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México D.F. Viernes 9 de mayo de 2003
Idolos de la banda
Monsiváis descifra a El Tri
El folleto de la banda sonora de la película Esclavo del rocanrol, protagonizada por Alex Lora, que lleva por título Los números uno: éxitos 1968/2003, contiene un texto de Carlos Monsiváis que se llama El Tri y Alejandro Lora y dice: "š2 de octubre de 1968. Se inauguran los Juegos Olímpicos y comienza su interminable carrera Three Souls in my Mind, o, a petición de la Raza, también homenajeada ese día, simplemente El Tri. El público de los inicios es inesperado y previsible a la vez: enloquecidos del rock, que además quieren estrenar libertades verbales, sexuales y de conducta, y que ven las tocadas (aún no promovidas a conciertos) la oportunidad del desfogue, del 'soltar vapor'. Con su aspecto de recién resucitado de la santidad y del reventón, Lora triunfa en el Festival de Avándaro, resiste a las represiones de la moral y las buenas costumbres, se convierte aceleradamente en ídolo de la banda, esa sociedad que se amplía y reduce el conjuro de los decibeles, mientras El Tri se vuelve uno de los paisajes urbanos de las generaciones del six-pack, el subempleo, la esperanza interminable, el desempleo abierto, las ganas del relajo, la paciencia en el trasporte (antes que se le llamara 'el entrenamiento para las largas migraciones'). Ah, y pronto se añaden las chavas al monstruo del mil gargantas.
"Ya sólo va a poder tocar el hijo de Díaz Ordaz, canta El Tri en 1969... Fíjate que no fue así, muchos más pidieron hacerlo. En medio del cementerio de nombres y de grupos, de canciones que prenden a los chavos y de la amnesia que a los seis meses las rodea, El Tri persevera, amplía su repertorio hasta las 325 canciones de hoy, telonea y alterna con grandes grupos (los Rolling Stones, decanos del sonido que mezcla las rolas y las multitudes angustiadas por su felicidad), recorre el país comprobando que en materia de rock no hay tal cosa como provincia, graba con orquesta, viaja por el mundo y por el repertorio del rock, (de Chuck Berry a Carlos Santana), regresa a sus públicos a la Basílica de Guadalupe ('Conocí una linda morenita y la quise mucho'), y usa tranquilamente a sus públicos sucesivos como sus retratos de Dorian Grey: que ellos, si no les queda otra, envejezcan, nosotros aquí nos mantenemos pegaditos a las bocinas, fuente de la eterna juventud."
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