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México D.F. Sábado 10 de mayo de 2003
Alianza con albergue
Atenderá el IPN casos de violencia intrafamiliar
ALMA E. MUÑOZ
Ochenta por ciento de las mujeres sufre agresiones desde que inicia el noviazgo y continúa reproduciendo el círculo vicioso de la violencia intrafamiliar, según datos que recabó el albergue La Fortaleza en el Instituto Nacional de las Mujeres y en la Unidad de Atención a la Violencia Intrafamiliar.
Como forma de auxiliar a las víctimas de estas acciones, la esposa del presidente Vicente Fox, Marta Sahagún, ya acercó a la directiva del refugio con la Escuela Nacional de Enfermería del Instituto Politécnico Nacional para que cuenten con servicio médico propio y les fortalezcan, inclusive, las medidas de control natal y los conocimientos sobre sexualidad, pues es prácticamente una norma la agresión de los varones con alguna infección o enfermedad contagiosa, explicó Wendy Figueroa, directora de la institución.
Para este tipo de problemática no hay estatus social, lo mismo la sufren profesionistas que personas sin preparación, quienes se acercan a instancias como el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) con el propósito de alejarse de sus agresores, obtener la custodia de los hijos y, en la mayoría de las veces, la disolución del vínculo matrimonial.
Sonia Delgado Gómez, coordinadora de la Procuraduría de la Defensa del Menor y la Familia del DIF, establece que la institución brinda la asesoría jurídica necesaria, así como tratamiento sicológico y hasta refugio para darles a las mujeres afectadas la oportunidad de romper con la violencia que llega hasta sus hijos.
Así ocurrió con Graciela, quien sufrió durante más de 12 años agresiones físicas y sicológicas por parte de su marido, quien supo controlar las denuncias que en su contra interpuso la señora. "Sufrí tratos terribles que llegaron hasta el secuestro de mis hijos para obligarme a hacer lo que él quería. Siempre supe cuáles son mis derechos, pero no sabía a quién acercarme para tener justicia. Me sentía desesperada porque pasaron muchos años y mis niños vivían, junto conmigo, las agresiones que para él eran satisfacción. Salimos corriendo de la casa y, por fortuna, después de dos meses de trámites, firmé la demanda de divorcio, que para mí es el inicio de la libertad".
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