El vaso medio lleno
A pesar de los avances obtenidos en los últimos años en el control de la pandemia del VIH/sida en Latinoamérica y el Caribe, el vaso continúa medio lleno: se invierte la mitad de los recursos que se necesitan para hacerle frente; sólo la mitad de las personas con sida son tratadas con medicamentos antirretrovirales, y poco más de la mitad de los gobiernos del área promueven el uso del condón como medida preventiva. La respuesta a este problema de salud en la región es aún insuficiente y limitada. Esa fue una de las principales conclusiones de más de 1,400 delegados de 40 países reunidos en La Habana, Cuba, para participar en el II Foro en VIH/Sida e Infecciones de Transmisión Sexual en América Latina y el Caribe, realizado el pasado mes de abril. En la inauguración del evento, a la que asistió el comandante Fidel Castro, el director del Onusida, Peter Piot, informó que se necesitan 2 mil millones de dólares anuales para enfrentar la amenaza del sida en la región, pero hasta ahora sólo se destina la mitad de esa cantidad, y de las 370 mil personas que requieren tratamiento, sólo lo reciben poco más de la mitad. Respuestas a medias a una epidemia que apenas "está en sus inicios", como advirtió Piot, pero que ya afecta a 2 millones de personas en toda el área latinoamericana y del Caribe, lo que representa 5 por ciento de los casos de VIH en el mundo. Los costos de la desidia
Arlety Pinel, directora en América Latina del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y el Paludismo, expresó que el fracaso de los esfuerzos invertidos se debe a la división artificial que se ha dado entre la atención y la prevención del VIH/sida, lo que ha llevado a la falsa disyuntiva de priorizar una sobre la otra. Los países que han elevado su gasto para otorgar los tratamientos antirretrovirales han olvidado aumentar, a la par, los recursos para la prevención. En México, por ejemplo, la doctora Griselda Hernández, de Censida, informó que mientras este año se espera cubrir al cien por ciento la demanda de medicamentos antirretrovirales, el gasto en prevención se ha estancado en los últimos cuatro años. Por su parte, José Antonio Izazola, coordinador de la Iniciativa Regional sobre Sida para América Latina y el Caribe, evidenció esa disparidad. De acuerdo con su exposición, la región gasta en promedio dos veces más en atender ese padecimiento que en prevenirlo. "En prevención se gasta la mitad de los recursos necesarios", aseveró. Pero el problema no es sólo de falta de recursos, sino de un uso eficaz. Más que una mayor cantidad de recursos, expuso Izazola, lo que se necesita es una mejor distribución. Existe una marcada disparidad entre las cifras epidemiológicas y el gasto en prevención dirigido a las poblaciones y lugares donde se está transmitiendo el VIH. No hay correspondencia, sólo una mínima parte de los recursos destinados a la prevención se dirige a las poblaciones que aportan el mayor número de casos y de muertes. Es ahí donde quizá se encuentre la explicación del porqué se mostraron en el Foro de La Habana muy pocos logros en el terreno de la prevención. ¿Por qué cuesta tanto trabajo convencer a los gobiernos de lo obvio? Si se habla de una epidemia concentrada en grupos específicos de la población, ¿no resulta lógico dirigir hacia esos grupos los principales recursos preventivos? ¿Por qué los extintores apuntan hacia donde podría propagarse el fuego y no hacia donde ya se está propagando?, se preguntaron algunos de los participantes. La respuesta en parte está en lo que Peter Piot declaró a los medios en rueda de prensa: "la homofobia es un verdadero problema en la región". A pesar de que la población homosexual masculina y de otros hombres con prácticas homosexuales presentan las más altas tasas de seroprevalencia del VIH en América Latina --se estima que entre 5 y 20 por ciento de esa población está infectada--, la atención que han obtenido es mínima. Los mismos funcionarios del Onusida tardaron en reconocer esta situación y actuar en consecuencia. Por presión de los activistas gay latinoamericanos agrupados en la red Asical, el año pasado Onusida tuvo que crear una fuerza especial (Task force) para presionar a los gobiernos del área a remediar este absurdo. Y esa resistencia también se extiende hacia las trabajadoras sexuales y los usuarios de drogas intravenosas. Los que fallan son los pacientes
En el tema de los tratamientos, el problema de la adherencia o apego a los mismos acaparó el interés de muchos de los participantes. Y no es para menos. En algunos países la principal causa de falla de los tratamientos antirretrovirales se debe a que los pacientes no siguen al pie de la letra las recomendaciones médicas, lo que motivó al doctor Pedro Cahn a afirmar en una de las plenarias que "las drogas no fallan, los que fallan son los pacientes". El especialista argentino explicó que se necesita una adherencia del paciente superior a 90 por ciento para que los tratamientos sean efectivos. De ahí la importancia de acompañarlo en el proceso, afirmó. Por otro lado, la reducción de precios en los medicamentos antirretrovirales lograda por algunos países y regiones en negociaciones con las compañías farmacéuticas, fue presentada como un avance en la meta de alcanzar el acceso universal a los complicados y extremadamente costosos tratamientos contra el VIH. De los 10 mil dólares anuales que en promedio costaba tratar a un paciente, los precios han caído hasta mil dólares en algunos países de Centroamérica. Sin embargo, la disparidad de precios sigue presente. En la presentación de la doctora Patricia Uribe, llama la atención que a pesar de que México ha logrado reducir a 4 mil dólares el tratamiento por persona, aún resulta casi el doble de lo que pagan países como Brasil, Argentina y Chile. De vudú, reggae y chichi man No deja de resultar irónico que se mencionara una y otra vez a la movilización de la sociedad civil como la responsable de los logros alcanzados en la región --"los gobiernos funcionamos mejor cuando la sociedad civil se moviliza", declaró el representante de Brasil-- en un país donde no existe. Por ello, para la delegación cubana, la más numerosa, la presencia del comandante en jefe Fidel Castro en la inauguración y clausura del Foro tuvo la mayor de las significaciones. (Pocas poblaciones como la cubana afirman deberle todo a un hombre.) En particular, para los gays de la isla este encuentro tuvo un significado histórico, "es la primera vez que las maricas cubanas tomamos Palacio, aunque sea el de Convenciones", exclamó regocijado uno de ellos. En Cuba, también esa población ha sido la más afectada (dos terceras partes de los casos). No cabe duda que lo más interesante de este tipo de encuentros no se da en las sesiones plenarias donde se exponen las cifras macro, sino en el intercambio de las experiencias comunitarias y en el intenso cabildeo de las redes de organizaciones civiles, donde la discusión es más rica, apasionada y profunda. Sobre todo por la gran diversidad cultural y étnica que representan. Ainsley Reid, por ejemplo, expuso la manera como la música reggae jamaiquina transmite valores antigay e incita a la violencia. Él mismo fue atacado por ser chichi man (mote despectivo de homosexual) y vivir con VIH. "Los bisexuales somos vistos como una población muy peligrosa", afirma el padre de cuatro hijos. Y añade que en Jamaica todos los chichi man saben que tarde o temprano terminarán infectados por el VIH. Por su parte, Frank Henry aportó un elemento importante para entender la dinámica del VIH en Haití, país que tiene una epidemia generalizada. "Las personas creen que el vudú lo puede resolver todo, incluido el sida", expone. Pero en vez de procurar el acercamiento de los guías espirituales, los babalaos, se les ha marginado. "Los babalaos tienen muchos seguidores, y si no tratamos de involucrarlos no lograremos detener la epidemia", concluye tajante. Son estas condiciones culturales por las que "no se puede responsabilizar o acusar a las personas por infectarse cuando el margen de maniobra individual en condiciones de extrema pobreza, marginalidad y violencia estructural es muy limitado", expresó por su parte Arachu Castro, de Estados Unidos, en una de las plenarias. El Foro 2005, aún sin sede
Aunque con menor resonancia, el juicio a los disidentes cubanos y las ejecuciones de los tres secuestradores no pasó desapercibida. En la clausura, Helena Reynaga, en representación de las redes de organizaciones comunitarias, leyó un comunicado en donde después de afirmar: "No soy puta ni jinetera ni meretriz ni ramera sino una mujer trabajadora sexual", pidió a los presentes ponerse de pie y guardar un minuto de silencio. No dijo por qué. La omisión fue intencionada. El comandante Fidel Castro nunca se enteró que, junto a los muertos por sida, también se guardaba luto por las personas que horas antes había enviado al paredón. Finalmente, el supremo comandante clausuró el encuentro de cuatro días con un discurso breve, para sus estándares, de dos horas. La sede del próximo Foro 2005 no fue definida. Al parecer ningún gobierno de la región se animó a exponerse a las críticas por sus magros logros, luego de que los dos anfitriones anteriores, Brasil y Cuba, han sido puestos como modelos a imitar por sus incuestionables avances. |