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México D.F. Viernes 9 de mayo de 2003

Armando Bartra /II y última

Lo difícil es ganar

La batalla mayor del movimiento El campo no aguanta más (MCAM) fue la de abril. Amarrar la alianza, mover cien mil campesinos, conseguir solidaridad obrera, jalar al CAP y a la CNC, armar un programa unitario y arrancarles acuerdos a los funcionarios, resultó pan comido. Lo difícil fue cerrar esta etapa sin renunciar a lo acordado, por lo mucho que está pendiente; ni renunciar a lo pendiente, por lo poco que está acordado. Y hacerlo sin romper la unidad ni perder la figura.

La clave no estuvo en firmar o no firmar, sino en respetar el resultado de la consulta a las bases. "No hay por qué darle tanta importancia a la firma o no, ni por qué conferirle carácter definitorio de quienes están en favor o en contra del movimiento... La firma del Acuerdo para el Campo... es sólo un etapa (...) No (es) el gran acuerdo, porque si bien el gobierno ha accedido a algunas demandas (...) las más importantes quedan sin respuesta o respondidas parcialmente (...) Las organizaciones que así lo deseen podrán firmarlo, no habrá por qué canonizar o satanizar si lo hacen o no lo hacen (...) Lo importante es la unidad". Emitida el 24 de abril por el Frente Democrático Campesino de Chihuahua, que decidió no firmar, la lúcida y unitaria posición contrasta con las furiosas catilinarias de los cicerones que desde la barrera se desgañitaban acusando a los presuntos firmantes de "traidores" que "cancelan sus demandas"; que "avalan las prácticas anticampesinas del gobierno"; que están a punto de cometer un error histórico más grave que aprobar la reforma antiagrarista del artículo 27 constitucional; y lo peor de todo: que aspiran a ser diputados por el PRD šHabrase visto!

šDios te oiga chiquillo!, habrá dicho Fox al leer los recientes pronósticos de Luis Hernández en el sentido de que "las organizaciones independientes (...) avalarán sin disensos (...) el conjunto de la política agropecuaria... Tomarán como propias las líneas de acción anticampesinas del gobierno. En suma, darán legitimidad ("Acuerdo para el campo: cambiar para que todo siga igual", La Jornada, abril 21, 2003). Por fortuna, el ensayista se equivoca. Como gritaron campesinos ante el presidente en Palacio Nacional: šZapata vive. La lucha sigue! Y el MCAM, unificado y fortalecido ya decidió continuar impulsando el Plan Campesino para el Siglo XXI, mientras convoca a todos los sectores a formular y reivindicar uno más amplio con la divisa "El pueblo no aguanta más".

Archivadas las críticas de sepulturero, el MCAM tiene por delante tareas enormes. Dado que el acuerdo firmado no es tan amplio como para no pelear otro mayor, ni tan estrecho que no valga la pena exigir su cumplimiento, la lucha será en dos pistas. En primer lugar sacar adelante lo pactado: vigilar que se suspendan las importaciones de maíz y frijol fuera de cuota, que se utilicen los mecanismos previstos por el TLCAN y la OMC para proteger nuestra agricultura y que se emprendan las consultas con Estados Unidos y Canadá para revisar el tratado; impulsar con el legislativo una ley para la planeación y presupuestación multianual agropecuaria; revisar y campesinizar la normatividad de los programas públicos rurales; negociar con gobernadores más recursos a la infraestructura agrícola, etcétera. Porque más allá de la letra, los alcances del acuerdo dependerán de la fuerza de los campesinos y del seguimiento que le den. Y tendrán que hacerlo sin que las negociaciones particulares fracturen la negociación conjunta, pues las organizaciones siempre han acordado bilateralmente con el gobierno, pero ahora abrieron también una interlocución de clase: estratégica, multilateral y unificada que se debe preservar. En segundo lugar, tendrán que impulsar con mayores alianzas y nuevas tácticas, cuestiones que quedaron en el tintero: revisión a fondo del TLCAN y del artículo 27 constitucional, real política de Estado para el campo comprometida con la soberanía alimentaria y la calidad de vida rural, y -cuando ellos quieran- los derechos de los pueblos originarios más allá de la ley Cocopa: un acuerdo mínimo, y si ya no obliga al gobierno, tampoco obliga a los indios.

Los pasados cinco meses no voltearon la tortilla en el comal . Qué esperanzas. Pero serán parteaguas. Digamos que el mundo rural es el infierno, su plan campesino el cielo que les tienen prometido y el acuerdo nacional apenas un purgatorio sin garantía de salvación. Digamos que estaban en la antesala de la inyección letal y les conmutaron la pena de muerte por prisión perpetua mientras se repone el juicio.

Una cita esclarecedora para concluir: "Las demandas fundamentales no han sido satisfechas del todo en la actual fase de negociación. Por lo tanto, pese a que suscribimos los acuerdos y compromisos mínimos a que hemos podido llegar con el gobierno (...) manifestamos que continuaremos nuestra lucha para conseguir su plena satisfacción; apelamos a una movilización más amplia de la sociedad civil en general (y) las organizaciones sociales". ƑEl discurso de MCAM al firmar el acuerdo nacional? No, la posición del EZLN al firmar los acuerdos de la mesa I de los diálogos de San Andrés.

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