Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 15 de enero de 2003
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Política

Luis Linares Zapata

Ineficiencia, distintivo público

El nocturno asalto decembrino al cerro del Chiquihuite produjo multitud de perdedores y, a lo que parece hasta hoy, ningún ganador. Además de los implicados de manera directa, las dos televisoras y el gobierno federal salen muy dañados, pero hay otros tantos que han sido soslayados en la relatoría de los hechos y en la misma crítica, pero que a medida que transcurre el tiempo van revelando su trascendencia para el análisis y el quehacer público.

Por un lado, está el golpe dado a un grupo de profesionales de la comunicación que, con grandes carencias y contratiempos, pudieron construir un modelo de expresión penetrante y fresco, hasta entonces desconocido en el medio televisivo mexicano. Y, como obligada contraparte, se comprimió el exiguo espacio de alternativas que se ofrece a los televidentes nacionales, ese abigarrado conjunto de ciudadanos que siempre habían sido minusvaluados por los directivos de las empresas y por los mismos responsables del diseño informativo.

La toma de las instalaciones de CNI- Canal 40 no fue casual ni derivada de un afán equitativo o para inducir racionalidad y transparencia en las intenciones de los que decidieron hacerse justicia por propia mano. Tal aventura supuso un juicio negativo sobre la habilidad y capacidad de respuesta de las autoridades respectivas. Reveló también, quiéranlo sus autores o no, la conciencia previa de contar con un capital acumulado de favores que tendrían que ser sopesados por el poder y funcionar en beneficio de Tv Azteca.

La empresa del Ajusco bien pudo imaginarse con el músculo político suficiente como para presentarle a la sociedad y a los gobernantes hechos consumados de su propia creación, aunque los tratara de tamizar con una resolución de tribunal parisino. Hechos que sin duda le han infligido enormes daños a la imagen del gobierno federal en su conjunto, a los secretarios involucrados en el caso y, sobre todo, al Presidente de la República.

La creciente y ominosa percepción que se cierne sobre la ingobernabilidad, sobre la incapacidad decisoria y timorata voluntad operativa del presidente Fox ha dado un salto cualitativo con los hechos recientes. Los titubeos ante la renuncia del canciller y las dificultades para presentar ante inermes campesinos opciones de salida mediante mecanismos compensatorios que al menos palien su desesperada situación son factores adicionales que merman y achican la institución presidencial.

La tardía respuesta al ilegal asalto al Chiquihuite, las condicionantes impuestas para la negociación posterior y el aseguramiento decretado al final de los obligados desacuerdos forman un conjunto de actos del poder que ponen en serio predicamento al gabinete y a su jefe.

La pareja de secretarios, Creel y Cerisola, muestran, una vez más, su flagrante ineptitud como responsables de áreas estratégicas para la nación que requieren firmeza en la negociación, diseño de salidas oportunas y bien sustentadas, así como sensibilidad para situar prioridades en los diferendos que han tenido bajo su responsabilidad.

Atenco fue un fracaso sonado de ambos funcionarios, cuyas emanaciones no han dejado de hacerse sentir, pero la toma del Chiquihuite es la cereza del pastel que corona su mediocridad y tibieza para encontrar bases legales para sus decisiones, trasparentar la indispensable imparcialidad al tiempo que muestre la fuerza y la voluntad para dar continuidad a proyectos comunicativos que han dado respiro y calidad, contraste y valentía, al ámbito de la comunicación televisiva, tan preñada de trampas, medianías, faltas de imaginación, mal gusto y plagada de censuras y autocensuras. Dos altos funcionarios incapaces de contener y sí alentar, el cúmulo creciente de inseguridades que campean por todo el país y en el exterior en este inicio del tercer año del sexenio foxista.

Si la emergencia de Lula, el brasileño izquierdista, el obrero, ha desplazado al Fox capaz de vencer al PRI como una figura llamativa en el ámbito internacional, ha tenido también otras consecuencias que agravan la imagen del mexicano.

Fox ya es un referente, en la difusión externa, de la inacción, de la incapacidad para entregar resultados, para cumplir promesas, para coordinar esfuerzos dispersos y arribar a consensos. El cambio que predicaba como su motivación central se difuminó entre múltiples excusas y acusaciones a sus opositores. Ahora, es un lugar común recomendarle a Lula alejarse de tan inmovilizador modelo.

La gira que Fox tiene proyectada para días venideros (Davos, Alemania) será confirmación adicional de esa visión negativa, que ya está más que asentada entre los europeos, trátese de elites o de simples ciudadanos.

Dejar las cosas (aseguramiento) al tiempo, simplemente agravará los humores condenatorios sobre la responsabilidad con que actúa el Ejecutivo federal, sobre su independencia y motivos de cara al proceso electoral ya en puerta. CNI-Canal 40 debe recibir, de inmediato, sus instalaciones incautadas para que reanude sus actividades y se dé continuidad a la disputa mercantil ante tribunales locales. De prolongarse la indefinición actual se decapitará un proyecto por demás positivo para el presente de la vida nacional. Implicará también ceder ante poderes fácticos de más que dudosa legitimidad y la erosión de la Presidencia seguirá su ruta a pasos agigantados.

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