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México D.F. Miércoles 30 de abril de 2003
Foro de La Jornada y Casa Lamm sobre movimiento indígena
Bolivia, fracturada por fuertes disputas políticas
Nuevas fuerzas no pueden consolidar sus propuestas: analistas
MARIA RIVERA
Las violentas jornadas en Bolivia los días 12 y 13 de febrero de este año son reflejo de las profundas fracturas internas que se han producido en años recientes, pues las nuevas fuerzas no acaban de consolidar sus propuestas ni el viejo sistema partidario termina de desaparecer, coincidieron panelistas reunidos por La Jornada y Casa Lamm para analizar el movimiento indígena y social del país sudamericano, así como el alzamiento policiaco popular de principios de 2003.
Durante dos días, recordaron los analistas Raquel Gutiérrez, José Steinsleger y Rafael Archondo, policías inconformes se amotinaron contra el gobierno en protesta por el impuesto de 12 por ciento al salario, mejor conocido como el "impuestazo". El gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada mandó reprimir a los inconformes, y ejército y fuerzas policiacas terminaron enfrentándose a tiros en la máxima plaza pública de La Paz. Al tiempo, aprovechando la ausencia de las fuerzas represivas, la población marginada de la capital bajó de las laderas, de manera espontánea, para quemar ministerios y saquear cuanto encontró a su paso. El saldo de estas jornadas, en las que el gobierno quedó borrado, fue de 32 muertos.
Finalmente los impuestos fueron derogados y desaparecieron algunos ministerios, pero el desconcierto continúa. "El gobierno está para un sopapo, bastaría eso para que se caiga", resumió Archondo, investigador de Flacso, utilizando una expresión de su país, "pero lo trágico es que no existe todavía una fuerza capaz de sustituirlo".
Raquel Gutiérrez, de la UNAM, llamó a la reflexión. "Cierto, esos eventos no han logrado tener continuidad, pero esa es una mirada limitada. Desde el año 2000 más de seis veces se ha roto el orden institucional. Algo está pasando. Nos habla de que existe otra política, que discurre por fuera, por abajo, por otro lado de los cauces por donde pasa la dominante, que son por el conducto electoral. Y esa otra política es lo que habría que comenzar a entender. Aunque esa otra política aparentemente destruye, rompe y quema, también dice no a la impostura neoliberal y trata de buscar caminos. No se trata de adivinar, sino de comprender lo que va haciendo la gente".
Consideró que en la actual coyuntura mundial se abre la posibilidad de un cambio civilizatorio en el que se planteen formas diferentes de convivencia, de redes de poder y de relaciones con la naturaleza, en el que los indios tienen mucho que enseñar, como el uso de sus tiempos o su manera de generar confianza.
Un breve recuento
En su bosquejo histórico los panelistas recordaron que el gobierno de izquierda surgido en las elecciones de 1980 terminó desgastado por las demandas de una oposición de izquierda fuertemente radicalizada. En este enfrentamiento todos perdieron y quien finalmente cosechó el descontento fue la derecha. Se produjo un viraje tan fuerte que el ex dictador Hugo Bánzer volvió al poder por la vía electoral. Y desde entonces hasta 2000 las fuerzas progresistas en Bolivia vivieron un proceso de derrotas consecutivas.
Con el nuevo milenio sobrevino una crisis económica muy fuerte, que tuvo que ver con el proceso de reformas neoliberales y con el inicio del programa de erradicación del cultivo de la hoja de coca. Durante muchos años esta actividad garantizó la estabilidad económica en varias regiones de ese país. Con el paso del tiempo se produjo un proceso de recuperación étnico-cultural, luego que el mundo indígena empezó a encontrar sus propias banderas y a generar sus organizaciones para hacer política. El Movimiento Al Socialismo, liderado por Evo Morales, surgido del movimiento cocalero, y el que proviene del nacionalismo aymará, son las expresiones más consolidadas de esta corriente.
Dada la beligerancia de los nuevos movimientos, se preveía que para los comicios de 2002 los viejos partidos quedarían remplazados por nuevos, de corte indígena y popular, con un discurso antisistema. Sin embargo, esto no ocurrió. Treinta por ciento de la población siguió votando por la derecha, aunque 46 por ciento se mostró nítidamente en contra del modelo neoliberal.
"Lo que tenemos es la insurgencia de nuevos partidos y la vigencia debilitada de los partidos de antes, pero que sin embargo han logrado constituirse en gobierno. Un pacto contra natura con muchas dificultades, pero han conseguido los votos necesarios para elegir un presidente", explica Archondo.
El resultado, concluyó, es que el país ha quedado fracturado en el aspecto étnico (las zonas indígenas votaron por la izquierda, mientras que el sector blanco, de clase media, lo hizo por la derecha) y geográfico (el occidente por las fuerzas progresistas, mientras que el oriente tiene mucho miedo de lo que ocurre del otro lado de la cordillera); un corte económico (los ricos por la derecha y los pobres por la izquierda) y, por último, la fractura política que se ve expresada en un parlamento en el que por un lado están los indígenas vestidos de acuerdo con sus costumbres y enfrente se encuentran las corbatas y los trajes.
Steinsleger, por su parte, recordó las palabras que el Che Guevara envió a su madre a su paso por Bolivia, refiriéndose a la revolución nacionalista que ocurría entonces: "Esta revolución fracasará si no logra sacudir el aislamiento espiritual de los indígenas, si no consigue tocarlos en lo más profundo, conmoverlos hasta los huesos, devolverles la estatura de seres humanos. La gente llamada de bien, mamá, la gente culta, se asombra de los acontecimientos y de la importancia que se la da al indio y al cholo". Media centuria después los indios y los cholos bolivianos sostienen las más claras propuestas para un país desgarrado, pero siguen sin ser comprendidos a cabalidad.
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