La cinta de Alexander Payne, estelarizada por
Jack Nicholson, se estrenó ayer
Las confesiones del señor Schmidt, una
comedia que surge del dolor
Es la historia de un hombre de 66 años que pierde
todo de golpe e inicia un viaje de autoconocimiento El filme está
basado en la novela About Schmidt, de Louis Begley
JORGE CABALLERO
Después de su debut como cinerrealizador con Citizen
Ruth, comedia ubicada en el mundo de la protesta contra el aborto,
y Election, una mirada cómica y salvaje de la política
estudiantil, el director Alexander Payne nos presenta su nueva obra, Las
confesiones del señor Schmidt, una historia irónica con
ácida crítica social, sobre un hombre depresivo y alienado
de 66 años que emprende un viaje de auto-conocimiento.
"Schmidt es únicamente un tipo de la región
centro-oeste que ha jugado con las reglas que le enseñaron a jugar.
Lo que me interesó fue quitarle todo a este hombre, todas las instituciones
que le habían dado cierto sentido de seguridad. Sin esas cosas tal
vez un hombre deba encontrarse con quien es realmente. Y tal vez a su edad
sea demasiado tarde. Tal vez no cuenta con las herramientas ni el conocimiento
necesarios para lograrlo", precisa el director de la cinta.
Las confesiones del señor Schmidt está
estelarizada por Jack Nicholson (postulado al Oscar como mejor actor por
esta soberbia interpretación), el guión fue escrito por el
mismo Payne en colaboración con Jim Taylor y está basado
en la novela About Schmidt, de Louis Begley; ayer, la película
comenzó su corrida comercial en nuestro país.
Cuando
se estrenó Election, en 1999, Payne y Taylor fueron reconocidos
como "los únicos realizadores de sátira social que trabajaban
en películas estadunidenses". Sus personajes se destacan como pulgares
heridos en una hilera de héroes de películas. A sus personajes
ni siquiera se les puede calificar de antihéroes, son simplemente
personajes como el resto, gente normal con egoísmos, ambiciones
poco altruistas y cierta ética dudosa.
"Sé que tanto Jim como yo sentimos muy fuerte la
parte patética de nuestras vidas e intentamos transformar esa parte
en comedia", confiesa Payne. El escritor Taylor agrega a este punto: "La
mayoría de las verdaderas comedias surgen del dolor, de alguna situación
incómoda"; esto es exactamente Las confesiones del señor
Schmidt.
"Me gusta la idea de la encrucijada en la vida de una
persona, en una época en la que pasas de una fase de tu vida a otra
y, en el mejor de los casos, se supone que debes sentirte orgulloso y estar
ansioso por lo que está por llegar. Sin embargo, lo que sueles sentir
es vacío y alienación"; comenta Payne.
El director Payne ya había escrito un guión
anteriormente para la Universal que trataba el tema de manera parecida,
se llamaba The Coward: "lo comencé a escribir en la escuela
de cine -confiesa Payne- y lo terminé para el estudio, pero no estaban
interesados en hacerlo. Después realicé dos películas,
pero nunca me olvidé de ésta. Y últimamente pude combinarla
con las ideas de Louis Begley, escritor de la novela original".
Los productores, Harry Gittes y Michael Besnam, pensaron
que el proyecto era perfecto para Jack Nicholson. Bessman le dio el libro
a Gittes para que lo leyera; cuando terminó de leer dijo: "Me gustó
inmediatamente para Jack, la novela trata sobre el comportamiento humano
y de eso se trata Jack Nicholson".
Bessman estaba bastante escéptico con la idea de
que un actor de la estatura de Nicholson siquiera leyera el libro, sin
contar que aceptara participar en la película. Bessman recuerda:
"Harry leyó bastante rápido el libro y se lo llevó
a Jack. Unas semanas más tarde Harry regresó y me dijo 'a
Jack le encantó el libro'"; la película tomó forma.
El método beatnik
En la cinta se cuenta cómo Warren Schmidt (Nicholson)
llegó a varias encrucijadas en su vida, todas al mismo tiempo. Para
empezar se jubiló, toda su vida fue actuario en la compañía
de seguros Mundial, y eso lo hace sentirse completamente a la deriva. Además,
su única hija, Jeannie (Hope Davis), está a punto de casarse
con un perdedor. Y su mujer, Helen (June Squibb), muere repentinamente
después de estar con él 42 años. Sin trabajo, sin
esposa, ni familia, Warren está buscando desesperadamente algo que
le dé sentido a su vida; entonces emplea el método beatnik
y hace un viaje de autoconocimiento para explorar sus raíces en
Nebraska, en una casa rodante con la cual pretendía recorrer el
país al lado de su esposa. Su destino final es Denver, donde pretende
llenar el vacío entre él y su hija; quiere llegar antes de
la ceremonia para persuadir a su hija de que no se case con Randall (Dermont
Mulroney), un completo mediocre vendedor de camas de agua. Para colmo,
Warren conoce a su familia política, de naturaleza libertina.
A lo largo de su travesía, Warren detalla sus aventuras
y comparte sus opiniones con un nuevo e inesperado amigo y confidente,
Ndugu Umbo, un huérfano de seis años de edad de Tanzania.
El viejo es patrocinador del niño africano por 22 dólares
al mes. A través de las cartas enviadas a su protegido, Warren comienza
a ver la vida que ha llevado hasta ese momento y necesita reflexionarla.