.. |
México D.F. Viernes 9 de mayo de 2003
Ante el tumulto en Moscú, "entendí que no era a mí a quien recibían sino a Mariana"
Los cosacos estaban felices con Verónica Castro: "claro que esta mujer es rusa"
Tras el programa con Vicente Fernández "empecé a dormir muy poco y trabajar como negra"
LUCY OROZCO /Y II ESPECIAL
En esta segunda parte de la entrevista, Verónica Castro habla de su trabajo en el extranjero, de sus éxitos en Italia y Rusia, del inicio de su fase como conductora de programas nocturnos y de su relación con María Félix.
-Entonces, en Argentina hiciste esas telenovelas rústicas, pero que gustaron.
-Sí, me llevé lo rústico que me sabía para allá. Lo aprendieron y les gustó muchísimo. Luego me dijeron que ya no querían hacer una telenovela tan pobre y me llevaron a vivir a un castillo impactante!...
-Como de Visconti.
-šSí! Además hice la entrada en la fuente de Trevi, como en La dolce vita, y después resulté amiga de Fellini, gracias a su esposa, Giullieta Massina.
-Platícame de ellos.
-Ella estaba encantada conmigo: como veía telenovelas me quería mucho. Me presentó a Federico, que era un adorado, un loco, como los grandes genios. El día que presentaron su última película asistieron todos los italianos famosos. También había, como en sus películas, personajes excéntricos.
-ƑEstaba Marcelo Mastroianni?
-šPor supuesto! Llegaron las cámaras y se lanzaron sobre mí, me impactó y emocionó mucho. Esa noche me invitó a cenar Fellini con Giullieta. Federico se rio horrores, era un hombre de gran inteligencia y sentido del humor.
-ƑCómo trabaste amistad con ellos?
-La gente de producción de la última película de Federico me invitó a la premier. šClaro que fui!, hasta de rodillas iría. En ese acto fue que la señora Giulietta, que veía la telenovela, al saber que yo estaba ahí me invitó a cenar con ellos. Para mí fue como una alucinación; maravillosa e inolvidable.
"Me desbarataron mi agenda..."
-Pero tu apoteosis fue en Rusia; cuéntame de eso.
-Estando en Sevilla, durante la grabación de los programas de Y Vero América va me dijeron que tenía que ir a Rusia. Les dije que era imposible porque justo ese día tenía que volar a México para grabar mi programa y si no llegaba don Emilio me mataría. Me contestaron que "el patrón" era quien me mandaba a Rusia. Le pedí a mi hermano que me acompañara, porque no sabía lo que pasaba. José Alberto me explicó que estaban transmitiendo la telenovela allá y querían que fuera a hacer algo de promoción. Me desbarataron mi agenda de trabajo para el resto de la semana, porque estaba comprometida ya para viernes y sábado en Las Vegas, y el domingo šen Chiconcuac!
-ƑDe veras?
-ƑNo me crees, verdad? Pues así de "internacionales" estaban mis planes. Obedecí, me fui a Rusia y estuve allá una semana. Cuando llegué al aeropuerto de Moscú, quedé impactada; no se podía pasar, estaba todo cerrado, custodiado. Había miles de personas. Estaban ahí todas las televisoras, no me explicaba lo que estaba pasando, porque ni siquiera me conocían. Pronto entendí que no era a mí a la que recibían así; era a Mariana, y ya había pasado mucho tiempo desde que había grabado Los ricos también lloran.
-Cuéntame una anécdota entrañable de Rusia.
-Por ejemplo, la noche de los cosacos. Cenamos en un salón inmenso con una mesa que rodeaba el lugar. Tras una larga jornada de presentaciones y actos, yo desfallecía de hambre y lo único que había frente a mí era un vaso de vodka, que yo pensaba era agua. Todos los comensales tenían uno, pero nadie bebía. Yo volteaba, les sonreía a todos, saludaba, y nada que nos servían de comer. Entonces me explicaron que primero tenía que ponerme de pie, decir salud en ruso, levantar el vaso de vodka y bebérmelo todo para que los invitados siguieran mi ejemplo, y sólo después servirían la cena. Nunca había tomado vodka y pensé que me iba a morir. Afortunadamente, me aconsejaron cómo tomarlo: debía respirar profundo, decir nazdarovia (salud, en ruso) y luego conteniendo la respiración, tomar el vodka de un sorbo y, también sin respirar, beber un vaso de agua, de esa forma no me embriagaría o desmayaría, como yo pensaba. Así lo hice, esperé el mareo, me agarré de donde pude, pero nada extraño pasó. Empecé a sentir un calorcito muy sabroso, creció mi apetito, pero no me emborraché. Salieron los cosacos y bailaron, nos dieron de cenar y los cosacos querían brindar conmigo, y como ya me sabía la técnica, špues brindé con ellos otra vez! Los cosacos estaban muy contentos, decían: "šClaro que esta mujer es rusa!" Comimos como bárbaros; de pronto, nos trajeron una olla como de frijoles...
-šCaviar!
-šAjá! Pero como vi una vasija grande, pensé que eran los frijoles de allá, pero efectivamente era caviar, y en un plato grande me llevaron una blini gigante, que es una especie de crepa donde pones el caviar y la enrollas, así que me comí un inmenso taco de caviar.
-Además tienes otra faceta, la de conductora de programas nocturnos. Desde el primero de ellos, šMala noche no!
-En Italia, el señor Berlusconi me ofreció un contrato con ceros muy bonitos, para suplir a Amanda Lear en un programa que se llamaba en español Vivan las mujeres, y dije: "šMe quedo!" Entonces me llamó don Emilio y le dije que ya estaba contratada, que aunque me volviera a castigar, ya estaba comprometida. Me respondió: "No te vas", y yo le dije que sí, le expliqué que ya tenía un contrato. Me preguntó cuánto me daban y me ofreció lo mismo si me quedaba, šy me quedé!
-Pero con lo mismo del otro cheque...
-Sí. Después, don Emilio ya no sabía qué hacer conmigo, me decía que me estaba pagando mucho dinero y no sabía en qué ponerme a trabajar. Yo le dije que le entraba a lo que fuera. A él se le ocurrió que hiciera un programa nocturno. En ese entonces la programación se acababa a las 10:30 u 11 de la noche. El señor Azcárraga decidió probar ese horario con musicales en vivo: le hablé a las chicas de Pandora y les pedí que me echaran la mano, que no tenía presupuesto, pero que me harían un favor muy especial al acompañarme media hora. Con ese "échenme la mano" abrí el programa. Les pedí a mis amigos que me apoyaran. Cuando iban al programa los consentía: flores en el camerino, cariño, buena vibra, todo lo que tuviera a mi alcance. Un día le hablé a Vicente Fernández y le pedí que me apoyara. Aceptó sin mayor trámite: "Claro que sí, chaparra, con gusto". Entonces le hablé a don Emilio y le dije que venía Vicente y que iba a cantar y platicar, le pedí permiso para alargar el programa y me contestó: "No me estés chingando, šya, por favor! Entiende que en la noche ya no hay nada, te puedes quedar todo el tiempo que quieras; pero no me estés fastidiando, tengo muchas cosas que hacer". Y me colgó. Le dije al equipo que teníamos permiso de quedarnos toda la noche, que terminaríamos la transmisión cuando Vicente quisiera o ya no pudiéramos más. Con esa autorización tuvimos para desvelarnos y desvelar a la gente. Imagínate, pues, empecé a dormir muy poco y a trabajar como negra.
Los destellos de Emilio Azcárraga
-Pero fue un exitazo.
-La verdad fue culpa de don Emilio, de pronto se le ocurría: "Oye, Ƒpor qué no juntas a Manzanero y a Luis Miguel?" La verdad que "el patrón" es brillante... Fíjate que dije "es"... porque don Emilio no ha muerto, no para mí, él sigue tan vivo como La Doña, como Fanny (Schatz), Lola (Beltrán) y mi doctor González Parra. Don Emilio tenía destellos muy desconcertantes, me ponía en verdaderos aprietos... Yo me preguntaba: "ƑCómo junto a esos artistas, cómo le hago, qué les digo?" No me cuadraban, pero luego salían unos programas maravillosos.
-También hiciste uno de los programas más importantes de la televisión mexicana, que ya quedó para la historia, el de María Félix.
-Desde que empezó la serie yo la quería invitar. Le pedí a mi mánager, Fanny Schatz, que también representaba a La Doña, que me echara una mano con ella. Fanny me contó la charla que sostuvieron: "María, Ƒya viste los programas de Verónica?", y ella le contestó con su inolvidable estilo: "ƑQuién es esa?" šAsí tenía que ser! Esa es mi Doña adorada, toda una diva. Nunca dejó de serlo y siempre lo será. Fanny me elogió bastante y María cedió un poco: "šAh, sí, he oído algo! Pero no la tengo ubicada". Fanny le pidió que viera los programas. Pasó šMala noche no!, Aquí está, y no fue sino hasta La movida cuando aceptó. No fue fácil, tuvimos bastantes entrevistas previas, me preguntó si yo tenía una cámara especial, le dije que sí, que me había comprado unos lentes para verme más joven. Ella quería saber si existían lentes más fuertes y yo le prometí que le compraría los mejores que hubiera, los que ella quisiera... y šsalimos muy guapas! Esta es la primera vez que lo digo en una entrevista y también la última: usamos lentes especiales, y los adoramos. María estaba guapísima, špero su personalidad fue la que arrasó! Para aquel programa yo le había hecho mil pruebas de iluminación, de vestuario, de sonido, de postura, šhasta conseguí que admitiera ponerse uñas postizas! Ella acostumbraba a traerlas muy cortas. Nunca había usado uñas postizas, decía que no sabía manejarlas, yo le argumenté que ella sabía mover muy bien sus manos, que las usaba mucho y que era necesario. Me preguntó con sequedad: "ƑTú crees?" Le dije que traería a las personas que me las ponían a mí. Fue extraordinario ver cómo se adaptaba a ellas y empezaba a disfrutarlas. Disfruté mucho a María, me hizo vivir tres meses en su casa de Polanco y las horas se nos iban sin apenas sentirlas. Era una gran conversadora, me enseñó muchas cosas...
-Verónica, cambiando de tema, dime, Ƒpor qué no quieres hacer nada en este momento?
-No es que no quiera. Es que no hay nada interesante. Creo que va aparecer algo por ahí, la televisión es cíclica, siempre hay cambios; como en la vida. De repente te vas a lo malo y a lo podrido, pero también tienes que volver a la ternura y al amor.
|