Desalmada corrida de aniversario en la Plaza México; cuatro alternantes y 10 toros

Empeñosas actuaciones de El Zotoluco, Enrique Ponce, JM Luévano y El Juli

Sólo un astado bueno Apendicitis aguda del juez Ricardo Balderas

LEONARDO PAEZ

En el festejo del 57 aniversario de la monumental Plaza México volvió a prevalecer el triunfalismo pueblerino y la apoteosis emergente que caracterizan a la empresa, brillando en todo su esplendor la principal aportación de aquélla al espectáculo: megacorridas con cuatro toreros, ocho toros de lidia ordinaria, dos más de regalo, la despedida de un picador y cuatro horas 40 minutos de infructuosos intentos por emocionar... sin toros bravos.

Eulalio López El Zotoluco se topó primero con Diamantino, de Reyes Huerta, débil, soso y manso, con el que consiguió esforzados muletazos; fue empitonado sin consecuencias y requirió de nueve pinchazos, dos avisos y una estocada para quitárselo de enfrente.

Con su segundo, Mayoral, de Teófilo Gómez ?único astado que hizo honor a su divisa en tan maratónica como infausta jornada?, Lalo estructuró una buena faena con base en sitio, temple y entrega, pues las condiciones del toro fueron de excepcional nobleza, son y recorrido. Sobresalió una hermosa tanda por naturales, muy bien rematada.

Cuando ya el villamelonaje, que hizo mayoría, empezaba a pedir el indulto, Eulalio, a diferencia de Jorge Gutiérrez, se olvidó de especular con esa posibilidad y se fue tras el acero en busca de un rabo. Desafortunadamente pinchó al primer viaje, dejando después una estocada desprendida. El juez Ricardo Balderas, ya encarrerado con la concesión pueblerina de orejas, soltó otras dos para Lalo.

Por su parte Enrique Ponce, en su octava comparecencia consecutiva en la corrida de aniversario del coso, lidió en primer término a Bienvenido, anunciado por la empresa como de Reyes Huerta, cuando en realidad fue el primer sobrero de Julio Delgado, pero ya se sabe que donde manda autorregulación no gobierna reglamento.

El valenciano toreó a la verónica como nunca, por el simple hecho de haber recortado los vuelos del capotón que venía trayendo en temporadas anteriores, con lo que ya pudo bajar los brazos, templar y ajustarse. Consumó un trasteo inteligente y sereno ante otro ejemplar debilucho y sin transmisión que el de Chiva sustituyó con su esteticismo. Dejó una media trasera y Balderas, convertido en juez de plaza de trancas, sin esperar la petición del público, soltó las primeras dos orejas de las seis que otorgaría.

Con su segundo, otro manso perdido, no hubo nada que hacer, por lo que regaló a Ingenioso, de Julio Delgado, rajado y deslucido, al que Enrique logró desengañar a base de... haber toreado más de un centenar de corridas cada año durante los diez recientes. Desafortunadamente lo pinchó en seis ocasiones y todo quedó en triunfal vuelta.

José María Luévano lanceó muy bien a Suspiro, de Reyes Huerta, y realizó la faena más sentida y honda de la tarde frente a un astado pasador más que bravo. Como se entregara en la estocada, Balderas, quien ya había devaluado la concesión de premios con Ponce, debió soltar las segundas dos orejas que Chema paseó orgulloso por el redondel.

Con su segundo, sosote, el de Aguascalientes se plantó seguro y realizó un meritorio trasteo por ambos lados, empañado, raro en él, con la espada.

Julián López El Juli, luego de su gandayita gira por cosos de provincia, donde además de salir cansado ha pretendido no sortear, incluso en Guadalajara, se encontró con un público a la espera de milagros tauromáquicos. Como no lograra nada con su escogido lote, regaló a Broche de Oro, décimo y último marrajo de un desfile indigno de animales descastados con los que pretenden triunfar los ases de hoy. Vaya, fue una celebración a la altura de... nuestra fiesta actual.