México D.F. Viernes 9 de mayo de 2003
Reconocer pobreza y marginación de millones, uno de sus pocos aciertos, señalan
Analistas externan escepticismo sobre el Acuerdo Nacional para el Campo
FABIOLA MARTINEZ
El Acuerdo Nacional para el Campo es limitado y uno de sus pocos aciertos es el reconocimiento, por parte del gobierno federal, de que la pobreza y marginación de millones de habitantes en zonas rurales "es un problema no resuelto", señalaron especialistas en economía agropecuaria.
En tanto, Víctor Quintana, uno de los promotores del movimiento El campo no aguanta más y representante de una de las cuatro organizaciones que se negaron a suscribir el documento referido, señaló que los dirigentes campesinos "se sentaron demasiado rápido a negociar un programa cuyo elemento es más político-electoral que de compromiso con los campesinos".
Los investigadores Julio Boltvinik, Armando Bartra, Araceli Damián, Kristen Appendini y Quintana participaron en el foro Crisis del campo mexicano, realizado la noche del miércoles en la Fundación Heberto Castillo Martínez.
El también dirigente del Frente Democrático Campesino de Chihuahua e investigador de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez hizo un recuento de las luchas agrarias de los pasados diez años que derivaron en el acuerdo referido.
En todo ese proceso, dijo, está claro que fue un error haber aceptado una propuesta conjunta, es decir, derivada del documento de los dirigentes campesinos y del gobierno. "Había que esperar un poco más para firmar el acuerdo, escapar a la coyuntura electoral y conjuntar más fuerza del movimiento campesino".
Ahora, comentó en entrevista, la prueba de fuego será que los acuerdos básicos se cumplan en el transcurso de este año, esto es, reglas de operación de los programas fundamentales (Aserca, Alianza para el Campo y Procampo); prohibir la importación de maíz blanco y cobrar el arancel respectivo en el maíz amarillo, pero sobre todo que se inicie de inmediato la renegociación del capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio de América del Norte para no esperar la evaluación que se realice en torno a este tema hasta diciembre próximo.
"Soy escéptico. El acuerdo no es un parteaguas en la superación de la pobreza en el campo ni resolverá los grandes problemas", dijo. Sin embargo, el dirigente aseguró que se mantendrá cercano a la comisión de seguimiento y evaluación de los resultados del mismo.
Por su parte, Boltvinik, especialista en el tema de la pobreza, dejó en claro que la única alternativa para que los campesinos mexicanos salgan de esta situación es un plan de subsidios similares a los que destinan los gobiernos de países europeos o de Estados Unidos, toda vez que la dinámica de precios de los productos agropecuarios se sustenta sólo en los días laborados.
Es decir, los productores podrían superar la línea de baja productividad y subvaloración de su fuerza de trabajo si recibieran apoyos directos por parte del gobierno. "Los campesinos europeos podrían ser pobres ante la estacionalidad, pero reciben altos subsidios que cubren los días en que no hay trabajo agrícola", indicó.
En su ponencia, Bartra comentó que el acuerdo no hace referencia a una reforma estructural y, por el contrario, se corre el riesgo de obtener sólo pactos mínimos y muchos más que se queden sólo en el papel.
Coincidió con Quintana respecto a la importancia de vigilar el cumplimiento de lo pactado y resumió el contexto de la firma del acuerdo: "los campesinos mexicanos estaban en la antesala de la inyección letal y (con el acuerdo) les conmutaron la pena de muerte por cárcel perpetua, mientras se restablece el juicio".
Lo anterior, señalaron los especialistas, ante una realidad en la que 90 por ciento de la población rural continúa en niveles de pobreza; además, la importación de alimentos es de casi 11 mil millones de pesos y las remesas equivalen a 10 mil millones de pesos. Por todo ello, advirtieron, se requiere una política de Estado para el campo, una reforma total más que un acuerdo de alcances limitados.
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