Temor y crisis económica marcaron a EU
en 2002
Ofensiva ideológica fundamentalista contra todo
lo que parezca ''terrorismo''
DAVID BROOKS Y JIM CASON CORRESPONSALES
Nueva York, 30 de diciembre. Tal vez el mejor resumen
de 2002 en Estados Unidos fue el comentario esta semana de un inmigrante
mexicano a otro cuando viajaban en el metro de Nueva York: ''Pues estoy
pensando en regresarme ya (a México), con esta pinche guerra y con
la economía que se va pa'bajo''. Que un refugiado económico
esté pensando abandonar el país, al que seguramente le costó
mucho llegar, ofrece alguna idea de qué tan bien estuvieron las
cosas este año.
El año 2002 fue marcado por perpetuas declaraciones
de guerra, debates sobre la ''seguridad de la patria'', redadas de inmigrantes
sospechosos, detenciones secretas y uso de tortura, invitaciones a la ciudadanía
a espiar a los vecinos y reportar todo lo que pareciera sospechoso, secretos
gubernamentales, algo llamado Oficina de Conocimiento Total, constantes
alertas de posibles atentados ''terroristas'' y preparativos para lanzar
otra guerra en el golfo Pérsico. Se logró la mayor reorganización
del gobierno federal al aprobarse una nueva secretaría, el Departamento
de Seguridad de la Patria, y un nuevo Comando de América del Norte.
Figuras especializadas en operaciones secretas y violaciones
a la Constitución regresan a la Casa Blanca para encargarse de la
política exterior, desde Elliot Abrams, el ex almirante John Poindexter
y Otto Reich, entre otros. Autoproclamados soldados cristianos que hablan
abiertamente de una especie de cruzada, también ejercen el poder,
como el nuevo líder de la Cámara de Representantes, Tom DeLay,
y el procurador general John Ashcroft, entre algunos más.
Quince meses después del 11 de septiembre (no existe
otro en la memoria oficial), se intenta establecer un política de
temor y un ''estado de seguridad''. La pregunta de si se logrará
tendrá que resolverse el siguiente año. Pero 2002 en Estados
Unidos ha sido marcado por una ofensiva ideológica, a veces hasta
fundamentalista, definida por la célebre frase del presidente George
W. Bush al anunciar al mundo su perpetua guerra contra el ''terrorismo'':
o están con nosotros o están en contra.
Pero con todo esto, ¿alguien se siente más
seguro ahora? Se produjeron señales contradictorias en este 2002.
Aunque el presidente Bush mantuvo niveles altísimos de aprobación
en las encuestas durante todo el año -entre 70 y 75 por ciento-,
no ha logrado convencer a la mayoría de la necesidad de iniciar
una guerra contra Irak, y menos una acción unilateral sin el apoyo
de la ONU.
A pesar de estos niveles de aprobación del presidente,
la mayoría de las encuestas registran que los estadunidenses no
se sienten más seguros, que la incertidumbre prevalece en el ámbito
económico y que esperan otro atentado ''terrorista'' en cualquier
momento.
Al mismo tiempo que un amplio sector se mostró
insatisfecho con la política económica y social del gobierno,
en las elecciones de noviembre el triunfo fue otorgado al partido del presidente.
Ahora los tres poderes federales están controlados por el Partido
Republicano.
Poco éxito, más ansiedad
Así,
entre la guerra y la crisis económica, Estados Unidos continúa
en un estado de ansiedad. El año acabó sin que Bush cumpliera
con su objetivo de detener o matar a Osama Bin Laden o a la mayoría
de los acusados de planear los atentados del 11 de septiembre. Afganistán
fue ''liberado'' sólo para recuperar su liderazgo como el mayor
exportador de amapola y heroína en el mundo, mientras gran parte
de la asistencia prometida por Estados Unidos y otras naciones para reconstruir
y apoyar al destruido país no ha llegado a ese pueblo.
Tampoco se ha detenido al responsable del ataque bioterrorista
con ántrax, que logró cerrar el Capitolio y causó
pánico en varios medios; se sospecha que no fue acto de un ''terrorista''
extranjero, sino de un científico estadunidense.
Y resulta que el caso de terror que afectó más
al país después del 11 de septiembre no fue realizado por
extranjeros, sino por un francotirador entrenado por el ejército
estadunidense y un joven. Ambos asesinaron a diez personas, hirieron a
otras cuatro y mantuvieron en estado de temor a los habitantes de una zona
cercana a Washington durante más de 10 días.
Algunos sospechan que el propósito de los preparativos
para una guerra no son sólo para atacar Irak, sino también
distraer la atención pública de la más grande crisis
del capitalismo estadunidense desde la gran depresión.
Crisis en el corazón del capitalismo
El gran talón de Aquiles de este año en
Estados Unidos es la crisis en el corazón del capitalismo -Wall
Street-, que estalló con el escándalo empresarial de Enron,
en su momento la séptima empresa del país, que acabó
destrozando la burbuja especulativa de los últimos ocho años.
Con ello, el factor fundamental del sistema capitalista
fue destruido: la ''confianza''. Ahora, la crisis empresarial involucra
investigaciones a más de 30 empresas, incluyendo algunas de las
más prestigiosas a nivel mundial: Citigroup, Merrill Lynch, J.P.
Morgan Chase, Goldman Sachs, Halliburton, Xerox, Johnson & Johnson,
Qwest, etcétera.
Claro, Enron y WorldCom, las dos gigantes de este escándalo
que incluye acusaciones de fraude, conspiración, lavado de
dinero y obstrucción de la justicia, están en bancarrota.
Varios ejecutivos en jefe y altos funcionarios han sido esposados y formalmente
acusados de delitos. Sin embargo, hasta el momento ninguno ha sido encarcelado
por estos delitos. Pero las investigaciones continúan.
Y los costos están por todas partes: decenas de
miles de empleados cesados, fondos de jubilación invertidos en estas
empresas con pérdidas multimillonarias, economías regionales
pagando las consecuencias y, claro, la destrucción de la confiabilidad
del mundo empresarial.
Por cierto, este ha sido un factor para que 2002 sea otro
año que acaba con pérdidas en los mercados bursátiles
de Wall Street, con un desplome de cerca de 17 por ciento para el año.
Esto marca el tercer año consecutivo con números negativos
en Wall Street; algo que no había sucedido en 60 años, informó
CBS News.
También se logró otro récord, el
segundo en años consecutivos: bancarrotas empresariales. El año
pasado, 186 empresas con acciones en las bolsas de valores solicitaron
protección legal de quiebra con un total de 368 mil millones de
dólares en deudas. En la lista están algunas de las firmas
más conocidas del país: WorldCom, United Airlines, Global
Crossing y Adelphia, todas con las bancarrotas más grandes de la
historia.
No todo funciona
Este año también evidenció que no
todo funciona en las cúpulas. Cayeron tres poderosas figuras en
las últimas semanas: el futuro líder del Senado, Trent Lott;
el intento de reaparición de Henry Kissinger en el ámbito
público, y la renuncia del prelado más poderoso de la Iglesia
católica de Estados Unidos, el cardenal Bernard Law.
A pesar de los deseos de la Casa Blanca, Otto Reich no
pudo permanecer como encargado de América Latina del Departamento
de Estado. El jefe de la agencia encargada de supervisar Wall Street, Harvey
Pitt -nombrado por Bush- fue obligado a renunciar por su mal manejo de
la crisis empresarial.
Desde abajo
Pero las noticias menos difundidas fueron las que dan
señales de rebeldía y repudio al nuevo mundo de "o con nosotros
o en contra".
Manifestaciones, marchas, vigilias, desplegados y otras
expresiones de protesta contra una guerra con Irak ocurrieron en cientos
de ciudades en todo el país, y con manifestaciones nacionales en
Washington y San Francisco.
Artistas e intelectuales, líderes de derechos civiles,
religiosos y laborales se han sumado a un movimiento diverso aunque no
unificado, considerado por muchos veteranos de movimientos antibélicos
como mucho mayor en sus dimensiones que los anteriores en esta etapa de
la preparación de una guerra.
A la vez, movimientos por la justicia global y contra
la globalización empresarial reaparecieron contra el Banco Mundial
y el FMI, y varios de estos sectores se han sumado con su mensaje al movimiento
contra el militarismo y una guerra "por el dominio empresarial" y "por
el petróleo". También se han sumado sectores de los movimientos
por la justicia racial y de defensa de los inmigrantes al considerar que
la "guerra contra el terrorismo" tiene en la mira a pueblos del tercer
mundo, así como a sectores minoritarios dentro de Estados Unidos.
Grupos de derechos humanos y de defensa de libertades
civiles han intensificado su trabajo al enfrentar los intentos para reducir
las protecciones civiles y los derechos de expresión, justificados
por las políticas de seguridad nacional aplicadas por el gobierno.
Con ello, 2002 ha visto nacer la posibilidad de amplias
alianzas entre diversos sectores sociales organizados que ahora enfrentan
políticas que afectan tanto sus intereses nacionales como su responsabilidad
por las acciones de su gobierno en el plano internacional.
Los que se despidieron
Por cierto, este año murió uno de los pacifistas
más reconocidos de este país: Philip Berrigan. El ex cura,
junto con su hermano, el padre Daniel Berrigan, miembros del movimiento
radical Catholic Worker, fue un pacifista cuyas acciones de desobediencia
civil le costaron 11 años -de sus 79 de vida- en prisión;
participó en una "comunidad de conciencia" que se opuso a cualquier
guerra, intervención, a toda forma de racismo y explotación;
un apasionado disidente con un mensaje cristiano de los de abajo. Su ejemplo
sigue rescatando la nobleza de la resistencia estadunidense a todo lo que
se proclama desde las cúpulas del país.
Entre otros que se despidieron de esta vida en 2002 en
Estados Unidos: el gran músico de jazz Lionel Hampton, el director
de cine Billy Wilder, el cómico Milton Berle, el legendario beisbolista
Ted Williams, la ex estrella porno Linda Lovelace (famosa por Garganta
Profunda), el ex secretario de Estado Cyrus Vance, el pionero en animación
Chuck Jones (uno de los inventores de Bugs Bunny y el Pato Lucas), y Ruth
Handler, la inventora de la muñeca Barbie.