México D.F. Viernes 9 de mayo de 2003
Montaje de Michael Thalheimer, con el Deutsches
Theater, al clásico de Gotthold Lessing
Emilia Galotti, diluvio emocional en un laberinto
sin escape
El director escénico consigue una forma de humor
insólita que trastoca la tragicomedia
Se presentará en el DF dentro del foro CulturALE2003
y en Guanajuato el festival Cervantino
PABLO ESPINOSA ENVIADO
Berlin, 8 de mayo. El director de escena Michael
Thalheimer y su colega Frank Castorf son, con una pléyade entre
quienes figura también en primer plano el maestro Christoph Marthaler,
las estrellas indiscutibles del teatro alemán de hoy día.
Ambos viajarán a México en octubre para presentar sus recientes
producciones, que se estrenan durante estos días en la versión
conmemorativa del cuadragésimo aniversario del Theatertreffen, que
es la revisión más depurada de lo mejor de las artes escénicas
de Alemania.
El
maestro Thalheimer presentó anoche, en la sede del Deutsches Theater,
su puesta en escena de la obra clásica de Gotthold Ephraim Lessing,
Emilia Galotti, con resultados superlativos. Alaridos entre el público,
estallidos de adrenalina desde los cuerpos de los actores, imaginería
a raudales.
Segundos antes de apagar la luz del público, apareció
bajo el proscenio Bernd Wilms, director artístico del Deutsches
Theater, para explicar una variante de último momento: Regine Zimmermann,
la actriz principal, debió ser remplazada (debido al fallecimiento
de uno de sus familiares) por Katharina Schmalenberg, quien sólo
tuvo 24 horas para ensayar y ponerse a tono. La hazaña fue completa,
pues no nada más ella sino la compañía entera arrasó
con su desempeño fuera de serie.
Gira por México
La puesta en escena de Emilia Galotti con el Deutsches
Theater viajará a México, como parte de las actividades de
CulturALE2003, foro que organiza el Instituto Goethe. Se presentará
en el Distrito Federal las noches del 18 y el 19 de octubre, y en la ciudad
de Guanajuato las noches del 24 y el 25 de ese mes. Viajará la actriz
principal de este montaje, Regine Zimmerman y la escenografía (que
es monumental) completa. Como lo han hecho en otras giras, de las cuales
su viaje a Roma es la más reciente, invitarán a una veintena
de parejas mexicanas para aparecer en la última escena, bailando
el vals Buscando amar, esa obra maestra de la reciente cinematografía
china.
Los referentes del público alemán respecto
de la obra de Lessing son tan conocidos, que el director, Michael Thalheimer,
incluyó tal back ground en sus muchos juegos escénicos
que introdujo en esta versión por completo opuesta de la que un
par de días antes estrenó su colega Andrea Breth en la inauguración
de este Theatertreffen (La Jornada, 4 de mayo).
Entre otros recursos, Thalheimer puso en boca de los actores
la mayor parte de los diálogos en una velocidad de trabalenguas,
poniendo prácticamente cámara lenta en las palabras clave
de la obra, recurso de alto contraste que integró de manera hipercoherente
con un tono hilarante preñado de dinamita en su interior. Dirigió
con tal tino el tono de tragicomedia que el viento bajo los tilos de Berlín
mecía de manera diferente los perfumes de las transeúntes.
La música para esta Emilia Galotti, en tanto,
pertenece a la banda sonora de ese filme maestro del director chino Wang
Jia Wei, Buscando amar (In the mood for love). El tema original
de aquella película forma entonces parte del prisma interminable
que constituye el trazo escénico de Thalheimer, pues ese vals, repetido
ad infinitum en contrapunto y estableciendo polifonía con
los decires corporales, gestuales y los diálogos, completa un todo
minimal de efectos multiplicados a los que causa por sí misma la
música de Buscando amar.
Hay un momento inclusive en el que suena ese vals al revés,
mediante el recurso de la reversa en la cinta magnética y ya para
entonces el juego de espejos se ha multiplicado de nuevo hacia un hipertexto
formidable. Por igual la atmósfera del filme chino que reflejos
del Pret a Porter, de Robert Altmanm, pues el planteamiento inicial
ironiza un desfile de modas de Armani o de Versace.
Juegos de dados prosódicos
El
recurso de que los actores digan muchos de sus parlamentos como trabalenguas
permite juegos de dados prosódicos y armazones de sintaxis aleatorias
y calculadas, como si alguien detuviera, a la manera de los diyéis,
las palabras que dicen los actores y los hiciera repetir sílabas
de sus frases de manera caprichosa, cual si tartamudearan, y soltarlos
de repente hasta completar la frase.
El director escénico consigue una forma de humor
insólita para construir un todo: un trastocamiento de la tragicomedia,
tocar el traste de la comedia, trocar su trote, trastearla, si atendemos
a los muchos juegos de palabras que estructura Thalheimer en el alemán
de un autor clásico, Lessing. Leer a Lessing. Leyendo a Lessing,
que tiene apellido de gerundio.
En todo esto el juego escenográfico es demoledor.
Un par de muros de madera que se convertirán en laberinto de puertas
sin escape para un diluvio de emociones sin remedio.
Lo que verá el público mexicano el próximo
octubre, cuando merced al trabajo del Instituto Goethe será Alemania
el invitado principal del Festival Internacional Cervantino y como parte
del acontecimiento cultural del año, culturALE2003, será
una puesta en escena de excelencia: la versión del maestro Michael
Thalheimer al frente del Deutsches Theater, de Emilia Galotti, ese
gran clásico de Lessing.
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