Mañana se abre la exposición El viajero inmóvil en el recinto de Pino Suárez 30

Persevera un coleccionista en su intento por crear el museo de la tarjeta postal en México

MERRY MAC MASTERS

Crear conciencia respecto de la pérdida de los acervos de tarjetas postales existentes en México, porque como no se valoran, suelen salir del país, es el trasfondo de El viajero inmóvil, exposición que reúne el trabajo de coleccionistas y artistas, que mañana será inaugurada, a las 19 horas, en el Museo de la Ciudad de México (MCM), en Pino Suárez 30, Centro Histórico.

El fotógrafo Carlos Ibarra, uno de los tres responsables de la colección de más de 25 mil tarjetas postales, muchas de los cuales son de la ciudad de México, que dejó el fallecido profesor Jesús García Olvera, ha tratado en múltiples ocasiones de acercarse tanto a autoridades estatales -en Veracruz le perdieron un álbum antes de que llegara a manos del gobernador- y culturales, como a la iniciativa privada, para plantearles la idea de crear el museo de la tarjeta postal, ya que no existe ningun recinto de esa naturaleza en América Latina. Enrique Semo, titular de la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal, lo canalizó al MCM, donde Marcos Límenes vio la oportunidad de poner en marcha una propuesta curatorial.

''Mi idea -explica el curador- es buscar un diálogo entre las exposiciones de las diferentes salas, armarlas de tal manera que se complementen o se polemicen, y que al recorrerlas, el espectador salga con la impresión, por un lado, de que los artistas no están trabajando solos, y que el museo les está dando lectura."

Filatelia y numismática, menor interés

De allí surgió la idea de convocar a los anticuarios de La Lagunilla, que han facilitado muebles de época y vitrinas para poder presentar de manera ''amena" las más de 800 piezas que conforman PD Saludos a todos... Cien años de tarjetas postales. El Museo de la Pluma, localizado en el Instituto Politécnico Nacional, ha prestado objetos. La selección se concentra en la ''época de oro'' de la tarjeta postal, ubicada entre 1900 y 1930.

Para ofrecer una visión contemporánea de la tarjeta postal, también hay un lugar reservado para los free cards, o tarjetas gratuitas que, de los años 80 para acá, sirven para promocionar productos, sobre todo en el medio de la publicidad, pero que de alguna manera han tomado la estafeta de las tarjetas postales.

Dentro de la visión del viaje, y lo que en él se recoge, para transmitir la experiencia de haber estado en otro lugar, se invitó a Yani Pecanins, quien trabaja el objeto recogido al azar, mismo que recodifica, y por coincidencia también abreva mucho en La Lagunilla, apuntó Límenes. El apartado Historias de lo cotidiano comprende cinco piezas de Pecanins, una de las cuales, cuya base es una vajilla, fue creada específicamente para la muestra. Para el curador, la caligrafía que la artista utiliza en todas sus obras parece extraída de las tarjetas postales.

La fotógrafa Rosario García Crespo lleva varios años de trabajar sobre la idea de una ''caminata consciente". En el tercer apartado, Caminar, García Crespo invita al espectador a compartir la experiencia de su caminata en el bosque -realizada desde el Desierto de los Leones hasta Canadá-, mediante cuatro mosaicos fotográficos, así como un gran mural de árboles.

De acuerdo con el investigador independiente Carlos Ibarra, coleccionar tarjetas postales se ha vuelto tan fuerte que en grado de interés ha desplazado a la filatelia y la numismática.

La ambientación de El viajero inmóvil termina con una vía de ferrocarril, facilitada por el Museo de la Revolución.