Las reformas estructurales no han propiciado el crecimiento y sí las desigualdades
Documenta OIT el fracaso del modelo económico impuesto a Latinoamérica
Los desencuentros entre las promesas y la realidad impulsan la insatisfacción social
FABIOLA MARTINEZ
Las reformas estructurales aplicadas en América Latina en los pasados 13 años "no han representado un factor de crecimiento y, en cambio, profundizaron la tradicional desigualdad en la región", advirtió la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
La conclusión de la OIT se sustenta en un análisis de los índices de crecimiento y la relación con procesos de apertura comercial, aprobación de enmiendas financieras, fiscales, laborales y de seguridad social en los países latinoamericanos.
Transcurrida una década de cambios en el actual esquema económico, el aspecto distributivo estuvo ausente entre los objetivos de las grandes transformaciones financieras, por lo que priva entre la población "fatiga en el apoyo al modelo de desarrollo", señala la OIT en el estudio titulado Desencuentro entre las agendas de desarrollo de los países de la región y las reformas del consenso de Washington.
Al inicio de diciembre el organismo difundió un pronunciamiento durante los trabajos de la 15 Reunión Regional Americana y, días más tarde, complementaron sus observaciones con cinco temas especiales, derivados del Panorama laboral 2002.
Así, insiste la OIT, América Latina cumplió con el reto de aplicar las reformas económicas sugeridas. Sin embargo, los resultados en materia de crecimiento y equidad fueron adversos.
La llamada "década perdida" para los países en referencia delinea con una caída del producto interno bruto (PIB) por persona de 1.4 a 0.1 por ciento y el consiguiente aumento de índices de pobreza de 34.7 a 41 por ciento del inicio al término de la década.
El periodo de recesión se ilustra también con una caída del PIB a cero en el bienio 2001-2002 y con el mayor nivel de desempleo desde 1980 (9.3 por ciento), crisis que -en opinión del organismo internacional- someterá a prueba la capacidad de la región de sortear los conflictos distributivos que plantea el shock externo.
Uno de los elementos más importantes que ilustran lo anterior fueron las reformas a la seguridad social y a la legislación laboral que buscaron reducir el gasto público y aumentar el ahorro privado, al tiempo de reducir el alto grado de informalidad del mercado laboral.
Sin embargo, 10 años después el sistema (de seguridad social) implica un alto costo para el Estado, se redujo la solidaridad y, por tanto, la precariedad y el sector informal siguieron creciendo, informa la OIT.
Los cambios a la legislación laboral se aplicaron en los 90 en cinco países: Argentina (1991), Colombia (1991), Guatemala (1990), Panamá (1995) y Perú (1991). El objetivo fue moderar los costos de despido, facilitar la contratación temporal de trabajadores y establecer el costo de despido -de un empleado nuevo- a un mes de salario.
La región se insertó paulatinamente en el tren de las reformas desde mediados de los años 80. Estas partieron en Bolivia, Chile, Costa Rica y México, prosiguiendo a principios de los años 90 en Argentina, Brasil, Colombia, Jamaica y Perú.
Los "desencuentros" entre las promesas de democracia, crecimiento y equidad fomentaron la insatisfacción social que se advierte en el presente, situación que abre espacios a fuerzas políticas de diferentes signos y al riesgo del populismo.