En lugar de aportar más al conocimiento de la realidad social, se limita a la vida de la mujer
Atraviesa el discurso de género por un retroceso, alerta experto
Rafael Montesinos, catedrático de la UAM, escribió el ensayo Las rutas de la masculinidad, que publica Gedisa Se trata de tender puentes entre hombres y mujeres, recomienda el autor
CESAR GÜEMES
La afirmación del doctor en ciencias antropológicas Rafael Montesinos suena temeraria: ''Luego de 40 años de vigencia, el discurso de género ya entró en una suerte de retroceso: en lugar de aportar más al conocimiento de la realidad social, se detiene por su propia perspectiva, que se limita a estudiar la vida de la mujer". Sin embargo, el catedrático de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) la sustenta en un largo ensayo comprendido en Las rutas de la masculinidad, publicado por Gedisa en España, y que acaba de llegar a México, lugar de nacimiento y residencia de su autor.
A la pregunta de por qué no dio a conocer este trabajo aquí, el también maestro en economía y política internacionales dice para La Jornada: ''El campo natural para los académicos son las propias universidades en las que uno trabaja, pero si no se tiene la definitividad en el sitio, las posibilidades de difundir el conocimiento que ahí se genera se ven restringidas. Así que ni siquiera pensé en la UAM para dar a conocer este trabajo, porque mi condición en ese momento era de profesor temporal. Di clases ahí 10 años y luego en el posgrado de la Ibero. Es verdad que pensé acercar el proyecto a esas casas de estudio, pero quizá no acudí con la persona adecuada y es por eso que finalmente el libro aparece en España".
México, pionero de AL en el tema
El boom de estudios sobre la masculinidad se ha venido dando sólo en reciente fecha en los países de habla hispana, y en él se adscribe el entrevistado. Al respecto, dice Montesinos, quien es coautor con Pierre Bourdieu del libro Masculinidad. Aspectos sociales y culturales: "el tema ya existe en nuestras naciones como tal, sobre todo como reflejo de trabajos similares realizados en Estados Unidos, Inglaterra y Francia. Digo abiertamente que en América Latina si no somos los primeros en plantear la problemática, los mexicanos somos parte de la vanguardia. En su momento los estudios de género fueron la punta de lanza o un tema fronterizo en las ciencias sociales hasta que ganaron su lugar. Sin embargo, el discurso de género por su lado, luego de 40 años que tiene de vigencia, ya entró en una suerte de retroceso: en lugar de aportar más al conocimiento de la realidad social, se detiene por su propia perspectiva, que se limita a estudiar la vida de la mujer. Eso no va a dar mucho más".
Y no duda en afirmar: "En cuanto a los estudios de género no dudo que haya muchos compañeros que sean profesionales en el asunto, pero es innegable que hay mucho de charlatanería sobre el tema".
-Si ya no hay avance en los estudios de género luego de estas cuatro décadas, usted decidió tomar una vertiente distinta para no dejarse arrastrar por esa inercia.
-Digamos que sí, y pongo de manera concreta un ejemplo: acaba de salir un libro de Mabel Burín, titulado Varones. Al leerlo se queda uno con la sensación de que no hay ningún aporte en el terreno de las ciencias sociales, pero que además ahí se reivindica la posición feminista en la cual se rompe con el otro, con el hombre. No es el caso, primero, porque como académicos estamos obligados a formalizar los planteamientos, y como parte de un género la implicación es tender los puentes entre hombres y mujeres.
-La hipótesis central de su libro es que la identidad masculina se encuentra en crisis.
-Y eso es producto del cambio cultural que además se reproduce gracias a él. Así que por un lado está el reconocimiento de las nuevas identidades femeninas y la interrogante que flota es lo que ocurre con la identidad masculina frente a la presencia de nuevas mujeres. Para la sociología, la sicología y la antropología la tarea es captar un objeto, llamémosle así, que se encuentra a fuego cruzado por diferentes problemáticas. La economía, por ejemplo, no se suma para apoyar una nueva forma de reproducción entre las parejas sino para hacer su convivencia todavía más difícil. Entonces, se hace aún más urgente comprender cuáles son los elementos que están detrás de esta realidad para evitar el rompimiento. En ocasiones pareciera que vamos hacia un barranco y que lo hacemos de manera consciente. En mi libro, debo decirlo, no es el caso porque se reconoce que partimos de un cambio cultural en el cual hay demasiadas evidencias que señalan a la masculinidad puesta ante un callejón sin salida. Esto no quiere decir que yo proponga un fenómeno generalizado en la sociedad, pero sí en varios sectores sociales, sobre todo en las grandes urbes.