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México D.F. Miércoles 30 de abril de 2003

Rusia negocia con Gran Bretaña su participación en la etapa posbélica del país árabe

Sin la ONU, difícil un arreglo "justo, duradero y efectivo" en Irak: Putin

Vaga promesa de Blair de incluir al organismo mundial en cada fase de la reconstrucción

JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL

Moscu, 29 de abril. La certeza geográfica de que Moscú está más cerca de Londres que de Washington encontró este martes una similar correspondencia política en las posiciones que mantienen Rusia, Gran Bretaña y Estados Unidos a la hora de negociar un arreglo posbélico en Irak.

Lo anterior se puso de relieve al término de la visita que realizó hoy el primer ministro británico, Tony Blair, para limar asperezas con su anfitrión, el presidente ruso, Vladimir Putin.

El encuentro en la residencia oficial de Novo-Ogoriovo, en las afueras de Moscú, fue breve pero suficiente para sacar algunas conclusiones preliminares, al menos en lo que toca a la estrategia negociadora del Kremlin con la finalidad de que Rusia no quede excluida de los entendimientos y se asegure cierta presencia en el país árabe.

La principal conclusión, tal vez, es que Putin no se opone al plan de arreglo posbélico para Irak en tres etapas, diseñado por Blair, lo cual puede significar que, paulatinamente, para Rusia pasan a segundo plano las diferencias generadas por la forma en que Estados Unidos y Gran Bretaña lanzaron su ofensiva militar contra Irak, al margen de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Putin no presenta objeciones de fondo a la propuesta de Blair, salvo que en cada una de sus tres fases la ONU tenga una mayor participación, lo cual fue aceptado de palabra por el primer ministro británico.

Esto, por ahora, no pasa de ser una vaga promesa, a juzgar por la manera en que Estados Unidos negocia con grupos iraquíes la formación de una administración provisional. La ONU, en dichas pláticas, carece del mínimo papel de mediación y ni siquiera se le ha asignado asiento como observador.

Al parecer, Blair trajo a Moscú el mensaje de que la comunidad internacional debe admitir "la realidad del terreno, o sea, que las fuerzas de la coalición tienen control" sobre Irak. Putin cuestionó esta tesis triunfalista al subrayar que la exclusión de la ONU no puede favorecer un "arreglo duradero, efectivo y justo" en el país petrolero.

La iniciativa que Blair explicó a Putin parte de que lo más urgente es atender los problemas de seguridad, abastecimiento para evitar una catástrofe humanitaria y reconstrucción de Irak, en una primera etapa bajo control de la llamada coalición angloestadunidense.

Cuando ello se logre, se procedería a establecer una administración provisional y, en una tercera y última fase, las prioridades serían aprobar una nueva Constitución y elegir un gobierno legítimo en Bagdad.

Mientras, Moscú rechaza que la ONU levante las sanciones económicas contra Irak hasta que los inspectores internacionales concluyan que no hay en el país árabe armas de destrucción masiva y el Consejo de Seguridad apruebe el respectivo informe definitivo.

Con más sarcasmo que preocupación, Putin llegó a preguntarle a Blair ante la prensa: "Ƒdónde está Saddam (Hussein)? ƑDónde están sus arsenales de destrucción masiva, si es que tuvo alguno? ƑSerá que Saddam está escondido en algún búnker y en cualquier momento decide explotar sus bombas poniendo en peligro la vida de miles de personas?"

El presidente ruso insistió en que es indispensable hallar esas respuestas y ofreció el pleno respaldo de su país a la idea de que los inspectores de la ONU retornen a Irak para "disipar cualquier duda" sobre la existencia de armas de destrucción masiva ahí, paso sin el cual el Consejo de Seguridad no podría anular las sanciones que introdujo como represalia al régimen de Hussein.

Al intercambiar papeles con Washington, pues antes del ataque militar contra Bagdad, Moscú era el que exigía levantar el embargo, Putin insistió en la necesidad de impedir una catástrofe humanitaria en Irak.

Detrás de esta aparente contradicción, el Kremlin pretende lograr un doble objetivo: por un lado, que las sanciones de la ONU compliquen la intención de Estados Unidos de disponer a su libre albedrío del petróleo iraquí y, por el otro, que se prolongue la vigencia del programa de Petróleo por alimentos, en el cual Rusia tiene hasta 40 por ciento de las cuotas.

Putin, a cambio, se mostró receptivo a la posibilidad de restructurar la deuda contraída por el régimen de Hussein, aunque rechaza condonar la totalidad del monto estimado en 8 mil millones de dólares.

Además, Rusia tampoco dará ningún paso unilateral y todo acuerdo sobre la deuda iraquí deberá negociarse dentro del Club de París, grupo informal de acreedores al que Irak debe aproximadamente 26 mil millones de dólares.

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