Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 23 de abril de 2003
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Economía

Alejandro Nadal

Otra guerra para Bush: los impuestos

La historia de Estados Unidos no registra un presidente con tanto poder como el de George W. Bush. El Congreso está rendido y el público embriagado por el síndrome del 11 de septiembre de 2001 y la reciente guerra contra Irak. El equipo de Bush lo sabe y está empeñado en que este estado de cosas perdure.

Asegurar la continuidad del proyecto neoconservador es indispensable, pero sólo faltan 18 meses para las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Por eso la Casa Blanca necesita proyectar la imagen de un presidente preocupado por la salud de la economía, aunque sea sólo eso, una imagen. Y como la política monetaria no ha podido revertir el estancamiento de la economía estadunidense, la política fiscal tiene que venir al rescate.

Hace una semana Bush admitió que su paquete original de reducción de impuestos por 726 mil millones de dólares estaba liquidado. Según el presidente, su propuesta reactivará la economía, creando 1.4 millones de nuevos empleos y beneficiando a 92 millones de causantes. Pero el Congreso de Estados Unidos no ha avalado la propuesta porque los gastos de guerra y el creciente déficit fiscal son percibidos como una amenaza importante para la economía de ese país.

Bush anunció estar dispuesto a ceder y limitar el recorte de impuestos a sólo 550 mil millones de dólares, tope que la Cámara de Representantes aprobó días antes. Pero el Senado ya limitó dicho recorte a 350 mil millones de dólares. Bush busca rescatar lo que pueda de su propuesta original, presentándose como un presidente comprometido con el estado de la economía.

La Casa Blanca insiste en que su paquete fiscal ofrece un estímulo inmediato a la economía estadunidense. Pero la realidad es otra: la mayoría de los recortes de impuestos son para después de 2004 y apenas 6 por ciento de la reducción de impuestos se aplicaría este año fiscal. El 21 por ciento de los recortes entraría en vigor en 2004 y cerca de 80 por ciento tendría efectos entre 2005 y 2013. En pocas palabras, el efecto a corto plazo para estimular la economía simplemente no existe. En cambio, las consecuencias para profundizar el déficit fiscal se arrastrarán hasta la segunda década del siglo.

Por otra parte, la retórica presidencial afirma que el recorte de impuestos beneficiará a 92 millones de causantes, con un recorte fiscal promedio de mil 83 dólares en 2003. Eso es falso: 49 por ciento de los causantes apenas recibirá los beneficios de una reducción de 100 dólares este año. En cambio, uno por ciento de los causantes más ricos recibirá un beneficio de más de 24 mil dólares en 2003. O sea que el paquete propuesto por Bush intensificará la ya muy marcada desigualdad en los ingresos netos de impuestos.

Bush también insiste en que su paquete fiscal está diseñado para enfrentar las necesidades de la economía estadunidense en materia de crecimiento y empleo. Pero lo cierto es que la pieza central del paquete es la eliminación del impuesto sobre dividendos y muy pocos economistas creen que esa medida pueda estimular el crecimiento. Esa decisión beneficiará a los dueños de acciones, y si bien es cierto que una parte muy importante de la población posee acciones, la mayor parte de estos títulos está acaparada por personas de los estratos de ingresos más altos. Por eso, 79 por ciento de los beneficios fiscales derivados de esta medida serán para 9.7 por ciento de los causantes que tienen ingresos superiores a los 100 mil dólares anuales. El 29 por ciento de los beneficios se concentran en apenas 0.2 por ciento de la población estadunidense.

Según George W. Bush, el paquete fiscal generará mayor crecimiento, eso incrementará la recaudación y permitirá abatir el déficit fiscal. Pero los analistas de la Oficina de Presupuesto del Congreso sostienen que por lo menos 30 por ciento del déficit actual se explica precisamente por recortes de impuestos introducidos al principio de la presente administración. Además, el mismo Informe económico al presidente (www.access.gpo.gov, páginas 57-58) publicado en febrero por el Consejo de Asesores Económicos del presidente acepta explícitamente que los recortes no serán cubiertos por una mayor recaudación.

Incluso las proyecciones del presupuesto federal presentadas por el presidente Bush para este mismo año reconocen otra realidad: entre los años 2003 y 2008 el ritmo de crecimiento de la recaudación tributaria será el más lento en cinco décadas. Por eso las proyecciones que acompañan el presupuesto de este año indican que las finanzas públicas permanecerán en déficit a lo largo de los próximos 50 años.

En la Casa Blanca la mentira presidencial cubre muchos territorios, desde las arenas de Irak hasta la política fiscal. La realidad se encargará de poner las cosas en su lugar, pero todos saldremos afectados.

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