LETRA S
Mayo 8 de 2003

El vaso medio lleno


Alejandro Brito

A pesar de los avances obtenidos en los últimos años en el control de la pandemia del VIH/sida en Latinoamérica y el Caribe, el vaso continúa medio lleno: se invierte la mitad de los recursos que se necesitan para hacerle frente; sólo la mitad de las personas con sida son tratadas con medicamentos antirretrovirales, y poco más de la mitad de los gobiernos del área promueven el uso del condón como medida preventiva. La respuesta a este problema de salud en la región es aún insuficiente y limitada. Esa fue una de las principales conclusiones de más de 1,400 delegados de 40 países reunidos en La Habana, Cuba, para participar en el II Foro en VIH/Sida e Infecciones de Transmisión Sexual en América Latina y el Caribe, realizado el pasado mes de abril.

En la inauguración del evento, a la que asistió el comandante Fidel Castro, el director del Onusida, Peter Piot, informó que se necesitan 2 mil millones de dólares anuales para enfrentar la amenaza del sida en la región, pero hasta ahora sólo se destina la mitad de esa cantidad, y de las 370 mil personas que requieren tratamiento, sólo lo reciben poco más de la mitad. Respuestas a medias a una epidemia que apenas "está en sus inicios", como advirtió Piot, pero que ya afecta a 2 millones de personas en toda el área latinoamericana y del Caribe, lo que representa 5 por ciento de los casos de VIH en el mundo.

Los costos de la desidia
De "rotundo fracaso" calificaron algunos de los ponentes los esfuerzos realizados hasta ahora por contener el avance de la epidemia de VIH/sida en la parte latina y caribeña del continente americano. Las cifras catastróficas dadas a conocer en el Foro son el resultado de las respuestas tardías y la falta de voluntad política de muchos gobiernos del área. "Se respondió tarde y mal", afirmaron varios de los participantes. En particular, se señaló a la influencia de la Iglesia católica como la responsable de la renuencia de algunos gobiernos del área a promover el uso del condón y a atender a las poblaciones más golpeadas por el VIH. En El Salvador, por ejemplo, uno de los países más afectados, la Ley especial del VIH/sida menciona a la abstinencia y la fidelidad como únicos medios válidos de prevención a promover por el Estado, y obliga a los promotores de las campañas preventivas a advertir al consumidor sobre "los riesgos" del uso del condón. "No puede seguir la oposición de la Iglesia católica a las acciones de prevención", advirtió Luis Lures, representante del Onusida para América Latina.

Arlety Pinel, directora en América Latina del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y el Paludismo, expresó que el fracaso de los esfuerzos invertidos se debe a la división artificial que se ha dado entre la atención y la prevención del VIH/sida, lo que ha llevado a la falsa disyuntiva de priorizar una sobre la otra. Los países que han elevado su gasto para otorgar los tratamientos antirretrovirales han olvidado aumentar, a la par, los recursos para la prevención. En México, por ejemplo, la doctora Griselda Hernández, de Censida, informó que mientras este año se espera cubrir al cien por ciento la demanda de medicamentos antirretrovirales, el gasto en prevención se ha estancado en los últimos cuatro años. Por su parte, José Antonio Izazola, coordinador de la Iniciativa Regional sobre Sida para América Latina y el Caribe, evidenció esa disparidad. De acuerdo con su exposición, la región gasta en promedio dos veces más en atender ese padecimiento que en prevenirlo. "En prevención se gasta la mitad de los recursos necesarios", aseveró. Pero el problema no es sólo de falta de recursos, sino de un uso eficaz. Más que una mayor cantidad de recursos, expuso Izazola, lo que se necesita es una mejor distribución. Existe una marcada disparidad entre las cifras epidemiológicas y el gasto en prevención dirigido a las poblaciones y lugares donde se está transmitiendo el VIH. No hay correspondencia, sólo una mínima parte de los recursos destinados a la prevención se dirige a las poblaciones que aportan el mayor número de casos y de muertes. Es ahí donde quizá se encuentre la explicación del porqué se mostraron en el Foro de La Habana muy pocos logros en el terreno de la prevención.

¿Por qué cuesta tanto trabajo convencer a los gobiernos de lo obvio? Si se habla de una epidemia concentrada en grupos específicos de la población, ¿no resulta lógico dirigir hacia esos grupos los principales recursos preventivos? ¿Por qué los extintores apuntan hacia donde podría propagarse el fuego y no hacia donde ya se está propagando?, se preguntaron algunos de los participantes. La respuesta en parte está en lo que Peter Piot declaró a los medios en rueda de prensa: "la homofobia es un verdadero problema en la región". A pesar de que la población homosexual masculina y de otros hombres con prácticas homosexuales presentan las más altas tasas de seroprevalencia del VIH en América Latina --se estima que entre 5 y 20 por ciento de esa población está infectada--, la atención que han obtenido es mínima. Los mismos funcionarios del Onusida tardaron en reconocer esta situación y actuar en consecuencia. Por presión de los activistas gay latinoamericanos agrupados en la red Asical, el año pasado Onusida tuvo que crear una fuerza especial (Task force) para presionar a los gobiernos del área a remediar este absurdo. Y esa resistencia también se extiende hacia las trabajadoras sexuales y los usuarios de drogas intravenosas.

Los que fallan son los pacientes
Las infecciones de transmisión sexual (ITS) también fueron tema del Foro, realizado en el Palacio de las Convenciones de La Habana, pero no recibieron la misma atención que el VIH y el sida. Ese fue el reclamo del doctor Fabio Moherdaui, del programa de sida de Brasil, quien afirmó que en América Latina ocurren anualmente 38 millones de casos de sífilis, gonorrea, clamydia y otras infecciones transmitidas por la vía sexual. Y aunque la mayoría son curables, su expansión facilita la transmisión del VIH. Las llamadas ITS alteran las barreras epiteliales de los genitales, lo que facilita la entrada del virus que causa el sida, explicó el doctor Moherdaui. Además, la concentración de VIH en una persona seropositiva que padece alguna de esas infecciones es mucho más elevada. El tratamiento y manejo adecuado de las ITS, explicó el especialista, reduciría 42 por ciento la incidencia del VIH. Con cien casos de sífilis tratados y controlados, se pueden evitar 121 casos de VIH, ejemplificó. Sin embargo, la importancia de atender a las ITS por su relación con el VIH/sida aún no se ha comprendido. Muchos gobiernos, lamentó Moherdaui, "no han logrado poner en su agenda a las ITS como lo han hecho con el VIH/sida, tampoco las ONG".

En el tema de los tratamientos, el problema de la adherencia o apego a los mismos acaparó el interés de muchos de los participantes. Y no es para menos. En algunos países la principal causa de falla de los tratamientos antirretrovirales se debe a que los pacientes no siguen al pie de la letra las recomendaciones médicas, lo que motivó al doctor Pedro Cahn a afirmar en una de las plenarias que "las drogas no fallan, los que fallan son los pacientes". El especialista argentino explicó que se necesita una adherencia del paciente superior a 90 por ciento para que los tratamientos sean efectivos. De ahí la importancia de acompañarlo en el proceso, afirmó.

Por otro lado, la reducción de precios en los medicamentos antirretrovirales lograda por algunos países y regiones en negociaciones con las compañías farmacéuticas, fue presentada como un avance en la meta de alcanzar el acceso universal a los complicados y extremadamente costosos tratamientos contra el VIH. De los 10 mil dólares anuales que en promedio costaba tratar a un paciente, los precios han caído hasta mil dólares en algunos países de Centroamérica. Sin embargo, la disparidad de precios sigue presente. En la presentación de la doctora Patricia Uribe, llama la atención que a pesar de que México ha logrado reducir a 4 mil dólares el tratamiento por persona, aún resulta casi el doble de lo que pagan países como Brasil, Argentina y Chile.

De vudú, reggae y chichi man

No deja de resultar irónico que se mencionara una y otra vez a la movilización de la sociedad civil como la responsable de los logros alcanzados en la región --"los gobiernos funcionamos mejor cuando la sociedad civil se moviliza", declaró el representante de Brasil-- en un país donde no existe. Por ello, para la delegación cubana, la más numerosa, la presencia del comandante en jefe Fidel Castro en la inauguración y clausura del Foro tuvo la mayor de las significaciones. (Pocas poblaciones como la cubana afirman deberle todo a un hombre.) En particular, para los gays de la isla este encuentro tuvo un significado histórico, "es la primera vez que las maricas cubanas tomamos Palacio, aunque sea el de Convenciones", exclamó regocijado uno de ellos. En Cuba, también esa población ha sido la más afectada (dos terceras partes de los casos).

No cabe duda que lo más interesante de este tipo de encuentros no se da en las sesiones plenarias donde se exponen las cifras macro, sino en el intercambio de las experiencias comunitarias y en el intenso cabildeo de las redes de organizaciones civiles, donde la discusión es más rica, apasionada y profunda. Sobre todo por la gran diversidad cultural y étnica que representan. Ainsley Reid, por ejemplo, expuso la manera como la música reggae jamaiquina transmite valores antigay e incita a la violencia. Él mismo fue atacado por ser chichi man (mote despectivo de homosexual) y vivir con VIH. "Los bisexuales somos vistos como una población muy peligrosa", afirma el padre de cuatro hijos. Y añade que en Jamaica todos los chichi man saben que tarde o temprano terminarán infectados por el VIH. Por su parte, Frank Henry aportó un elemento importante para entender la dinámica del VIH en Haití, país que tiene una epidemia generalizada. "Las personas creen que el vudú lo puede resolver todo, incluido el sida", expone. Pero en vez de procurar el acercamiento de los guías espirituales, los babalaos, se les ha marginado. "Los babalaos tienen muchos seguidores, y si no tratamos de involucrarlos no lograremos detener la epidemia", concluye tajante. Son estas condiciones culturales por las que "no se puede responsabilizar o acusar a las personas por infectarse cuando el margen de maniobra individual en condiciones de extrema pobreza, marginalidad y violencia estructural es muy limitado", expresó por su parte Arachu Castro, de Estados Unidos, en una de las plenarias.

El Foro 2005, aún sin sede
Dos acontecimientos externos tuvieron diferente resonancia en el Foro. La invasión de Estados Unidos a Irak fue condenada por todas las organizaciones civiles y comunitarias en una declaración que se leyó en la sesión de clausura. En el stand de los brasileños se leía con letras enormes: "80 mil mdd gastados en la guerra contra Irak salvarían a 35 millones de personas hoy irremediablemente condenadas por el sida, la malaria, el cólera y la tuberculosis", y la gente animada llenó las paredes con mensajes semejantes y de condena. El doctor Pedro Cahn, de Argentina, agregó otro dato: 20 mil mdd se necesitan para dar medicamentos a todas las personas con sida que lo necesitan en el mundo. Cuatro veces menos de lo gastado en la guerra contra Irak.

Aunque con menor resonancia, el juicio a los disidentes cubanos y las ejecuciones de los tres secuestradores no pasó desapercibida. En la clausura, Helena Reynaga, en representación de las redes de organizaciones comunitarias, leyó un comunicado en donde después de afirmar: "No soy puta ni jinetera ni meretriz ni ramera sino una mujer trabajadora sexual", pidió a los presentes ponerse de pie y guardar un minuto de silencio. No dijo por qué. La omisión fue intencionada. El comandante Fidel Castro nunca se enteró que, junto a los muertos por sida, también se guardaba luto por las personas que horas antes había enviado al paredón.

Finalmente, el supremo comandante clausuró el encuentro de cuatro días con un discurso breve, para sus estándares, de dos horas. La sede del próximo Foro 2005 no fue definida. Al parecer ningún gobierno de la región se animó a exponerse a las críticas por sus magros logros, luego de que los dos anfitriones anteriores, Brasil y Cuba, han sido puestos como modelos a imitar por sus incuestionables avances.

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