Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 24 de abril de 2003
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Economía

Orlando Delgado

El pasado los condena

Estamos en tiempos electorales y todo puede ser usado como propaganda política. Lo ideal sería que se pusiera en el centro la oferta legislativa que cada partido compromete, lo que harían y lo que no permitirían que se hiciese. Para poder hacer esto cabalmente, resulta necesario disponer de una visión que muestre los escenarios básicos que con mayor probabilidad pudieran mostrar los posibles desempeños de la economía mexicana. Se trata, como es evidente, de visiones generales que pueden provenir de los grandes organismos financieros internacionales, de importantes empresas de proyección económica y, por supuesto, de los análisis internos de los especialistas de los organismos políticos.

Un ejemplo de este análisis es el que acaba de entregar el Fondo Monetario Internacional (FMI). En su World Economic Outlook publicado este mes, ha presentado una apreciación sobre el desempeño futuro de la economía mundial que muestra el cambio en las expectativas producido en los pasados seis meses. El FMI divide a la economía mundial en tres grandes grupos: las economías avanzadas, las economías en desarrollo y los países en transición. Lo primero que resalta es que se han reducido las expectativas de crecimiento de la economía mundial para 2003 en medio punto porcentual, de 3.7 a 3.2 por ciento, en tanto se espera que en 2003 se crezca a un ritmo de 4.1. Al reunir estos dos pronósticos con los resultados de 2001 y 2002 (2.3 y 3 por ciento respectivamente) se observa una mejoría en el crecimiento, menor a la esperada, pero cierta.

Los países de economía avanzada, los miembros del G-7 (Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, Japón y Canadá) y otras economías entre las que se cuentan las asiáticas recientemente industrializadas (Hong Kong, Corea del Sur, Singapur y Taiwán), crecerán este año 1.9 por ciento y el próximo 2.9. Este grupo de países creció apenas 0.9 por ciento en 2001 y 1.8 en 2002, lo que indica que el ritmo de crecimiento ha ido aumentando lentamente. Las naciones en desarrollo crecieron 3.9 y 4.6 por ciento en 2001 y 2002, respectivamente, y se espera un crecimiento de 5 y de 5.8 por ciento en el bienio 2003-2004. Detallando el pronóstico se aprecia que el grupo de mayor dinamismo en estos países es el asiático, que crecerá 6.3 y 6.5 por ciento en 2003-2004, particularmente China lo hará al 7.5 por ciento en los dos años, en tanto que los países en desarrollo del hemisferio occidental -en donde se ubica México- crecerá 1.5 y 4.2 por ciento, lo que evidencia que perderemos peso en la economía mundial. Las economías en transición, las que provienen del bloque socialista, crecerán 4 y 4.1 este año y el próximo, en tanto que en el bienio anterior lo hicieron en 5.1 y 4.1.

Los pronósticos tienen defectos y pueden fallar. Sin embargo, revelan lo que piensan quienes los realizan: el FMI estima que México crecerá 2.3 por ciento este año y no el 3 que aún sostiene el gobierno, y el próximo 3.7 por ciento. Lejos de lo ofrecido por el gobierno: en 2001-2004 la economía apenas lograría un aumento en el producto anual de 1.6 por ciento. Contrasta fuertemente lo que ha venido ocurriendo en China, que se ha convertido en el principal rival para buena parte de nuestras exportaciones, y lo que se prevé para el próximo bienio. Con tasas de crecimiento de 10.2 por ciento anual en 1985-1994 y de 8.4 en 1995-2002, se prevé un crecimiento de 7.5 en 2003-2004. Esta economía está volcada al comercio exterior, como la nuestra, y ha resentido el impacto de la reducción del ritmo de crecimiento de las grandes economías, particularmente Estados Unidos y Japón. Sin embargo, ha habido una política que ha buscado aprovechar los nichos de mercado existentes, permitiéndole un desempeño favorable.

En la campaña para renovar la Cámara de Diputados se pondrá especial interés en denostar al adversario, en señalar lo que debe impedirse, pero harán falta propuestas que se planteen contribuir desde el Legislativo a resolver lo que se requiere. Las reformas estructurales que le importan al gobierno y al PAN y le importaban al PRI cuando era gobierno, pero que ahora se declara enemigo; de ocurrir, no corregirán el rumbo del país. No nos harán más competitivos. Seguiremos careciendo de una política económica promotora del crecimiento económico, seguirá haciendo falta un gobierno que verdaderamente defienda a la población, que asuma la responsabilidad que le corresponde al Estado. Esto no lo plantea el gobierno y el PAN y tampoco el PRI. A uno lo condena su pasado reciente, los tres años de un gobierno pasmado. A otro también lo condena su pasado, visible en la historia y en la vida de la nación.

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