Fricciones internas por cargos de corrupción y malos manejos entre la cúpula
El movimiento sindical de EU, ante una de sus peores crisis en décadas
Continua pérdida de agremiados; en 2002 sólo 13.2% de la fuerza laboral estaba sindicalizada
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington y Nueva York, 25 de febrero. La cúpula del movimiento sindical nacional se encuentra reunida esta semana en Florida enfrentando una de sus peores crisis en décadas dentro y fuera de sus filas: la tasa de sindicalización se desplomó a su peor nivel en más de 20 años mientras que cargos de corrupción y malos manejos provocan fricciones internas, todo en medio del clima político más antisindical en muchos años.
Los problemas del movimiento sindical se incrementan precisamente por tener que resolver tantos problemas internos, cuando están obligados a defenderse de un gobierno federal cuya política explícita es debilitar a los sindicatos y su poder.
El presidente George W. Bush ha iniciado un esfuerzo para privatizar hasta la mitad de la fuerza laboral del gobierno federal, un gran porcentaje de la cual está sindicalizada. Además, el gobierno ha abolido efectivamente las protecciones sindicales en una nueva secretaría del gabinete, al tiempo que promueve una reforma fiscal que beneficia a los más ricos sin ofrecer casi nada a los trabajadores.
No es que los dirigentes sindicales nacionales congregados en Hollywood, Florida, tengan mucho en común con los trabajadores de este país. John Sweeney, presidente de la central obrera AFL-CIO recibe un paquete de compensación -salario más beneficios- de más de 300 mil dólares anuales; casi 10 veces más que el salario promedio de un trabajador en Estados Unidos.
Recientemente, el encargado de una empresa de seguros sindical reconoció que gana 650 mil dólares al año, y los máximos dirigentes sindicales se están reuniendo en un hotel de lujo con todo y spa, diez canchas de tenis de arcilla y un campo de golf de 18 hoyos.
Irónicamente, ese hotel, Westin Resort and Spa, se ha convertido en un símbolo de algunos de los problemas que afectan al movimiento sindical. La construcción del hotel de 998 habitaciones fue financiada con una inversión de 800 millones de dólares del fondo de pensiones del sindicato nacional de los plomeros, pero ahora el Departamento de Trabajo del gobierno federal está investigando si los líderes usaron los fondos de manera ilegal. Además, la plomería del hotel, construido por el sindicato de plomeros, aparentemente no funciona del todo bien.
Pero la corrupción y los malos manejos no son los problemas más serios que enfrentan los sindicatos hoy. En el centro del debate en la reunión de esta semana está la continua pérdida de agremiados en el país.
Aunque los 65 sindicatos nacionales afiliados a la AFL-CIO dicen haber afiliado a más de 500 mil nuevos miembros en 2002, el gobierno federal reportó hoy que el número de personas sindicalizadas en el país se desplomó un total de 280 mil el año pasado. En 2002 sólo 13.2 por ciento de la fuerza laboral nacional estaba sindicalizada, el porcentaje más bajo desde que el gobierno federal comenzó a hacer estas estadísticas, a principios de los 80.
Aun esas cifras ocultan serias discrepancias entre el sector público -donde casi 40 por ciento está sindicalizado- y el sector privado que ahora cuenta con un poco más de 9 por ciento de sindicalizados. Cuando el presidente de la AFL-CIO, John Sweeney, fue electo por primera vez en 1995, se proyectó como un candidato de "reforma" comprometido con sacar al viejo régimen laboral ineficaz y corrupto e instalar un nuevo liderazgo dinámico enfocado a organizar más trabajadores para aumentar el nivel de sindicalización.
Los sindicatos han logrado ciertos triunfos al revitalizar algunos sectores laborales, y sindicatos como el de servicios han continuado sus agresivos e innovadores esfuerzos para incrementar sus filas, en particular entre los inmigrantes.
No hay duda que los sindicatos ofrecen una vida mejor para sus agremiados en este país, casi todos los sindicalizados obtienen mejores salarios y disfrutan de mayores beneficios que los trabajadores no sindicalizados. El movimiento sindical nacional también ha trabajado en apoyo de trabajadores inmigrantes, incluyendo los indocumentados, y esta semana anunciará una nueva campaña nacional para demandar la amnistía de los trabajadores indocumentados en este país.
Sin embargo, los trabajadores enfrentan uno de los climas políticos más antisindicales en tiempos recientes, y varios analistas -incluyendo a Human Rights Watch- han concluido que los derechos laborales básicos universalmente reconocidos no existen en en este país, particularmente el derecho esencial de organizarse.
Una investigación realizada por la Universidad Cornell hace un par de años detectó que una de cada cuatro empresas cesan a trabajadores si intentan organizar un sindicato y la mitad de todas las empresas llaman a las autoridades migratorias si sus trabajadores indocumentados intentan formar un sindicato. Por ley, en 17 estados de la unión los sindicatos del sector público no tienen derecho de realizar contratos colectivos.
Por lo tanto, dirigentes de la AFL-CIO señalan que a pesar de este clima han logrado reclutar a sus filas medio millón de nuevos agremiados, y que eso es casi un milagro en las condiciones actuales. El problema es que aun cuando miles de trabajadores se están sumando a las filas sindicales, la recesión económica, las políticas antilaborales del gobierno federal y los problemas internos de los sindicatos están minando estos logros. Con ello, la cúpula sindical enfrenta tal vez su mayor desafío en décadas.