República de sus hombres más ilustres. Muy polémica fue la instalación al inicio del Paseo de las dos colosales esculturas de bronce conocidas popularmente como Los indios verdes. En la década de los cuarenta del siglo XX se realizó la fuente de la Diana Cazadora, que ha sido cambiada de lugar en dos ocasiones.
El Paseo que llegaba originalmente a la entrada de Chapultepec, se ha extendido hasta cruzar prácticamente toda la ciudad. Desde hace muchas décadas nuestra hermosa avenida no había tenido ningún remozamiento a fondo. Ahora, con las acciones que ha emprendido el Gobierno de la ciudad, podemos afirmar que ha renacido más bella y elegante que nunca. En el tramo que va de Lieja a Insurgentes se instaló un hermoso pavimento color arena dorada, magníficamente diseñado, con un atractivo acabado martelinado. Se ampliaron los jardines y se sembraron de flores; las antiguas bancas se limpiaron y se les repusieron adornos faltantes, lo mismo sucedió con las estatuas y pedestales de los hombres ilustres; se construyeron unos simpáticos bancos, muy modernos, del mismo material del pavimento. Se renovó la iluminación con modernos arbotantes dobles. El efecto total es impactante.
La cosa no queda ahí; en el tramo que va del Museo de Arte Moderno a Chivatito se arregló el piso de piedra, se limpio el camellón y se cubrió totalmente de flores multicolores y como cereza del pastel, las rejas de Chapultepec muestran 150 enormes fotografías, auténticamente extraordinarias, del artista visual y biólogo Fulvio Eccardi. La exposición titulada México Naturaleza Viva, la organiza la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal y tiene como guía interesantes textos del ecólogo y escritor Víctor M. Toledo.
Puedo afirmar sin exagerar que es de las muestras que más me han emocionado; es ver a nuestro país en su totalidad: sus selvas, mares, volcanes, desiertos, fauna, flora, sus indígenas, tan apegados a la naturaleza. Las fotografías deslumbran por su belleza y muchas de ellas conmueven profundamente por el tema. La niña que toca una flor miniatura, el vendedor de guajolotes, šel cuitlacoche!, los pájaros de vivos colores, la inmensidad del desierto y tantas, tantas cosas que no quiere uno dejar de ver; ojalá se haga un libro con estas imágenes, que despiertan el orgullo de pertenecer a un país con esta riqueza natural y humana y el deseo de cuidarlo y preservarlo.
Como reconocimiento a Maximiliano que inició este maravilloso Paseo de la Reforma, en su tiempo llamado Paseo del Emperador, vamos a comer al simpático restaurante de su paisana, la bella Renate Zéller, bautizado como Los Caprichos del Emperador, nombre de un famoso postre austriaco del siglo XIX, que era el predilecto del monarca Francisco José.
Está situado en Citlatépetl 9, en la colonia Condesa, en una antigua casa que nos traslada a la Europa decimonónica. La carta ofrece las especialidades clásicas de la cocina vienesa: crema de papas, gulasch, estofado de res y la famosa milanesa, entre varios otros. Sobresalen sensacionales postres, comenzando por el que nombra el establecimiento, así como una variedad de crepas y el original strudel de manzana.
Renate y su esposo Franz, han formado una bien surtida cava de vinos y licores, en los que predominan los austriacos, que sugieren para los distintos platillos. Por la tarde puede ir a tomar buen café y alguno de los exquisitos postres o bocadillos vieneses. [email protected]
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