DISQUERO
Pablo Espinosa
Inicio del Festival de México en el Centro Histórico
Una música que cura
EN
EL UNIVERSO de la música antigua destellan orquestas-astro como
es el caso de la New London Consort que dirige Philip Pickett y cuya visita
inminente propicia celebrar una de entre sus numerosas y siempre preciadas
grabaciones: Vivaldi. Gloria (Decca). Nos brinda, como lo hace Fabio
Biondi en los volúmenes reseñados hace unos días en
este espacio, una visión refrescante del deleite según el
Cura Rojo Vivaldi. Reúne dos partituras religiosas: Dixit
Dominus y el Gloria RV 588, ambas con sus respectivas Introduzioni
con número de catálogo no contiguo. La mirada, mejor dicho,
la escuchada de conjunto es gloriosa, en particular el track siete
con respiración vegetal de instrumentos de cuerda y las cuerdas
vocales de dos sopranos que remiten al sentido de lo angélico. Una
música que, como dice Wynton Marsalis, cura todos los males, los
del cuerpo, los del alma, los del espíritu. La New London Consort
se presentará este domingo en la Sala de Conciertos Nezahualcóyotl
con un programa monumental: las cuatro Suites Orquestales de Bach,
mismas obras que tocará también el lunes en Bellas Artes
para inaugurar el Festival del Centro Histórico, que ya cambió
de nombre pero aún carga con su leyenda negra ganada a pulso de
ser un festival para ricos con intentos (logrados ya) de apertura. Por
lo pronto, la evidencia también de que el Estado se desentiende
de sus obligaciones es la diferencia abismal en el precio de los boletos
para el mismo concierto: en la Sala Nezahualcóyotl, este domingo
a las seis de la tarde, el boleto más caro cuesta 200 pesos, con
opción de descuento a 100 para estudiantes y maestros de la Universidad
Nacional Autónoma de México, mientras que en Bellas Artes
cuesta mil pesos. Pasu. Todo se ha perdido, menos la autonomía universitaria.
Lo nuevo de la New London Consort
EN
EL TERRENO de las grabaciones, empero, no existen los que se interesen
sólo porque el boleto cueste caro y puedan lucir sus atuendos y
sus joyas y esperar impacientes a que termine, ya, el concierto para irse
a la cena, que es lo que más les importa. Los públicos de
concierto también tienen rostro. El universitario, que llena constantemente
la Sala Nezahualcóyotl, va a escuchar música, tose menos
que el bellasartiano y disfruta la mejor acústica que se puede tener
en muchos lugares del planeta. En los años 60 hubo una moda chida
de conciertos públicos a manera de happenings: había
quienes (entre ellos mi maestro Raúl Cosío Villegas) se ponían
un frac, tomaban una batuta y dirigían una orquesta imaginaria mientras
sonaba un disco. No existen a la fecha, que se sepa, quienes se vistan
de lujo para escuchar un disco. Lo que sí hace uno es vestir el
alma de gozo cuando escucha joyas como ésta: Songs of angels
(Decca), la más reciente grabación de la New London Consort
y que reúne obras del abate Gautier de Coincy (1177-1236), escritas
cuando experimentaba visiones divinas, como lo hacía también
nuestra favorita de favoritas, Hildegard von Bingen, y también poseían
tal don, el de divisar lo divino, el de convivir con los mismísimos
angeles, Aureliano de Reome, Richard Rolle y Henry Suso. Este conjunto
de obras, que ejecuta la New London Consort, ofrece otra mirada (distinta,
menos sublime todavía que la que guarda Hildegarda) a propósito
de la visión de aquella época y sus maneras de entender lo
angelical. El sonido de la New London Consort, por lo pronto, es arcangélico.