ENTREVISTA /FERNANDO YAÑEZ
Qué malo que no se respetaran los acuerdos
LO DECIMOS DESDE 1969: SOMOS SOLDADOS DE CONCIENCIA
Fernando Yáñez habla de los primeros
pasos del EZLN en la década de los 80 y la génesis del alzamiento
de 1994, del que dice: "Eran 200, 300 pueblos que enviaron comisionados.
Se votó unánimemente que hubiera un levantamiento, sin definir
la fecha"
BLANCHE PETRICH /II Y ULTIMA ENVIADA
Apodaca, NL. Apegado a la doctrina de los escritos
originales de las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), Fernando
Yáñez vivió 30 años convencido de que "el triunfo
de este pueblo es inevitable. Porque lo queremos, porque lo conocemos y
porque lo merece".
En la primavera de 2000, de pie en la tribuna, frente
a un Zócalo lleno que aclamaba a los zapatistas, el veterano conspirador
se acercó un poco a ese espejismo. Yáñez ya había
sido "desclasificado" como dirigente histórico del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) al ser nombrado enlace político
de la caravana de los pueblos indios. "Que esa visión se materialice
ante los ojos de un dinosaurio como yo... pues sí, da gusto. Pero
al mismo tiempo sabemos que falta mucho. El Zócalo no era el triunfo."
Sí reconoce, sin embargo, que en ese momento pudo
haber ocurrido un viraje definitivo en la historia del conflicto en Chiapas,
que se frustró. Cuando la caravana de pueblos indios llevó
hasta la Cámara de Diputados la iniciativa de reforma indígena,
Yáñez recibió la orden de decirle textualmente al
comisionado gubernamental Luis H. Alvarez: "No confundan esto con debilidad,
les estamos ofreciendo el camino de terciopelo para que lo caminemos juntos
y podamos llegar a acuerdos. Si no lo entienden, van a conocer el otro
camino, el de las dificultades". Lo que pasó después es historia,
historia triste, si se quiere, porque nadie imaginó que los legisladores
pudieran tener tan poco respeto a la gente, agrega.
Mientras
Fernando Yáñez fue Germán, máximo comandante
de las Fuerzas de Liberación Nacional y del EZLN, el mundo cambió
de colores y fronteras, cayó el muro de Berlín y muchos movimientos
guerrilleros dejaron de existir. México vivió el fraude electoral
de 1988. Ellos, los ahora zapatistas, permanecieron y crecieron "geométricamente"
en la selva chiapaneca a pesar de que fueron descabezados varias veces.
"Y tan no nos liquidaron, que aquí estamos", dice y se ríe.
De máximo dirigente a subordinado
Subordinado y de muy buena gana, por lo que deja ver,
a quienes condujo en años pasados, afirma: "Los pueblos producen
a sus dirigentes, a sus cuadros. Las ideas revolucionarias van pasando
de generación en generación, y cada generación le
pone algo más".
Las FLN sufrieron su primer gran golpe en febrero de 1974.
Primero cayó la casa de seguridad de Nepantla. Entre los muertos
estaba el segundo al mando, Salvador. Y también un portafolios
con documentos sobre una operación de compraventa de unos terrenos
en Ocosingo, el rancho-campamento de El Chilar. Tres o cuatro días
después, una unidad del Ejército fue emboscada por el núcleo
guerrillero cuando ya se acercaba al campamento. "Esto nunca se ha dicho:
el Ejército sufrió ahí cuatro bajas." Los rebeldes
intentaron huir por la selva al operativo. Nunca se supo realmente
qué pasó, pero desde entonces el grupo está desaparecido.
A pesar de la gravedad de los golpes, éstos no
fueron mortales para las FLN, asegura Yáñez: "Había
una autoridad en las ciudades bajo la responsabilidad del compañero
Alfredo, que dirigió el repliegue, siempre con la orden de
volver a Chiapas. A los pocos meses él regresó y al año
siguiente llegó otro grupo. Ahí sí ya iba yo. Alfredo
murió en Chiapas".
"¡Eres un cabrón!", me dijo el general
Sobreviviente de prolongadas persecuciones, Yáñez
fue detenido durante la ofensiva del presidente Ernesto Zedillo contra
el EZLN a principios de 1995 en el Distrito Federal. El general Guillermo
Alvarez Nara, entonces jefe de la Policía Judicial Militar, lo interrogó
durante horas. Exasperado, al final, le espetó: "Eres un cabrón
que te has dedicado toda la vida a conseguir armas para jodernos a nosotros".
Yáñez cuenta: "Sentí orgullo. El general se levantó
y se retiró con todo su séquito. Y a mí me mandaron
al Reclusorio Oriente".
-Poco se sabe de la evolución de la organización
en los años 80.
-Los que sí saben son los del Ejército,
que no querían ir atrás de nosotros. Nuestro crecimiento
en los 80 fue mucho más sencillo, ya había una base campesina.
El 17 de noviembre de 1983 se forma el EZLN. Antes, en 1980, el movimiento
había crecido tanto que fue necesario reglamentar la integración
de los mandos, el reclutamiento, la división del trabajo. Yo seguí
con la responsabilidad mayor porque era el que tenía más
experiencia. De ese momento al levantamiento fue un crecimiento geométrico.
Ese trabajo sí ya le tocó a Marcos desarrollarlo.
-¿Qué análisis hicieron de la coyuntura
de 1988, con el fraude electoral al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas
y la incorporación de muchas fuerzas de la izquierda radical a la
vía electoral?
-Reconocimos en 1988 que hubo un reflujo, una falta de
interés del pueblo en la lucha armada, y la gente andaba buscando
el cambio por la vía pacífica. Seguimos creciendo en silencio,
no arriamos la bandera de la rebeldía, aunque decíamos: 'a
ver, estudiemos, analicemos lo que hay de inédito en la situación'.
Había un buró político, compañeros que tenían
el encargo de analizar la política nacional, internacional, todo
lo que las miles de gentes de nuestra organización tuvieran que
conocer. Sus escritos llegaban a la selva; ahí se analizaban y debatían.
Nunca vimos la posibilidad de dejar la lucha. El tiempo demostró
que estábamos en lo justo.
Sobre los cambios de los años 90, las firmas de
la paz para El Salvador o Guatemala, la pérdida del poder de los
sandinistas, la desaparición del bloque socialista, opina: "Cada
quien su proceso. Algunos recibieron ayuda del campo soviético,
nosotros no. Si cae 20 veces el muro de Berlín, eso no va a cambiar
las relaciones de los indios con los finqueros de Chiapas. Rusia dejó
de ser la vanguardia del proletariado pero nunca fuimos pro soviéticos
ni pro chinos. Eso no afectaba".
A principios de 1993, 14 años después de
asumir la máxima dirigencia de las FLN en una reunión clandestina
en Monterrey, Yáñez dejó de tener el mando durante
la gran asamblea rebelde en la selva Lacandona. "Fue cuando todo el poder
pasa a las comunidades", puntualiza.
Recuerda ese momento: "No te voy a decir dónde
fue. Eran 200, 300 pueblos que enviaron comisionados. Se votó unánimemente
que hubiera un levantamiento, sin definir la fecha. Se decidió quién
iba a ser el mando militar y todo lo demás. De los fundadores históricos,
sólo quedaba yo. A Marcos le dieron el bastón de mando
porque se hizo una declaración de guerra y él es el máximo
responsable militar. ¿Qué sentí? Híjole, para
empezar, un gran alivio, como cualquier persona normal, consciente y responsable.
Lo que se decidió es que hubiera una guerra y no lo decidió
una persona sino una asamblea. Pero en seguida entran otras responsabilidades.
Ya no hay que cuidar a un pequeño grupo sino a todo un pueblo metido
en esto. Y se empieza a trabajar de inmediato, mucho más duro. En
casos así las emociones se guardan para luego".
Soldados de conciencia
El levantamiento del 1º de enero se decidió
con plena conciencia de que todas las desventajas militares estaban del
lado del EZLN: "Hay un libro nuestro -explica Yáñez- que
se llama Sobre los problemas de la guerra y la paz, que destaca
que lo que importa en todas las luchas es el hombre, no el arma. Estábamos,
estamos y probablemente siempre estaremos en desventaja. No somos guerreristas.
Queremos al mejor hombre, eso sí. Lo decimos desde 1969: somos soldados
de conciencia. Voy a contar una historia triste para ilustrarlo. En la
montaña cercana del cuartel de Rancho Nuevo, de San Cristóbal,
se hizo un sitio los primeros días de enero. Era una situación
táctica muy difícil. Un grupo de compañeros insurgentes
estaba en una loma que circunda al cuartel, viendo cómo los soldados
se reagrupaban y recibían la orden de subir. Arriba, los compañeros
los iban a emboscar en combate hombre a hombre. Y oyen los aviones llegar
y empiezan a bombardear, ametrallan y matan a los soldados que estaban
abajo. Luego llegaron varios camiones a sacar los cuerpos de esos pobres.
Fueron muchos los muertos. ¿Qué moral puede tener esa tropa?
Ese Ejército está derrotado desde ese momento".
-Marcos escribió posteriormente que en el
momento del alzamiento nadie pensaba que podrían ser secundados
por el pueblo de México...
-Yo tampoco. Pensábamos que iba a ser una guerra
larga, cruenta. Si hubo tregua fue porque la sociedad manifestó
su grito de que detengan la guerra. Entonces los comandantes decidieron
ir a los diálogos. Qué bueno que se dieron, y qué
malo que no se respetaran los acuerdos.