La organización electoral en México se ha consolidado, afirma presidente del IFE
Necesario, crear métodos transparentes para gobernar, plantea Woldenberg
Más que garantizarlas, las democracias en AL deben construir conquistas: Caputo
ALONSO URRUTIA
Una vez que la organización electoral en México se ha consolidado, la democracia enfrenta nuevos desafíos, entre los que destaca demostrar que es un sistema eficaz para la resolución de los problemas sociales, alcanzar un verdadero estado de derecho que destierre impunidad y corrupción o lograr que el ejercicio de gobierno sea corresponsable con los partidos para garantizar la gobernabilidad, sostuvo el consejero presidente del Instituto Federal Electoral (IFE), José Woldenberg.
Al inaugurar el seminario Transición y consolidación democrática, el contexto internacional y la experiencia democrática, Woldenberg subrayó que la consolidación de la democracia en México presupone el fin de toda forma de discrecionalidad en la conducción del país, pero "el antónimo del Estado autoritario no es el Estado mínimo o diluido, sino el que responde a las expectativas legítimas de la población".
Por eso, hay que llenar con nuevas prácticas y formas legales el hueco que deja ese presidencialismo de antaño para conformar métodos más transparentes para gobernar. "La clave está en asumir que hace falta no sólo desplegar una serie de políticas gubernamentales sino que para abatir la incertidumbre, asegurar eficacia y gobernabilidad, es necesaria la construcción de una coalición nacional duradera a favor de políticas consistentes de Estado que permanezcan más allá de los cambios y ajustes en la conducción".
En su oportunidad, la ponencia del director del proyecto sobre Desarrollo Democrático en América Latina de Naciones Unidas, Dante Caputo, habló de la paradoja de que en el subcontinente en los últimos años se han consolidado los regímenes surgidos democráticamente, pero lamentablemente "son democracias pobres" que dificultan la solidificación de esa forma de gobierno.
"No es lo mismo democracia con pobreza y desigualdad extrema que democracia con riqueza y cohesión social". Por lo tanto, "el desafío de las democracias pobres y desiguales es, además de construir y avanzar en materia de derechos civiles, avanzar en los derechos sociales a partir de los derechos políticos que supone la democracia".
A diferencia de las democracias europeas, donde primero se establecieron los derechos civiles, después los sociales y al final los políticos, subrayó Caputo -en una ponencia enviada, porque las tormentas de nieve en el norte de Estados Unidos le impidieron volar a México-, las democracias latinoamericanas más que garantizar tienen que construir las conquistas civiles, sociales y económicas.
Sostuvo que el sujeto de la democracia es el ciudadano para que éste expanda sus derechos civiles.
En este sentido, lamentó que según una encuesta realizada por Naciones Unidas en Latinoamérica, 60 por ciento de los habitantes considera que la democracia es el mejor sistema de gobierno, pero 50 por ciento de los encuestados estarían dispuestos a apoyar un régimen militar si trajera solución a sus problemas económicos. Más grave es que del 60 por ciento que prefiere la democracia como sistema de gobierno, la mitad estaría dispuesta a aceptar un régimen autoritario si este trajera solución a sus problemas económicos.
Es decir, "el riesgo inmenso que subyace a esta percepción es la pérdida de relevancia de la democracia en la consideración popular". De ahí que los cuestionamientos latentes en Latinoamérica sean si nuestra democracia puede resistir esos peligros, así como la forma que se debe impulsar para resolver los dilemas entre la expansión democrática y la situación económica, o bien entre la libertad y la pobreza; entre las demandas sociales y las reformas económicas que demandan ajustes y sacrificios.
A su vez, Woldenberg afirmó que en la actualidad nadie duda que la organización electoral se ha consolidado y que a partir de ahí el centro del debate sobre las reformas a nuestra democracia no se orientan ya al ejercicio electoral. Sin embargo, el país tiene urgencia por emprender reformas y ajustes en las prácticas políticas que le permitan adecuar al nuevo contexto democrático el funcionamiento de las instituciones.
Así, la nueva agenda de la democracia mexicana pasa por la imprescindible consolidación del estado de derecho, pues a pesar de que ha habido cambios importantes en el Poder Judicial "persisten niveles alarmantes de inseguridad, de corrupción e impunidad. La autoridad vacila en aplicar la ley y los ciudadanos se resisten a cumplirla".
Destacó como otro tema pendiente la consolidación del papel de los partidos políticos en la conducción plural del país. Los partidos son los protagonistas principales de la política y de ahí la imprescindible necesidad de que éstos logren entablar un diálogo productivo y una coexistencia civilizada que permita lograr los avances y cambios que requiere el país en diversos ámbitos.