Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 14 de febrero de 2003
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Espectáculos

LA GUIA ROJA

Jaime Whaley

Imprescindibles en San Valentín

SITIOS IMPRESCINDIBLES, PUES una cosa son los prolegómenos amorosos que se dan en el auto, en la butaca del cine o, un poco más incómodo, en las sillas de los bares, los hoteles de rato -técnicamente todos, hasta los de cinco estrellas, entran en esta categoría- estarán hasta el tope desde temprana hora en este viernes de quincena y de día de San Valentín.

DESDE LUEGO QUE abundan, se han diseminado por toda la ciudad, ya no es como antes en que los rumbos de la Doctores, la Guerrero, la salida a Cuernavaca , los de por Insurgentes Norte y los de más allá, la carretera a Pachuca; ahora, reiteramos, están a la vuelta de la esquina.

CALZADA DE TLALPAN Y su comienzo céntrico, o sea, San Antonio Abad, es un buen ejemplo de esta proliferación. A los añosos establecimientos, disimuladamente denominados quintas, que algunas hasta su alberquita y jardín tenían, se han sumado modernas edificaciones que a falta de estas facilidades cuentan con televisión por cable, en el que los canales porno -eficaz Viagra- son los más sintonizados cuando no hay hostelerías que hasta con aparatito para películas cuentan.

CUALESQUIERA DE ESTOS hoteles son una buena elección para esta tarde-noche. Pero ahora haremos una revisión de algunos hotelillos visitados años ha en correrías reporteriles, pero que, para cura de la nostalgia, afortunadamente aún están en servicio.

LA LISTA LA encabeza el sobrio Montecarlo, en el Centro Histórico, en la calle de República de Uruguay, cerca de la iglesia de San Agustín, la que una vez albergó la Biblioteca Nacional. Continúa limpio; los cuartos tienen cierto olor a viejo que pronto, por las acciones, deja de ser molesto.

PARA UN CAMBIO radical de rumbo y categoría están las Suites Portonovo, sobre el viaducto Miguel Alemán, pasando Monterrey, en sentido poniente-oriente. Si por alguna causa hay que esperar habitación o bien si se prefiere comer algo, cuenta con un restaurante que tiene servicio de bar.

SI SE VIENE del aeropuerto, por el mismo Viaducto, en el sentido contrario y un poco antes, en la esquina de Eje Central, se ubica el Oslo; aquí vale la pena tener cuidado por los chavos que suelen andar por el rumbo y que lo mismo le venden a uno partes de autos que se las quitan al coche de uno, o de ella. Fuera de eso no hay mayor problema.

DE REGRESO AL Centro, por los rumbos del edificio de la Lotería Nacional, y aquí es donde se arremolina eso de la nostalgia previamente aludida, sigue brindando oportuno refugio el viejo Carlton, en la calle de Ignacio Mariscal, atrás de la espléndida casona que es el Museo de San Carlos. En la contraesquina del referido hotel se encuentra el Oxford, en cuyas puertas está el jardincillo donde se instaló la efigie del Che. El Oxford cuenta con un barcito aledaño en el cual suelen concurrir todavía trabajadores de redacciones de periódicos de los tiempos en que en éstas se olía la tinta.

UNA CUADRA HACIA el oriente y sobre la calle de Jesús Terán está el Royalty, de recuerdos gratos para cierto diarista que hasta ahí llevó a guapa guatemalteca, quien luego lo enredó con una serie del sorteo de la lotería que tuviera el número de licencia del hotel; si no mal recuerdo, es el 27612, y vaya excursión que fue dar con ese número.

EN ESA MISMA calle está el Frimont y en una de sus esquinas se alza orgulloso el Jena, que hace unos años hasta un copete luminoso le añadieron.

SE ESPERA QUE la lista sea de utilidad.

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