CIUDAD PERDIDA
Miguel Angel Velázquez
La compañera Rocío
HUBO ALGUIEN MAS en el breve velorio de la señora Rocío Beltrán, esposa del jefe de Gobierno del Distrito Federal. Alguien sin títulos ni ambiciones: la gente.
NO ERAN LOS conocidos de éste o los candidatos de aquél. Tampoco iban de negro. La noticia los tomó en el paseo, en el reposo dominical, y llegaron tal cual, enchamarrados, con la ausencia del negro en sus vestiduras, pero todos de luto, todos solidarios.
POCO O NADA sabían de doña Rocío, mujer de inmensas discreciones, siempre lista al servicio, pero enemiga de los fuegos fatuos y del hipnotismo que producen las luces del escenario político.
TAL VEZ ESO fue lo que percibió la gente y por eso formó largas filas para hacerse presente frente al ataúd de la compañera de Andrés Manuel, a quien saludaban y en voz baja le expresaban un "lo acompañamos en su dolor".
NO ASISTIO LA hipocresía, que tal vez estaba de vacaciones o tal vez quiso hacer patentes las diferencias.
LA TARDE SE había vuelto más fría y la llovizna mojaba las baldosas del estacionamiento de la funeraria. Eran poco menos de las cuatro de la tarde y la gente seguía quieta, firme, en la fila que llegaba hasta las escaleras del mismo estacionamiento.
PERO DESPUES DE las 16 horas, cuando se cerró la capilla para que el cuerpo de doña Rocío fuera trasladado a su natal Tabasco, donde será sepultada, la gente seguía llegando, quería rezarle "aunque sea un rosario" y se quedaba allí, en silencio, triste pero solidaria.
ROCIO BELTRAN FUE la compañera de Andrés Manuel López Obrador cuando menos durante los últimos 25 años -más de la mitad de su corta vida- y luchó junto a él en cada una de las batallas políticas que emprendió el hoy jefe de Gobierno.
LO MISMO EN Tabasco por la gubernatura que en la capital, cuando López Obrador fue electo presidente del PRD y también en la campaña que lo llevó a convertirse en jefe de Gobierno de la ciudad de México, pero sobre todo, en cada uno de esos actos en los que López Obrador acrisolaba el carácter político en las luchas por la defensa de los derechos de los más pobres.
POR ESO LO que sucedió ayer en la agencia funeraria fue también un acto de reconocimiento a esa labor de apoyo tenaz y silencioso que, sin embargo, no pasó inadvertida para muchos que daban cuenta a diario de la fuerza que, pese a su enfermedad, infundió siempre al gobernante local.
Y POR ESO también se reunieron allí periodistas, diputados, hombres y mujeres de la faena política diaria y gente, mucha gente, que homenajeó la valentía y la inmensa discreción de doña Rocío Beltrán de López Obrador.
HOY LA VIDA continuará como siempre, indiferente al dolor y la tristeza, pero impotente contra la memoria, contra el recuerdo, contra el mensaje de lucha sin denuedo que seguirá siendo la causa que impedirá el olvido.
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