Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 7 de diciembre de 2002
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Cultura
Para ser efectiva y real, la crítica debe traducirse en participación, opina

Nunca en Cuba el dogmatismo congeló la Revolución: Ubieta

Mientras no se apague esa llama será posible combatir el orden que se impone al mundo, dice

El director de la Cinemateca de la isla presenta en la FIL de Guadalajara dos de sus libros

ARTURO GARCIA HERNANDEZ ENVIADO

Guadalajara, Jal., 6 de diciembre. Desde los años 80 ingresó en la vida intelectual cubana la generación nacida a finales de los 50 y los 60 que -afirma el académico Enrique Ubieta Gómez- combatió el dogmatismo ideológico: ''Nunca en Cuba el dogmatismo congeló la Revolución, pero hubo espacios dogmáticos y nosotros los combatimos. Si lo hicimos, fue por una razón elemental: éramos más cultos. No lo digo con vanidad, sino como explicación de un trabajo que es resultado propio de una Revolución. Era una norma generacional, nuestra óptica, al ser más culta, fue también antidogmática".

Ubieta (La Habana, 1958) fue uno de los intelectuales cubanos que increpó a los presentadores de la revista Letras Libres el domingo pasado. Se encuentra en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara presentando dos volúmenes, La utopía rearmada y Vivir y pensar en Cuba, compilación de ensayos de 16 autores cubanos ''nacidos con la Revolución, que reflexionan sobre el destino de su país". Egresado de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Kiev, Ucrania; ex director del Centro de Estudios Martianos (1994-1998), y actual director de la Cinemateca de Cuba, Ubieta defiende en entrevista la vigencia de las utopías y evalúa el papel de su generación en el proceso revolucionario cubano.

Novedoso internacionalismo

La utopía rearmada surge del recorrido que hizo entre 1999 y 2000 por los cuatro países más pobres de América Latina: Guatemala, Honduras, Nicaragua y Haití, donde médicos cubanos realizaban una labor solidaria en poblaciones que carecían de asistencia médica: ''Me propuse no sólo testimoniar esa manera nueva de hacer internacionalismo, sino analizar los porqués históricos que ocasionaban esa situación de pobreza e imbricarlos en una obra que fuera, digamos, polifónica".

-¿Cuál es su conclusión después de hacer este trabajo?

-Que con pocos recursos económicos, cuando hay voluntad política, se puede hacer mucho por la salud y la dignidad del hombre. Sólo una revolución es capaz de concebir y realizar un programa humanitario que abarque realmente todas las esferas posibles y se centre en los más pobres. Comprendí las razones históricas que tuvieron esos países para entrar en guerra interna: las utopías no se desarman, no hay utopía desarmada, la utopía es como el horizonte: uno siempre se acerca a ella y siempre está lejos. Dice Eduardo Galeano que las utopías nos sirven para seguir caminando, para seguir soñando.

-El título llama la atención porque recuerda el libro de Jorge G. Castañeda, La utopía desarmada.

-No es la respuesta a un libro, es la respuesta a un concepto. Pensar que es posible desarmar la utopía; siempre estará presente en las esperanzas de la gente. La revolución no ha muerto, pasó el siglo XX, sigue viva y mientras no se apague esa llama seguirá habiendo la posibilidad de que exista una alternativa al orden que hoy se impone al mundo.

-¿De qué manera lo que propone en sus libros se confronta con lo expuesto hace unos días por la gente de Letras Libres?

-Son dos formas distintas de ver el mundo. Una enarbola un ideal, lucha por él, sabe que su realización concreta es imperfecta, pero también que es perfectible, y entrega toda su vida a la perfección de ese ideal. La otra es una visión pesimista que intenta corroer el ideal, no ofrece alternativa porque no la tiene e intenta, sencillamente, estancar la historia. Son dos visiones contrapuestas de la vida. Para mí la vida es participar en una obra colectiva en la que creo y que es fundamentalmente por el bien de los hombres y mujeres de mi país o de cualquier otro.

-¿Cómo se distingue la crítica, siempre necesaria, del intento de destruir una revolución?

-Por su carácter participativo. Nosotros somos una generación que surgió al ruedo intelectual con un enfoque crítico y nos enorgullecemos de eso. Obviamente nuestro punto de partida fue diferente al de nuestros padres y, por tanto, tenemos un horizonte distinto. Pero la crítica verdadera, para no citar la frase de Martí de que la crítica es el ejercicio del criterio y que sólo era viable y efectivo a partir del amor. Para mí la crítica, para ser efectiva y real, es participación. Pero prefiero creación, porque ésta contiene a la crítica y la supera. Estoy inmerso en un trabajo que es perfectible, si no estoy de acuerdo con algo intento transformarlo en el propio terreno, entonces mi crítica se convierte en creación. Los 16 autores de los textos de Vivir y pensar en Cuba nacimos con la Revolución, tenemos una visión crítica participativa, vivimos y trabajamos en Cuba y cotidianamente enfrentamos dificultades y errores normales de cualquier sociedad en transformación.

Liderazgo antidogmático

-¿Cuáles son los señalamientos críticos de su generación?

-Creo, y lo digo con orgullo, que nosotros despertamos a la vida intelectual cubana, no la alta sino la cotidiana, sí la de las instituciones docentes que quizá estaba un poco adormecida, había personas que se habían acomodado. Nosotros las despertamos con nuestra manera de entender las cosas, trajimos una visión más individual, no individualista, puesto que la Revolución no era algo que de pronto se interponía en nuestras vidas, sino que era nuestra propia vida. No la asu-míamos ni con consignas ni con explicaciones tajantes, sencillamente estábamos conscientes de que donde quiera que estuviésemos estaba la Revolución. Trajimos una visión más culta de la realidad, más compleja.

-¿Es una generación de ruptura antidogmática?

-Creo que sí, aunque hay que decir que nunca el dogmatismo congeló la Revolución. Hubo espacios dogmáticos y los combatimos, pero siempre hubo una llamita encendida que mantuvo viva la Revolución, porque hay revoluciones que mueren de congelamiento, se petrifican. La Revolución Cubana tuvo la suerte de contar con un liderazgo realmente antidogmático, lo que no excluye que en ciertos niveles de dirección sí germinó cierto dogmatismo que pudo haberla revocado. Llegamos en un momento oportuno y combatimos ese burocratismo.

-¿Qué opina de las manifestaciones que vimos en la presentación de la revista Letras Libres, en las cuales también intervino?

-¿A que manifestaciones te refieres? ¿A ambas partes?

-A ambas partes.

-En primer lugar pienso que ese número específico de la revista, que sí leí, fue montado sobre una provocación política. Concedo, incluso, la libertad de cada uno de los autores de pensar como lo deseen, pero es que la revista contiene mentiras, lugares comunes, insultos, que no son nada científicos. En la prensa se dice que se opusieron consignas a ideas, pero también hubo estereotipos, mentiras y en algunos casos posiciones agresivas hasta con el público. Yo hubiera preferido una respuesta más sosegada, pero la sala estaba llena también de mexicanos y hubo afirmaciones agresivas que fueron respondidas por las personas que estaban allí. Llegados a ese punto, era difícil establecer el diálogo normal que quizá hubiera sido posible. Pero, repito, la provocación vino en primer lugar de los ponentes.

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