Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 2 de marzo de 2003
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Capital
CON VISTA AL ZOCALO

José Agustín Ortiz Pinchetti

Contagio electoral

VIVIMOS DIAS CON ese tipo de inmovilidad que es precursora de las tormentas. Se combina una amenaza de guerra relámpago (por su supuesta brevedad y poderío electrónico), pero no llega ni a concretarse ni a disolverse. Esperamos ya el horror de la destrucción y de la matanza presentada a todo color, en nuestras casas, por la televisión. En la capital asistimos a otra víspera, la de los procesos electorales intermedios y su carnicería, por fortuna simbólica.

HOY, EN MEDIO de una revolución cultural que está cambiando los usos y las mentalidades políticas, las elecciones de los próximos meses abarcarán gubernaturas, congresos locales, alcaldías y a la Cámara de Diputados. En la ciudad tendremos nuestros propios procesos. Hay el recambio de 66 diputados en la Asamblea (40 por elección directa y 26 plurinominales), 16 nuevos delegados, 30 diputados federales (más los de representación proporcional). Esta múltiple elección se da en una economía nacional prácticamente sin crecimiento y en una economía local que empieza a revivir. Pero no son las cuestiones económicas por las que pelean los partidos y los políticos, sino por las posiciones y sus gajes.

ASOMBRA LO ABIGARRADO de esta contienda, la iracundia verbal y la escasez de propuestas o de compromisos concretos. El Distrito Federal, la entidad cuyo control fue la tercera pieza del viejo régimen, tendrá suficiente agitación durante tres o cuatro meses, compensatoria de la sequía democrática que vivió en el pasado.

HAY QUE RECORDAR que hasta 1997, el Departamento del Distrito Federal no gobernaba la ciudad, sino que era una dependencia administrativa controlada por el Presidente. El regente era un virrey y los delegados sus empleados, designados con la anuencia del primer mandatario. El Distrito Federal no ha logrado completar su transición hasta volverse una entidad federativa con plenos poderes. Se lo ha impedido una conspiración conservadora en el Senado. Pero esto no es obstáculo para que los capitalinos elijan ya a sus gobernantes. A lo peor, los comicios no van a ser muy atractivos ni concurridos; hoy, más de la mitad de los posibles votantes no saben siquiera que habrá elecciones este año.

EN LA ANTIGÜEDAD priísta, las elecciones de mitad de término carecían de relieve porque la Cámara de Diputados simplemente procesaba los proyectos legislativos del Presidente. Lo mismo hacía la de senadores. Con pequeños matices, también lo hacían todos los congresos locales. Por eso la única elección interesante era la grande. Hasta 1988 no hubo incertidumbre democrática en las elecciones mexicanas. Hasta cierto punto es asombroso que en los viejos tiempos la gente hubiera ido a votar en las elecciones de mitad de término en la ciudad de México. Eran parte de una simulación autoritaria y tenían la virtud de autoengañarnos respecto de nuestra sumisión.

PERO ESOS ERAN los tiempos de Maricastaña. El país y nosotros nos estamos transformando. Hagamos votos porque los votos sean abundantes y consoliden el incipiente régimen.

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