Notifican a 100 mil soldados que podrían ser enviados a combatir en Irak
La Navidad en Nueva York, bajo la sombra de una guerra que se avecina
Pronostican analistas que las ventas decembrinas se reducirán
DAVID BROOKS Y JIM CASON CORRESPONSALES
Nueva York, 26 de diciembre. Esta Navidad la nieve cubrió las huellas de los 8 millones de neoyorquinos, pero no trajo su promesa: paz.
A pesar de que el Washington oficial abandonó esa capital para festejar la Navidad, de que el presidente George W. Bush está en su retiro oficial de Campo David con su familia y luego viajará a su rancho en Texas, y de que su equipo está considerando el mejor regalo -otra medida para reducir impuestos a los más ricos de este país- para celebrar estos días de amor y paz, nada, ni la celebración del nacimiento de Jesucristo ni la nieve, pudo acallar el sonoro rugir de una guerra por estallar.
Los "aliados" (Estados Unidos y Gran Bretaña) bombardearon una zona de Irak, mientras todo mundo debió despertarse con la amenaza de Corea del Norte: un ataque estadunidense contra ese país asiático provocaría un "desastre" para todos, dando a entender que sería una pesadilla provocada por armas nucleares.
A todo esto, algunos de los saldos de la guerra "contra el terrorismo" de Estados Unidos fueron contados por los medios: la mayoría de los integrantes de Al Qaeda que supuestamente organizaron los atentados del 11 de septiembre no han sido ubicados y mucho menos detenidos, incluyendo, claro, a Osama Bin Laden. Por otro lado, el Afganistán liberado del régimen talibán ha recuperado este año su lugar privilegiado en el mundo: nuevamente es el principal cultivador y exportador de heroína.
Los preparativos
Pero nuevas guerras se preparan: entre 50 y 100 mil soldados estadunidenses han sido alertados de que podrían ser movilizados próximamente para una guerra contra Irak, mientras en casa algunos analistas consideran que esta temporada de compras no será tan exitosa para el comercio. Uno de los factores es el "temor a una guerra inminente".
Sin embargo, no todos están preocupados. Parte de la familia Bush -el ex presidente George y su hijo Jeb, gobernador de Florida- comenzó hoy un viaje y abordó el Disney Wonder, buque que en su proa está adornado con una figura del Pato Donald y que navegará por el Caribe tres noches.
El Senado, por su parte, se deshizo de su "fantasma de Mississippi", su ahora ex líder Trent Lott, quien cayó de la nube más alta al decir en público lo que siempre ha pensado en privado -que la segregación racial es un principio cristiano-. Ahora la cámara alta está en manos de un cirujano, quien prometió dedicarse a "curar" las heridas causadas por esta calamidad política.
Como buen cirujano, también sabe mucho de dinero. Bill Frist es muy querido entre sus colegas, no por su habilidad médica, sino por ser recaudador de fondos para su partido. De hecho, logró reunir un monto récord en fondos electorales en la reciente elección. Es mejor que Santaclós o los tres Reyes Magos.
Se informó que en estos días los bancos de alimentos para pobres y otros programas para ayudar a los necesitados habían tenido que atender más gente que nunca, por lo que estaban en situación crítica en algunas ciudades.
Al Metro de Nueva York se suben voluntarios de una agencia de caridad para ofrecer tortas y jugos a los sin techo. Invitaron a los que no tuvieron cena navideña a pasar por una calle en el Bowery, donde se ofreció una comida con pavo entre las 5 y 7 de la noche.
El alcalde de Nueva York, el multimillonario Michael Bloomberg, acompañado por cámaras de televisión, acudió ayer a una casa en Brooklyn para regalarle una bicicleta a un joven negro que padece diabetes. Era la misma bicicleta de 500 dólares que el alcalde adquiriró ante la amenaza de huelga de los trabajadores del Metro y de los autobuses públicos hace un par de semanas. Bloomberg invitó entonces a la ciudadanía a prepararse para la protesta y prometió que acudiría a trabajar en bicicleta, mientras acusaba al sindicato de intentar destruir la ciudad.
El alcalde ganó al obligar al sindicato a firmar un nuevo contrato, sin lograr una alza salarial para el próximo año y sólo la mitad de lo que se solicitaba para los siguientes dos. Ese es el espíritu navideño que sintieron más de 30 mil trabajadores que fueron amenazados con multas hasta de 25 mil dólares por cabeza si violaban la ley que prohíbe huelgas de empleados públicos.
Pero esta Navidad no fue sólo un evento para ricos y poderosos. Tal vez el espíritu más navideño de estos últimos días fue que cundió la paz entre musulmanes y cristianos, judíos y árabes, mexicanos y africanos, negros y blancos, hindúes y budistas, en las calles, en el Metro, las tiendas y los barrios de esta ciudad. Hoy, en un vagón del Metro, un judío ortodoxo jasídico, de largas barbas blancas, leía sobre el hombro de un niño mexicano-estadunidense que revisaba el cómic clásico francés Tintín. Al lado, tres hindúes conversaban mientras una mujer leía un periódico polaco y tres niñas africanoamericanas jugaban entre sí, en tanto las miraban dos árabes.
Sentado cerca de ellos, un mexicano abrazaba a su hijo, junto a una mujer estadunidense que le murmuraba algo en español a su pequeño. Todos con sus historias en una ciudad que nació de la violencia y la sangre, el sudor y las lágrimas, expresados en mil idiomas.
Se acaba de estrenar la nueva película de Martín Scorcese, Gangs of New York, que es un vistazo a las guerras urbanas entre los angloamericanos y los recién llegados inmigrantes irlandeses, que es en parte una crónica de algunos episodios de intensa violencia y odio que cubrió con sangre -literalmente- las calles de esta ciudad a fines del siglo XIX.
Junto a estas batallas hubo brotes de intensa violencia entre diversos grupos y sectores con escenas aún más escalofriantes que las detalladas en la nueva película. Tampoco resulta raro que este filme sea realizado por un actor italoamericano, Leonardo DiCaprio, dirigido por otro y acompañado por una actriz de origen cubano: Cameron Díaz.
Quizá el gran milagro navideño es que toda esta gente, en la pantalla, en las calles y en los metros de esta ciudad está viviendo de alguna forma, codo a codo, junta y, en algunas ocasiones, hasta unida. De esta locura se producen milagros.
Esta ciudad también tiene memoria -no oficial- de estos milagros, de grandes manifestaciones por la paz, de luchas intensas por formar sindicatos, por los derechos civiles, de las mujeres, de los gays, de grandes movilizaciones de los pobres, todas las cuales fueron resultado de unidad entre pueblos de todo del mundo, de trabajadores irlandeses, italianos, chinos, caribeños, anglosajones, paquistaníes, hindúes, judíos, católicos y, más recientemente, mexicanos. De momentos de unidad y vistazos a un futuro posible.
Esta Navidad la nieve cubrió la ciudad y sus huellas de sangre y sufrimiento. Aquí hay muchos refugiados de guerras políticas, sociales y económicas de todo el mundo. Aquí hay demasiadas memorias para no desear otra guerra. La nieve no logra enterrar la posibilidad de otros milagros.