Presenta La verdadera historia de Nelson Ives, libro de 24 cuentos creados en 15 años
El humor, raro en la narrativa de AL, opina el escritor Francisco Hinojosa
Sus relatos, influidos por los cómics, en los cuales no se puede "ir por las ramas", dice
MONICA MATEOS-VEGA
Cuando Francisco Hinojosa (DF, 1954) escribe cuentos, ya sea para pequeños o para grandes, siempre va al grano. A lo absurdo. Al aspecto lúdico, sin rodeos. Si tiene que decir que la princesa se rompió una pierna, lo hace y ya. O si debe justificar la historia de un asesino, simplemente pone como primera frase del relato: "me repugna la gorda que vive arriba".
Sin adjetivos ni descripciones largas y lentas, Hinojosa presenta 24 narraciones en su libro más reciente, La verdadera historia de Nelson Ives (Tusquets). Son cuentos escritos a lo largo de tres lustros y que por vez primera se publican juntos.
El autor afirma, contundente, que a lo largo de sus años de creador de historias, pero principalmente de lector, se ha dado cuenta de que "el juego es algo importante para todos los lectores, les gusta. Pero el humor es raro en nuestros países. En la narrativa latinoamericana siempre se prefieren los aspectos más serios de la vida o el realismo. A mí me gusta darle la vuelta a eso y verlo desde la cara del absurdo".
Acerca de su oficio de "inventor" de historias infantiles, expresa que es una labor que se emparenta con la escritura para adultos "por el aspecto lúdico, por la risa, el humor y, en cierta medida, por el absurdo, pero en dosis muy distintas.
"La diferencia entre ambas formas de escribir está en los temas y en el tratamiento de éstos. Al escribir para adultos me doy muchas más libertades para jugar con las estructuras y el lenguaje, pues al hacer cuentos para niños trato de respetar una estructura lineal, de ser más clásico. Es más difícil.
"Por eso tengo un dicho: si escribo un cuento para niños y ellos no lo entienden el problema es mío, pero si escribo un cuento para adultos y no le entienden o no les gusta, el problema es del lector, no mío."
Hinojosa considera que la lógica de sus cuentos "tiene que ver con el absurdo de la vida cotidiana que no vemos". De esta manera, en sus relatos aparece ya sea una piscina llena de ensalada donde Marilyn Monroe está a punto de zambullirse, vacas que ven pasar la vida desde un camellón u hombres-lobo que se convierten en apetitoso bocado.
También reconoce que sus historias se asemejan a los cómics, en los cuales "no se puede abundar mucho, ni irse por las ramas. Se tiene que ir al grano, pues es muy corto el espacio de un cuadro. Este estilo se ve muy claramente en algunos cuentos, donde numero los párrafos del uno al cien. Cada uno bien podría ser una imagen".
Hinojosa se inició en la literatura escribiendo poesía a los 18 años, pero un día los versos "se transformaron en narrativa y escribí un cuento. Lo disfuté tanto, que sólo por el goce que me provocó escribir cuento, decidí seguir. Es el género en el que más a gusto me siento".
Sin ceñirse a reglas, Hinojosa se ha dedicado a crear historias "que sé, no son de una fácil lectura, pero yo las disfruto... o las padezco, pues hay cuentos que me cuesta mucho trabajo terminar, son de una sustancia pesada. A veces las historias se me imponen o llegan solas. Y juego con los personajes, los pongo en situaciones distintas, me meto mucho con ellos.
"Soy muy poco ortodoxo. Me dedico siempre a romper las reglas. Pero para romper reglas hay que conocerlas muy bien. Y la primera recomendación para escribir un cuento es que hay que leer, mínimo, mil. Hay que ser un gran lector para poder escribir. Un problema muy fuerte entre los escritores actuales es que creen que están tocados por la divinidad y que con saber un poco de gramática basta, y no."
Los cuentos incluidos en La verdadera historia de Nelson Ives descubrieron, añade, "mis miedos y la manera de combatirlos. Son una especie de exorcismo, para ver la violencia y la muerte a través del filtro del absurdo y el humor".