Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 21 de marzo de 2003
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Política

Silvia Gómez Tagle

Autosuficiencia alimentaria: asunto de seguridad nacional

La política económica que se ha diseñado para el campo mexicano desde los pasados tres sexenios ha excluido a las economías campesinas, tanto ejidal como indígena, lo cual ha traído como consecuencias el abandono de la agricultura de temporal y de la producción de alimentos básicos. La firma en 1994 del Tratado de Libre Comercio (TLC) anuncia el desmantelamiento de las políticas de desarrollo agropecuario, de por sí disminuidas a partir de 1982, para precipitar la crisis que ya estaba presente desde las décadas en que el desarrollo agropecuario fue sustento del desarrollo urbano-industrial al generarse una transferencia de recursos del sector primario a otros sectores de la economía.

La nueva etapa de desgravación indiscriminada que marca la firma del TLC ha generado una competencia desleal, aun más grave que la de los años 80, debido a la importación de productos agropecuarios que tienen un costo inferior al de los mexicanos. Y para empeorar aún más la situación resulta que en 2002 se aprobó en los estados un subsidio a productos agropecuarios que nosotros importamos, con lo que los campesinos mexicanos quedan en mayor desventaja; y para acrecentar la desgracia, en enero de este año entraron en vigor nuevos capítulos del TLC que obligan a eliminar los gravámenes de diversos productos.

Al panorama de progresivo deterioro que ha enfrentado el campo mexicano habrá que añadir que nuestros campesinos han sufrido la negligencia de los gobiernos, lo mismo de los del PRI que ahora el de Vicente Fox, quien se presenta como agricultor, al igual que el súper secretario Usabiaga, quienes son de los grandes agricultores que, al contrario de la mayoría campesina, han resultado beneficiados con el libre comercio.

Y es que otro gran problema es que al hablar del sector agropecuario en realidad se hace una abstracción irreal, porque hay muchos tipos de campesinos, de acuerdo con los problemas específicos de cada región, clima, cultura, disponibilidad de recursos, calificación de mano de obra, comunicaciones, acceso a circuitos del mercado nacional e internacional, entre otros. Esa diversidad hace indispensable crear políticas de apoyo específicas que atiendan los problemas de cada sector, y no, como ha ocurrido hasta ahora, que sólo privilegien a unos productores mientras desatienden a otros.

También hay gran negligencia, y hasta se puede hablar de "mala fe" en la política de la Secretaría de Comercio respecto a las importaciones de maíz y otros productos agropecuarios de consumo masivo, dado que no existen instrumentos eficaces para controlar la calidad ni la cantidad, por lo que se introducen al mercado nacional productos a precios inferiores a los mexicanos y en cantidades superiores a las cuotas de importación establecidas.

El maíz mexicano ha sido desplazado por el transgénico ilegal, que además de significar competencia desleal, contamina las semillas mexicanas.

A todo esto se añade el hecho de que el Ejecutivo federal ha ignorado la Ley de Desarrollo Rural Sustentable, aprobada con el consenso de todos los partidos, incluyendo al PAN, la cual contempla algunos mecanismos para que autoridades y productores diseñen políticas y realicen acciones conjuntas que, de haberse llevado a cabo, quizá habrían atenuado los efectos de la crisis en el campo.

Como quien dice en términos coloquiales: a los campesinos mexicanos "les ha llovido sobre mojado". Por ello ahora numerosas organizaciones campesinas se expresan de manera contundente y buscan alianzas con otros sectores de trabajadores, también perjudicados por las políticas del gobierno foxista.

Es pertinente preguntarnos si todas las desgracias que aquejan al campo mexicano son consecuencia inevitable de la globalización, como pretenden hacernos creer algunos funcionarios, o si debemos responsabilizarlos de la mala negociación del TLC, así como de la negligencia del gobierno en general y de la mala administración del tratado mismo.

Es menester exigir al gobierno federal prestar atención a esta problemática porque no se trata solamente de demandas particulares de los sectores agropecuarios, sino de un problema nacional que involucra nada menos que la autosuficiencia alimentaria de México, que hoy más que nunca debe verse como una cuestión de seguridad nacional.

Los mexicanos son los "inventores" del maíz y el frijol, no es posible que a más de 10 mil años de historia en la domesticación de estas plantas cedamos la "patente de la semilla" a trasnacionales que quieren invadirnos con productos transgénicos.

Se requiere un cambio fundamental en la política agropecuaria y pesquera para proteger la economía campesina, resguardar nuestras culturas y el medio ambiente, así como garantizar que los mexicanos contarán con el suministro de los alimentos básicos necesarios.

 

sgomez@ colmex.mx

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