REPORTAJE / LA REPUBLICA DE LOS LIBROS
Estado invitado en la feria del libro del Palacio de Minería
Baja California, riqueza literaria a contracorriente
No obstante la falta de políticas culturales eficaces, críticos y autores de la entidad hablan de un movimiento literario notable, todavía no consolidado, pero sí en formación, en el que la poesía ejerce predominio sobre la narrativa
ARTURO GARCIA HERNANDEZ
A contracorriente del centralismo; de la lejanía geográfica respecto del Distrito Federal; de la falta de políticas culturales eficientes y perdurables, y de las desventajas socioeconómicas del país, de unos años a la fecha se desarrolla en Baja California una intensa y creciente actividad literaria. Se multiplican los autores, se perfilan las tendencias, maduran los estilos. Algo está pasando. A contracorriente.
La versión 24 de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería que hoy comienza tiene como estado invitado a Baja California. Ocasión propicia para hacer una revisión, necesariamente breve, del panorama editorial y literario de esa entidad.
Tres generaciones
De acuerdo con críticos y autores bajacalifornianos, puede hablarse, sin duda, de un movimiento literario notable, todavía no consolidado, pero sí en formación. El poeta, ensayista y editor Gabriel Trujillo Muñoz (Mexicali, 1958) identifica tres generaciones en dicho movimiento. Está la que él denomina ''la vieja guardia", es decir, autores que empezaron a escribir en la primera mitad del siglo XX.
Emblemático de dicha generación es el poeta Valdemar Jiménez Solís (Mexicali, 1927), uno de los primeros escritores nacido y formado en Baja California, estado inicialmente poblado por inmigrantes.
Autor de los poemarios Pétalos al aire (1966) y Grito: clamor desesperado (1973), Jiménez Solís representa una poesía caracterizada por dar testimonio en ''términos épicos" de la historia de ese estado, orgulloso de sus raíces revolucionarias y nacionalistas. Fue socio fundador de la Asociación de Escritores de Baja California (1964), que -cuenta Gabriel Trujillo en un texto publicado en el semanario cultural Bitácora- ''llevó a cabo, en esa década extraordinaria, varios congresos de escritores en los ámbitos estatal, peninsular y regional que fueron el primer paso para que la literatura de la entidad se presentara, ante la opinión pública, con obras publicadas y personajes reconocidos por su creatividad".
Varios integrantes de aquella primera generación ''venían del sur del país, con un bagaje distinto, escriben con nostalgia, ven al norte con desagrado; no hay una iglesia o un pueblito como los que aparecen en la obra de Juan Rulfo".
Relación nostálgica
Trujillo Muñoz también identifica una ''generación mixta", de la que forman parte los nacidos entre finales de los años 30 y finales de los 50 del siglo XX, que emigraron y escribieron su obra fuera de la entidad. Es el caso de Daniel Sada, Luis Cortés Bargalló y Federico Campbell: ''Nacieron aquí pero viven fuera y su relación con Baja California es nostálgica en la mayoría de los casos o tal vez episódica; es lo bajacaliforniano a distancia". A esa misma generación pertenecen autores que viven, se formaron y escriben en Baja California: Luis Humberto Crosthwaite, Eduardo Arellano, Francisco Morales, Roberto Castillo Udiarte, Rosina Conde y el propio Gabriel Trujillo Muñoz, entre otros.
Son autores -detalla Trujillo Muñoz- ''muy dados a cantar o contar la gesta fronteriza, han estado pendientes de ser frontera, con una visión más sociológica y una concepción del mundo más de fricción. Son los que han peleado sus batallas aquí para darse a conocer".
Uno de ''los grandes momentos" para este grupo de autores se dio con la creación de los talleres literarios auspiciados por el Instituto Nacional de Bellas Artes, y que empezó a impartir Ignacio Betancourt.
La tercera generación identificada por Trujillo Muñoz es la de quienes empezaron a escribir o publicar en los años 90 del siglo pasado: ''Ya no se definen por la tradición literaria mexicana, son los escritores de la globalización que ya no quieren llamarse fronterizos, son chicos ciber, con una visión más virtual de la vida, que quieren desprenderse del mito del migrante".
Son autores nacidos entre los años 60 y 70: Alejandro Espinoza, Rafa Saavedra, Karla Mora, Laura Jáuregui. Sus temas y su estética están influidos por Internet y el desarrollo tecnológico de los medios de comunicación: ''Buscan nuevos lenguajes, tienen más sentido del humor, con estilos híbridos, les gusta la ciencia ficción, buscan que la palabra escrita no se quede inmóvil".
Es la expresión de una nueva sensibilidad. Su correspondiente sería el movimiento desarrollado por el colectivo de música electrónica Nortec.
Fiebre de poetas
En términos generales, el académico Sergio Romel, encargado de Extensión Universitaria de la Universidad Autónoma de Baja California, en Tecate, coincide con la clasificación que hace Trujillo Muñoz, y ratifica que el conjunto variado de autores, estilos, tendencias y propuestas es lo que permite hablar de una gran riqueza de la literatura en Baja California. La poesía predomina sobre la narrativa. Una corriente se distingue por cultivar una estética del desierto y lo marino, y otra apuesta por la recreación de lo popular. De pronto -expresa Romel- ''hubo una fiebre de poetas".
Romel reconoce la efervescencia literaria de la entidad, pero matiza: ''Lo importante no es que exista mucha gente escribiendo, sino que se publicó lo decoroso. Tenemos uno que otro libro muy bueno, tenemos libros regulares y seguramente tendremos algunos muy malos". Pero sin duda, ''en este momento Baja California ya ha aportado títulos importantes a la literatura nacional, como la novela de Luis Humberto Crosthwaite, Estrella de la calle sexta, que ya forma parte de un posible canon de la literatura mexicana del siglo XX, o el poemario de José Javier Villarreal, Mar del norte, ganador del Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, que me parece esencial en la poesía mexicana del siglo anterior".
Muchos libros y pocos lectores
Aunque pudieran subrayarse algunas constantes temáticas o estilísticas, Sergio Romel no se atreve a hablar ''específicamente de una literatura bajacaliforniana, sino en plural, de tres literaturas bajacalifornianas.
''En primer lugar, la de autores que nacieron aquí, crecieron aquí y ahora se encuentran fuera del estado y fuera han realizado una labor destacada. En segundo lugar, están quienes nacieron fuera, pero hicieron su obra en Baja California, y en tercer lugar están los que nacieron y escriben aquí.
''Obviamente, quienes han logrado mayor penetración en el mercado y ampliado su universo de lectores son los que se fueron de Baja California."
Este hecho es sintomático de uno de los grandes problemas que enfrentan los que han decidido permanecer y escribir en Baja California: no existe en la entidad una infraestructura y un mercado editoriales a la altura de dicha efervescencia creativa: ''Como en otros estados, en Baja California no existe un mercado librero, los libros son publicados por imprentas universitarias, institucionales, por empresas comerciales. En Baja California hay libros, tal vez demasiados, lectores es lo que no tenemos".
Humberto Félix Berumen, uno de los críticos literarios más renombrados e influyentes de Baja California, subraya que la situación editorial ''no es mejor que en cualquier otro estado, porque en términos editoriales y culturales México sigue siendo un país centralizado".
En Tijuana y Mexicali ''hay gran efervescencia, hay muchos escritores, muy activos, que tienen presencia más allá de los límites del estado, como Luis Humberto Crosthwaite, Gabriel Trujillo Muñoz, Rosina Conde, Rafa Saavedra, Heriberto Yepes, pero no existen los correspondientes apoyos editoriales, lo cual impide o traba su desarrollo, principalmente el de los jóvenes".
De cualquier modo, éstos buscan abrirse camino ''en revistas locales, suplementos y en un medio emblemático de los tiempos que corren, Internet, pero siguen haciendo falta apoyos institucionales".
En el ámbito estatal -señalan Humberto Félix Berumen y Sergio Romel- los principales esfuerzos editoriales los llevan a cabo la Universidad Autónoma de Baja California (UABJ) y el Instituto de Cultura de Baja California (ICBJ). En los 20 años anteriores, la UABC ha publicado 800 títulos, un promedio de 40 al año. En 2000, se creó la Feria Nacional del Libro Universitario, y este año el Centro Cultural Tijuana reinicia actividades en el campo editorial.
Falta de mercado editorial
Por otra parte, ''la iniciativa privada no se distingue por su función benefactora de proyectos culturales, salvo contadas excepciones, como lo fue en un tiempo la Fundación Cultural Río Rita". O como actualmente ocurre con la librería El Día, que con cuatro sucursales es la única que existe para atender la demanda de los lectores bajacalifornianos.
En opinión de Sergio Romel, el problema que representa la falta de un mercado editorial tiene que revertirse instrumentando acciones para la formación de lectores. Por un lado -propone- tienen que publicarse libros decorosos en su contenido y en su formato y, por otro, vincular a los sectores educativo y editorial:
''En las escuelas, si acaso, sólo se leen los grandes nombres, pero se olvida que la literatura es un hecho cotidiano contemporáneo."
Otra acción concreta es lograr que las novedades que se promueven en el Distrito Federal lleguen al mismo tiempo a las librerías y bibliotecas de Baja California. Porque han ocurrido casos, como el de la novela más reciente de Crosthwaite, que todavía no se distribuye en Baja California, aun cuando fue presentada durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el pasado diciembre.
A pesar de todo, la librería El Día, fundada en 1963, es una exitosa empresa cultural.
De acuerdo con su propietario, Alfonso Camacho, librero español avecindado en Tijuana, la clave ha consistido en proporcionar a sus clientes ''novedades y algo más; lo que justifica y ha propiciado la permanencia de una librería de estas características es tener una oferta diversa en el campo de las humanidades", complementada con títulos editados en Estados Unidos, lo que le ha permitido hacerse de un público ciertamente poco numeroso, pero constante.
No deja de lado la importancia que para la sobrevivencia de su negocio tiene la venta de libros de texto y los de autoayuda. Es inevitable y esto no puede modificarse en el corto plazo:
''Necesitamos lectores y una revolución educativa orientada hacia el humanismo, que motive a las personas para sentir placer por la lectura.
''De todos modos, no va a haber buenos resultados. No es una solución rápida y lo trágico es que nadie pone la primera piedra."