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México D.F. Domingo 11 de mayo de 2003
José Antonio Rojas Nieto
El regreso
Hace diez días la Comisión Reguladora de
Energía otorgó el primer permiso para almacenar gas natural
en México. Le fue solicitado por la compañía Gas Natural
Baja California, compañía registrada en México pero
cuya propietaria es la Marathon Oil Corporation. No estoy seguro de que
los comisionados de la reguladora mexicana supieran que con ese permiso
regresa a nuestro país la Ohio-Mexico Oil Company, luego de haber
estado 65 años fuera de él. Se trata de una vieja conocida
de México, a la que en 1926 se le otorgaron siete concesiones petroleras
en el norte de México. La misma que en 1931 -como indican su historia-
tuvo en México su primera explotación de gas natural. Sí,
pese a ciertos rodeos, Marathon es la antigua Ohio Oil Company. Fundada
en 1887 por Henry M. Ernst, adquirida en 1889 por la Standard Oil, de John
D. Rockefeller, y separada por las normas antimonopolio de Teddy Roosevelt,
fue expulsada de México el 18 de marzo de 1938 junto con otras dieciséis
compañías: 1) Mexicana de Petróleo El Aguila, SA;
2) Naviera de San Cristóbal, SA; 3) Naviera San Ricardo, SA; 4)
Huasteca Petroleum Company (en la que trabajó Augusto Sandino);
5) Sinclair Pierce Oil Company; 6) Mexican Sinclair Petroleum Corporation;
7) Stanford y Compañía, S. en C.; 8) Peen Mex Fuel Company;
9) Richmond Petroleum Company de México; 10) Mexicana el Agwi, SA;
11) Compañía de Gas y Combustible Imperio; 12) Consolidated
Oil Company of México; 13) Mexicana de Vapores San Antonio, SA;
14) Sabalo Transportation Company; 15) Clarita, SA, y 16) Cacalilao, SA.
Sí, con esta autorización regresa una de
las más importantes compañías petroleras del mundo
actual. Podrá presumir en todo el mundo -de hecho ya lo hace- haber
logrado antes que la Shell y El Paso Energy para Altamira, el primer permiso
legal para construir, operar y mantener una terminal marina de gas natural
licuado; dos tanques de almacenamiento; un equipo de vaporizadores; y una
interconexión para realizar entregas en gasoducto de 750 a mil millones
de pies cúbicos al día de gas natural. Esto no es sino parte
de la infraestructura total de lo que la Marathon denomina Centro Regional
de Energía de Tijuana, que se situará -según indican
sus voceros- muy cerca de Rosarito. Además de es terminal y de la
planta de regasificación de un gas natural licuado que muy probablemente
provenga de Perú, de Bolivia o de Trinidad y Tobago, se anuncia
que ese centro contará con una central eléctrica de mil 200
megavatios para vender energía tanto a la Comisión Federal
de Electricidad como al mercado eléctrico de California. También
habrá una planta desalinizadora y potabilizadora de agua con una
capacidad diaria de 76 millones de litros y un sistema de tratamiento de
aguas residuales. Este proyecto, por cierto, ya había sido anunciado
y presentado por Carlos Fernández Vega en La Jornada el viernes
1º de marzo del año pasado.
Sí, en nuestra querida Tijuana estará lo
que el presidente de la trasnacional presenta como un centro regional de
energía y servicios públicos capaz de suministrar gas natural
limpio, energía eléctrica económica y agua potable,
gracias a los esfuerzos de la Marathon Oil Company y al trabajo conjunto
del sector público, la iniciativa privada y la comunidad local,
que harán posible -Marathon dixit- el impulso al crecimiento
económico y la contribución al mejoramiento de la calidad
de vida para los residentes y visitantes del norte de Baja California.
¡Maravillas veremos muy pronto!, pues la construcción está
programada para comenzar este año, con el propósito de iniciar
operaciones antes de que concluya este gobierno del cambio que ha promovido
el proyecto. Junto con la Marathon están, en primer lugar, la británica
Golar, la mayor compañía privada especializada en transporte
y regasificación de gas natural licuado del mundo, poseedora de
10 barcos con capacidad media de cinco millones de pies cúbicos
de GNL, equivalentes a poco más de tres mil millones de pies cúbicos
de gas natural, y que tiene su base de operaciones en Bermuda. Pero también
un grupo mexicano identificado como GSS que -según los anuncios
de prensa- tiene una amplia participación en diversas obras de infraestructura
en México. El proyecto de construcción y puesta en operación
estará cargo de dos empresas, la estadunidense Halliburton y la
italiana Techint con algunos antecedentes negativos en México.
Frente a esta información y a esta nueva realidad,
sólo un par de preguntas. ¿Bajo qué lógica
o qué racionalidad podemos y debemos explicar este enclave energético
en nuestro país? ¿No habrían podido asociarse Pemex
y CFE para sacar un proyecto conjunto y atender las necesidades de Baja
California -lo podrían hacer para Altamira- , incluso con la participación
de empresas de ingeniería y constructoras mexicanas? ¿Y nuestros
técnicos?¿Y nuestros ingenieros? ¿Y nuestros constructores?
¿Qué diablos hace este gobierno del cambio? ¡Abandona
el espíritu de la Constitución y los proyectos originales
de Pemex y CFE, y promueve el retorno de los expulsados en la expropiación
petrolera!
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