Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 13 de enero de 2003
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas 
  >

Sociedad y Justicia

APRENDER A MORIR

Hernán González G.

El viaje más importante

Narciso, pésimo consejero

Algunos requisitos básicos

INTERESANTE PLANTEAMIENTO EL de Imelda García de Rosas al referir la contradictoria actitud de su anciana madre (88), quien con una vida de retos, logros, audacias y varios viajes por el mundo "se siente desarmada, deprimida y temerosa ante el arribo inminente de su muerte, tras haber derrochado valor, buen ánimo y espíritu de aventura a lo largo de su existencia".

ES FRECUENTE QUE cuando una persona ha conseguido ser en buena medida "el arquitecto de su propio destino", en términos de decisiones y de experimentar sucesos extraordinarios, incurra en la fascinación de esa trayectoria poco convencional que la diferencia del grueso de sus semejantes y, en vez de agradecer a la vida tantas oportunidades aprovechadas, olvide que sólo es un ser humano más, con sus grandezas y limitaciones, entre otras la de tener que morir.

SE PUEDE EN estos casos de vidas cumplidas estimular el ego sabio del paciente, no sólo para que aligere las culpas, pendientes y apegos que aún lo agobian, sino para que perciba ese trance con mayor asertividad. Insistir, por ejemplo, en que en vez de atemorizarse, lo que sirve de muy poco, empiece a preparar, con el mayor esmero, entusiasmo y ahorro de sufrimientos posible, el viaje más importante y apasionante de todos, puesto que no tendrá otro mapa que el de la desafiante, serena y excitada disposición a viajar con su espíritu, sin costo, itinerarios ni destino conocido.

PREGUNTA EL ESTUDIANTE de preparatoria Celso Delgado Reyes qué se necesita para ser tanatólogo. En primer término, siento que poseer la serena capacidad de dudar, es decir, de revisar posturas propias, no para paralizarnos, sino para apuntalarnos a partir de una percepción personal conciente y comprometida, alejada de dogmas y temores infundidos e infundados.

ENSEGUIDA LA CAPACIDAD cotidiana de empatizar, de procurar ponerse razonablemente en los zapatos del otro, de sentir con, de apoyar sin estorbar, a partir de un permanente preguntar, no de un vanidoso moralizar, y con la suficiente intuición para percibir la diferencia entre pretender ser útiles y aún así no ser requeridos por el paciente o sus familiares y aceptarlo.

POR ULTIMO, CREER firmemente en la vida, que equivale a creer, sin aspavientos, en la muerte, la mía y la de los demás, y prepararnos para cuando llegue, pensando en ella a diario, no por alimentar miedos, sino por aligerar apegos y relativizar cuanto nos suceda, positivo o negativo, pues como decía don Juan Matus: "Uno tiene que pedir consejo a la muerte y dejar la pinche mezquindad de los hombres que viven sus vidas como si la muerte nunca los fuera a tocar". El riesgo de la tanatología en nuestro medio es que se vuelva una moda piadosa más o devenga instrumento de doctrinas desgastadas.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año